Conocer

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Hace poco más de dos años le prometí a mi hermana que iba a estar bien. Aún me pregunto si de verdad había parecido honesta o si ella había fingido creer mi mentira, porque no tuvo inconvenientes al irse.

Lo cierto es que de verdad pensé que iba a estar bien o bueno, yo también intenté creer mi mentira, hasta que la soledad comenzó a sentirse cada vez más palpable y los pensamientos negativos y las inseguridades a consumir cada partícula de mí, guiándome, por último, al que sería el bajón de mi vida.

Durante meses solo veía a mamá en las noches, puesto a que después de su renuncia, ella buscaba con desespero un nuevo empleo porque sus ahorros se agotaban muy rápido siendo nada más nosotras dos bajo el mismo techo. Hasta yo comencé a solicitar, en cambio solo encontré negaciones, ellos nunca me dijeron porqué no podían emplearme, sin embargo comenzaba a creer que era por mi aspecto deplorable.

Después de lo ocurrido conmigo y todos, nos enteramos que mi abuelo había fallecido; o sea otra pérdida dolorosa para mí. La ansiedad tomó control de mí y no era capaz de controlar mis impulsos y los ataques de ésta. Me refugié en la comida, perder el tiempo viendo documentales y en mis pocos amigos por meses, no fue hasta que un día una señora necesitaba ayuda, la cual pidió de la forma más cortés del mundo y yo solo la mandé al diablo, fui una completa idiota, cruel y grosera, me pregunté después, qué tanto había cambiado mi trato hacia mi madre; corrí a casa y ella no estaba entonces me detuve frente al espejo y lo que vi me dejó tiesa, sin palabras... tapé mi boca y lloré.

¿Hacía cuánto tiempo no me miraba al espejo?

Lloré como nunca porque no podía creer el daño que me había hecho. Me había destruido tanto que pensé nunca volver a recomponerme, no solo era un ser humano terrible por dentro, mi apariencia... es que ni siquiera parecía yo.

Entonces recaí todavía más.

Me encerré, tanto era mi complejo que no permitía que nadie me mirase, me ausentaba más de lo que asistía al instituto. Mis calificaciones cayeron como aves sin plumas. Comencé a usar ropa holgada; cardiganes, sobre todo. Dejé de comer e incluso engañaba a mi madre haciéndole creer que había tragado algo cuando en realidad lo echaba a la basura y luego me encargaba de sacarla para que ella no viese la verdad. Ese método duró un tiempo hasta que un día, me llevaron al hospital porque no tenía fuerzas, vivía bajo una fatiga constante y me desmayé. El doctor le dijo a mi madre que tenía una anemia grave. El no comer me enfermó el estómago: gastritis.

Cuando pensé que no podía sentirme peor, caí más bajo.

De pronto llegó a mí aquella noche en el hospital cuando Layla mi ex mejor amiga me abandonó tras decir que yo no era una buena influencia para ella y no sabía qué más; estaba demasiado aturdida como para recordarlo en esos momentos, entonces ella me dejó. Intenté hablar con ella después de mi alta, en cambio ella, sin contar lo mucho que le rogué, no me abrió la puerta aparte de que me bloqueó en todas sus redes sociales.

Ese mismo día, me desahogué con el único amigo que me quedaba porque tenía que sacarlo y mi madre no estaba en casa. Después de mi verborrea, esperé a que me diese la espalda también, en cambio no lo hizo.

Fue como un rayito de esperanza.

—Linda, pero no vale la pena. Es una lástima, no, ni eso—señaló mi amigo—. No la necesitas, pues aquí me tienes.

Y aun lo tengo.

El único que se quedó a mi lado fue Fedos alias Tanos, pero que no me gusta llamarle de esa forma tan patética. Después de lo de nuestro chico, desarrollamos algo que no me gusta nombrar solo para hacerlo un vínculo reconfortante. Él se convirtió en alguien especial. En alguien que se ganó mi confianza y aprendí a querer muy fácil. Fedos es ese hermano que me regaló la vida.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2023 ⏰

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