Día 3: Antojos

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Mpreg Dia 3: Antojos

Jiang Cheng sabia que Wei Wuxian estaba ahora en la cocina y sabia también que había algo malo, o al menos extraño con eso por la cara de susto de la mujer parada en la puerta.

Jiang Cheng no necesitaba palabras para saber lo que sucedía, ya había pasado un par de veces antes en esa semana. Wei Ying volvió a tener antojos ya él le tocaba probarlos junto con ese loco hombre embarazado. Despidiendo a la mujer de expresión afligida, el líder de secta se aventuró a la cocina.

"A-Cheng, finalmente llegas"

Wei Wuxian levanto la mirada, sobre la mesa frente a él había un montón de Wontons finamente armados, esperando a que salieran los que nadaban en el agua de la estufa de leña. Hasta ese momento parecía bastante normal y por un momento se sintió mas tranquilo, solo por un momento.

"Llegas justo a tiempo, tengo algo para ti"

La sonrisa en su cara era algo contra lo que el Jiang no podía luchar. Ese rostro iluminado desde que las nauseas disminuyeron fue algo demasiado fuerte para luchar contra el, así que con resignación en su corazón se acercó a su pareja. Tomó asiento cerca de él y esperó a que mostrara su nueva aberración, porque estaba seguro de que eso era.

Wei Wuxian sirvió un plato con sopa y wontons para Jiang Cheng y se acercó a él para pasárselo a las manos directamente.

"Tenía hambre así que vine a adelantar la comida y sé que te gusta la sopa de wonton"

Jiang Cheng miró atentamente la sopa en el plato, era clara y limpia con pequeñas cebolletas verdes que le daban una apariencia fresca, como siempre lo había sido en ocasiones anteriores, sin ningún cuerpo extraño flotando en ellos ni un olor ajeno al que debería tener. Así que confiando en esa buena apariencia tomo uno de ellos, eran blancos y redondos, suaves pero firmes a la vez, aquella textura aterciopelada de las gordas albóndigas era un deleite de la vista de cualquiera. Una mirada más a la expresión sonriente y expectante de Wei Wuxian terminó por convencerlo, abrió la boca tragó la primera albóndiga.

Dentro de su boca fue toda una explosión de sabor y Jiang Cheng se quedó paralizado por un tiempo que le parecieron horas. Dentro de su boca había el sabor dulce del tanghulu, mezclado con el picante del cerdo frito y el agrio profundo de los pepinillos, como si el relleno se hubiera marinado por horas en un tarro lleno de ellos. Finalmente escupió el bocado de regreso al plato y tosió violentamente, aquello había sido asqueroso. Entonces en ese momento Wei Wuxian se dobló de risa, estallando en carcajadas.

"No, A-Cheng lo siento..."

Se sujetó el estómago apoyado contra la mesa mientras hablaba en medio de aquella risa explosiva.

"¡Wei Wuxian!"

"Me equivoqué... seguro que te di mi parte, lo siento, fue un accidente... un accidente, lo juro"

Jiang Cheng no le creyó media palabra, él conocía a ese hombre. Pero decidió no pelear con él, no era capaz y realmente no tenía la energía para hacerlo. En cambio, se cruzó de brazos y le miro con seriedad, aparentando un enojo que en realidad no existía en su corazón hasta que este se tranquilizó y se lanzó a sus brazos, haciendo pucheros y acaparando el espacio frente a su cara.

"Lo juro, no fue apropósito esta vez... pero mira, al final me ahorré que me dijeras que no, a probarlo... y también me ahorré la pregunta de si te gustó o no"

La sonrisa en su cara se perdió por unos momentos, cuando se precipitó frente a sus labios y lo besó, llenándolo del sabor agrio de los pepinillos y luego se alejó triunfante. Era obvio que él mismo para ese momento ya había comido bastantes de esos insultos a los wontons antes de que él llegara.

Sirvió un plato nuevo para él y lo llevó a la mesa junto a Jiang Cheng, luego sirvió otro de una olla distinta y lo puso de nuevo frente al Jiang.

"Esta vez, prometo que es el correcto"

Levantó tres dedos al cielo en una promesa y se sentó frente a su plato, mirando pacientemente a su pareja.

"No me dejes solo, ven a comer conmigo. En verdad te esperé todo lo que pude"

Mirando ambos platos y a Wei Wuxian con las manos cubriendo su abdomen ligeramente abultado, Jiang Cheng decidió confiar una vez más.


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