Capitulo 16-. Maldita Gula

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Narrador un Osito desnudo

¡¿Porque esa porquería tenía dulce?!

Rubius-. Oh no... - miraba mis manos ya claramente humanas - No... No... ¿Por qué ahora?...

¿Ahora que hago?...

Estoy desnudo en la Mansión de Vegetta...

Rubius-. Tranquilo.. Tranquilo... No estoy nada tranquilo... - mire por la ventana como ya estaba alto claramente podía visualizar la ventana en donde estaba Vegetta...

Me agache rápidamente, no quería que viera Vegetta aun mi forma humana y menos en esta situación. Aunque extrañaba esta forma, ahora mismo no la quiero, ¿Por que soy un oso hambriento?... ¿Por que me tuve que dejarme llevar por la gula?...

Rubius-. ¿Dónde estaba la pimienta?... ¿Pimienta?... No hay pimienta... - buscaba de nuevo por los cajones algo que me hiciera estornudar.

Me quiero volver de nuevo en forma de osito... Solo puedo hacerlo si estornudo, es por eso que me convertí en oso en el bosque, una telaraña se había metido en mi nariz por accidente y eso es lo que me había hecho estornudar...

Es una maldición que tengo...

A pesar de que soy un hibrido, también fui maldecido por una bruja...

Malditas fresas...

No sabia que hacer ahora mismo, no había pimienta para hacerme estornudar, ¿Tal vez harina?... Pero había un problema, había esparcido la harina, cuando estaba buscando comida...

Rubius-. Puedo gustarla echármelo en la nariz. Parece que estaré drogado pero ahora si es harina... - empecé a juntar la harina y echármela en la cara, era poca harina la verdad.

No me haría estornudar...

Rubius-. Maldita sea... ahora mismo deje las marcas de mis manos en la harina, sabrá que soy un humano - todo estaba saliendo mal... -

Agarre unas servilletas para limpiar las marcas de las manos que dejado, si algo doy por hecho es que no soy bueno limpiando, por lo cual la harina se esparramo ahora por toda la cocina. Pero el lado positivo es que ya no había huellas de mis manos humanas.

Rubius-. Ahora a estornudar – aun me sentia incomodo por estar desnudo en la casa de Vegetta.

Solo suplicaba a los dioses que no entrara a Vegetta, que el material de construcción se le sea infinito, que todo salga bien y no se estrese de nuevo, para que no me vea en esta forma humana.

¡Pluma!

Rubius-. La técnica de la pluma en la nariz es lo mejor para mí nunca falla –tenia la solución en mi cabeza ahora solo falta conseguir una pluma.

Principalmente me empezaba a cuidar de no estar a la vista de ninguna ventana – Vegetta el señor de los ventanales- Pues si en cada pared tenía una gran ventana. Empecé a escabullirme donde sé que no había tanto cristal, que era la sala con la chimenea, ahora estaba a punto de esconderme debajo de los sillones, donde empecé a notar que Vegetta tiene almohadas con pluma de ganso. Las más eficaces para los estornudos.

Rubius-. Perdóname Vegetta, prefiero pagarte por esta almohada que pagarte un psicólogo – agarrando la almohada en los dos extremos, empecé a tirar de ella.

La tela era demasiado frágil que no tardo bastante en romperse a la mitad, haciendo que cientos de plumas salieran volando por la sala. Solo quería un hueco para sacar ahí una pluma. Pero mi nerviosismo y mi gran fuerza de un huracán pues hicieron lo suyo, y ahora toda la sala de Vegetta esta llena de plumas de ganso. No soy un buen compañero en verdad.

Por un momento pensé en limpiar, pero sentia que perdería mucho tiempo, no tuve de otra que agarrar una pluma y empezarme a meterla por el orificio de la nariz. Fue necesario metí dos a cada orificio de la nariz. Sentia ya la picazón ardiente que viaja de mi nariz a la garganta, sentia los ojos llorosos, estaba funcionando.

Vegetta-. Que si Luzu, ya no me acercare a él, solo se me cruzo esa vez, yo no tenia pensado en verdad verlo por aquí. Sabes que yo lo estoy evitando todo lo que pueda - su voz empezaba a traspasar la pared. Dándome cuenta que esta a punto de entrar a la casa.

Rubius-. No puede ser que esto me este pasando a mi – no tuve de otra que salir corriendo al cuarto de Vegetta, que por suerte no tenia las torretas activadas.

Escuche la puerta abrirse, el pánico en mi corazón empezó a crecer. Tenia aun mi cuerpo lleno de harina, las plumas en mi nariz, pero aun no lograba tener mi cuerpo de oso pequeño.

Vegetta-. ¿¡Que leches!? ¡Osito! – la voz de una persona que acaba de ver como dos de sus cojines de ganso estaban rotos, una cocina totalmente cubierta de harina, un refrigerador abierto y saqueado. Estaba feliz... Feliz por que hoy me matara

Tengo el estornudo en mi nariz, solamente que no quiere salir. ¿Por qué en estos casos no me están ayudando los dioses? ¿Qué tienen contra mía? Sentia que algo hice a los dioses para que me dieran tan mala suerte, pero a saber de todas las cosas que les he hecho por cual me están castigando. Picándome la nariz con las plumas de ganso.

No podía con tanta presión, que solamente me escondí en el único lugar en el que pienso no me encontrara. En el armario. Por suerte el armario en las esquinas tenían mucho polvo. No era alérgico pero me podía ayudar a seguir con el intento del estornudo.

Rubius-. Vamos. Estornuda. Si. Se. Puede – con cada una de las palabras respiraba muy a fondo pues sentia el estornudo venir pero nunca llegar.

Vegetta-. ¿Osito? ¡¿Dónde estas?! – empezaba a escucharlo subiendo por las escaleras lo cual empiezan a alterarme mucho más, pues sabia que el rastro de la harina me descubrió.

Por accidente del pánico respire tan hondo que una de las plumas de ganso entro por completo en mi nariz. Cierta manera me estaba ayudando a que quisiera el estornudo, pero sentia como esa maldita pluma estaba picando mi cerebro.

Vegetta-. Osito, no te escondas por favor, no te regañare -Se escuchaba los pasos de Vegetta yendo directamente al armario. Ya el estornudo estaba a punto de salir, como Vegetta estaba a punto de abrir las puertas del armario.

Y

Y

¡Achu!

¿Osito?  (Rubegetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora