17

2.4K 113 17
                                    

C a p í t u l o : 1 7

Cuando llego a casa, me topo de frente con mi madre. El corazón aun me late como si estuviera a punto de estallar, y siento que ella puede darse cuenta de lo que he hecho cuando me mira a los ojos.

—¿Por qué llegas tan tarde? Tú padre nos matará a ambas si llegara a enterarse.

—Lo siento, estaba...

»Solo estaba dejando que el hombre más peligroso que he conocido deslice su lengua dentro de mí y luego me prepare pasta... «

—Vete a la cama, Heve. Por favor.

Le sonrío y asiento con la cabeza.

Subo a mi habitación y me quito la ropa para poder darme una ducha. Cuando regreso a mi habitación luego de veinte minutos bajo el agua, me echo sobre la cama y tomo mi celular de la mesita de luz. Apenas lo enciendo, sonrío al ver el mensaje de Edmon fijo en la pantalla, apareciendo como miles de rayos de luz.

Edmon: Gracias por haberte quedado. Por si no lo has notado, cada vez estoy más colado por ti.

El corazón se me acelera y me cubro el rostro mientras sonrío como una idiota. Luego de unos segundos, suspiro y vuelvo a leer el mensaje antes de anclarlo y responderle.

Yo: El sentimiento es mútuo. Buenas noches. <3

Apenas dejo el móvil en la mesita cuando vuelve a sonar. Vuelvo a tomarlo y veo su respuesta.

Edmon: Lo será. Han sido buenas noches desde que te conocí.

Me duermo en el momento en que mis pensamientos de Edmon se nublan. Sentimientos buenos me sobran en este momento.

••••

—Suelta el embrague a medida que aceleras. Hazlo de a poco.

Tomo aire para calmar los acelerados latidos nerviosos de mi corazón y luego aprieto el acelerador. El coche se clava y gruño antes de volver todo a punto muerto.

—No pasa nada. Intenta otra vez.

—No estoy segura de esto, Edmon. ¿Qué tal si viene un camión?

Estamos en la mitad de la carretera, en el medio de la nada, pero de todas maneras la casualidad puede ocurrir en cualquier momento.

Edmon, quien por primera vez veo usando el cinturón de seguridad, me mira con una sonrisa de obviedad.

—Bueno, entonces ambos moriremos.

—Qué alivio. –digo, volteando la mirada. —Oye, en serio...

—Heve. Deja de tener miedo y aprieta el acelerador. –ordena. —Sabías que esto es de ocurrir cuando lo estás aprendiendo, pero la idea es que vuelvas a intentarlo hasta que ya no se detenga el motor.

Estira su mano y enciende el motor por mí antes de mirarme otra vez.

—Anda.

Una sonrisa comienza a asomarse en mi rostro al notar la confianza que deposita en mí sobre su coche, su joya más valiosa. Intento relajar mi cuerpo y vuelvo a mirar hacia la carretera.

Lado Peligroso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora