Uno.

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01.

Miró con temor la puerta frente a ella, pasando saliva antes de tímidamente golpear la madera y retirarla con rapidez mientras su corazón latía aprisa y las palmas de sus manitas empezaban a sudar.

Su mejor amiga Leah y el señor Iván estaban ocupados este día, la señorita Rudbeckia había llevado a sus mascotas (y amigos) a los regulares chequeos al veterinario, su prima Elena y su tío tampoco estaban disponibles, y como sus padres estaban igualmente ocupados con asuntos de la empresa, la habían mandado a quedarse con su primo, Isuke.

Primo que le resultaba aterrador e intimidante, por su mirada siempre seria y sus palabras bruscas. Y aunque él y su prima Elena fuesen así de serios e inexpresivos, su prima le transmitía más confianza y tranquilidad.

Suspiró con pesadumbre, sabía que su papá tenía en alta estima a su primo por ser el hijo de su difunta tía (a la cual, no llegó a conocer, desafortunadamente). Pero por un momento, Arien se preguntó si su papá no notaba el miedo que su primo le causaba como para dejarla a su cuidado por una semana.

Apretó los labios, cabizbaja.

Cuando su mamá regresara, la abrazaría. Porque parecía ser –además de Leah, la señorita Rudbeckia y su prima Elena–, quien la entendía mejor.

El chirrido que hizo la puerta al abrirse la sacó de sus pensamientos, haciéndola temblar cual animalito asustado y cerrar los ojos del miedo. Al menos esperaba que su papá, como mínimo, le hubiese avisado que vendría.

– ¿...Arien?

Abrió los ojos, sorprendida al reconocer la voz de quien la estaba recibiendo. Curiosa, levantó la mirada, sintiéndose inmediatamente aliviada de encontrarse con alguien que no fuese su primo pero al mismo tiempo, con quien no había visto hace tiempo.

– ¡Señor Enzo! – sonrió Arien, con los ojitos oliva resplandeciendo en alegría y emoción. Enzo se vio contagiado por su sonrisa, devolviéndosela al instante –, yo... yo no sabía que estaba aquí – apretó las correas de su mochila, un poco nerviosa y emocionada.

– De hecho... yo vivo aquí – rascó ligeramente su nuca, nervioso por ese detalle. Carraspeó con tal de cambiar de tema –. Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos, ¿Cómo has estado? ¿Has estado bien?

Su mamá y el señor Enzo no se agradaban, como si fuese odio a primera vista. Aunque Arien no sabe por qué ellos no pueden llevarse bien, ni aun preguntando a ambos implicados, obtiene una respuesta; y claro, no va a insistir si ninguno quiere hablar sobre el tema.

Los quiere a los dos, pese a todo.

Una sonrisa entristecida se posa en sus labios, mientras la emoción anterior mengua.

– Yo... estoy bien, sólo... Mi papá me mandó a quedarme unos días aquí, con... con mi primo – explica, bajando la mirada al suelo otra vez –. Están ocupados con asuntos de la empresa y, no hay nadie más con quien me pueda quedar.

No se necesita ser adivino como para notar el desánimo en la voz de la pequeña. Por lo que Ruby le había contado, los padres de Arien solían estar bastante ocupados con su empresa; y aunque la mamá de ella lograra hacer espacio en su agenda para pasar el rato con su hija y no dejarla sola tanto tiempo, y que el padre (el tío de Isuke y Elena) amaba a su familia; no quitaba el hecho de que Arien pasaba sola casi la mayor parte del tiempo con padres semi-ausentes.

Y Enzo comprendía perfectamente lo hiriente que era crecer solo.

Apartó esos pensamientos y en cambio, cargó a Arien –sorprendiéndola en el proceso – y le dedicó una sonrisa.

– ¿S-Señor Enzo?

– No te preocupes, Arien, yo te cuidaré – le aseguró a la morena, sus ojos brillando en sincero afecto y ternura que la conmovió. Enzo se metió al apartamento, cerrando la puerta antes de mirar al frente con el ceño ligeramente fruncido –; aunque... Isuke no me avisó de esto. Pero bueno, ¿quieres comer algo? Creo que hay hotcakes que quedaron de hoy.

– Eh, gracias señor Enzo. Ummm... pero ¿d-dónde está mi primo?

– Salió a ver unas cosas, ya regresará – respondió con calma, caminando hacia la cocina con Arien en brazos –. Y Arien...

– ¿Sí?

– Me da gusto que estés aquí.

Y nuevamente, una sonrisa afloró en los labios de Arien.

02.

Cuando Isuke regresó y entró al departamento, arqueó una ceja al ver un fuerte de almohadas y sábanas en medio de la sala. Hasta que recordó que su (odioso) tío le encargó a su hija por unos días, que probablemente fuese una semana.

No le entusiasmaba hacerla de niñero, pero por lo visto, su prima no tenía a nadie con quien más quedarse. Además, si no mal recordaba, la mamá de Arien y Enzo no se agradaban; supuso que Philip no le consultó de esto a su esposa, y que cuando esta se enterase, probablemente surgiría un problema.

Suspiró, antes de buscar a Enzo.

Lo cual no tuvo necesidad de hacer, pues este salió del fuerte de almohadas como si nada. Cruzándose de brazos apenas lo vio.

– ¿Por qué no me dijiste que Arien vendría?

Isuke arqueó una ceja en su dirección.

– Te lo dije, pero estabas más ocupado bebiendo.

– Ah, lo suponía... pero tú también, ¿para qué me dices las cosas mientras me alcoholizo?

Sí, Enzo tenía un punto. Nuevamente suspiró, negando con la cabeza antes de irse directamente a la cocina a dejar las bolsas de despensa en la barra, con el sureño siguiéndole.

– Sabes que si Arien está aquí una semana no podrás tomar, ¿cierto?

– Claro que lo sé, ¿quién crees que soy? – la mirada silenciosa y fija en él lo ofendió.

03.

– Por cierto, no asustes a Arien.

– Yo no...

– Es por tu cara y tu forma de hablar. Suaviza tus facciones, ¿ok?

–... lo intentaré.

-Traumada Taisho

No hay arrepentimientos, yo deseaba escribir esto.

Hold my hand to keep me steady [Isuke & Enzo & Arien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora