Quise ver la mañana caer, y el suelo agrietado, quise tirarme a la cama para olvidar lo que ya está destinado.
Puse en tus manos el cariño, lo sé, estás asustado, pero no te estoy atando, no te pido que te quedes a mi lado.
Tengo muchas preguntas, pero no quiero que sean contestadas, no necesito una mirada, con la mía basta.
El infierno, sí, del que tanto hablas, es firme y caliente, pero no estoy asustada.
He plasmado todo en un papel, no he dejado ni un pendiente, soy la dueña del teclado; por eso el diablo me teme.
He alineado la cuerda, por la cual las personas se tuercen, he seguido sintiendo aunque me quemé en el puente.
He conocido lo más detestado, he probado las ruinas, no soy quién para ocultarlo, me paro firme sobre las montañas del pasado, a veces me hacen llorar, pero el futuro está apuntando.
Yo no sigo ordenes, ¿de qué me estás hablando?
Aquí la reina soy yo, tengo el mando.
Ven hacia a mí, te estoy esperando, que cuando esto se acabe, que no importe, y que sea alabado, el rastro de escritos que entre nosotros hemos dejado.