Prólogo

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Me levante como siempre, en plena cuarentena, a las tres de la tarde. El aburrimiento abundaba, así que comí y decidí llamar a mi mejor amiga. Hoy íbamos a ver una peli con una de sus amigas del pueblo. No conocía mucho de la chica, igualmente no me incomodaba en la llamada. Al contrario, la que ya me era tan conocida, estaba molestándome algo últimamente. Mientras se quejaba constantemente sobre que se aburría y no sabia que película escoger, me dispuse a mirar las notificaciones, esperando un mensaje que no llego. Algo decaído, volví a concentrarme en la llamada y vi que mi amiga desistió y dijo que se iría a jugar. Colgó y ahí me quede, solo con aquella chica. Debería haber colgado pero no se por que, le ofrecí ver aquella peli.En aquel momento, no sabría que fuera a ser el mejor impulso de mi vida.


Andreea es impulsiva, a veces pienso que esta loca. Hace cosas que un ser normal no haría, como beber leche caducada. Su especialidad es ver y leer mangas en menos de una semana, si son cortos no le duraran mas de dos días. Si algo le gusta le tomara atención, y lo que mas me gusta a mi de ello es que me deja ver su ilusión sobre alguna escena de estos petándome a mensajes. Se que alguna veces dramatiza o lo hace por hablar conmigo, no lo voy a negar, yo también lo hago muchas veces. Con eso se creo nuestra norma no norma de escribir al menos un mensaje al día. Una norma que solo rompimos un día por que le pedí un tiempo para pensar, pero no pude aguantar mucho sin escribirle.
Ella es como la brisa en primavera, sus ojos verdes hacen el mismo efecto que la menta, es tan refrescante su presencia. Irónico, por que odio la menta. En ella todo lo que odiaba se veía bien. Nunca supe por qué. Tan diferentes y tan iguales. A ella no le gustan las peleas, suele evitarlas y pasar de ellas. Yo en cambio me paso mitad de mi vida metido en una y exploto a la mínima de cambio. Ella es mas de perros, y yo siempre he sido mas de gatos. Ella es de morado y yo de azul, música de Eminem y música de Joji. A veces mezclábamos gustos, nunca nos quejamos de los gustos del otro. Es un lugar seguro, como si estuvieras en una casa vacía y pudieses ser y hacer lo que quieras, pero aun mejor por que tendrías a alguien a tu lado. 


Ella era un hogar, en ella podía descansar. Al fin, casa. Espero nunca te derrumbes. Hubo algunas grietas, que arreglamos juntos con paciencia, nada grave. Ninguna discusión tiraba el tejado. Hacia delante, los dos caminando paralélelos sin ir de la mano. En diferentes caminos, separados a kilómetros pero, yendo hacia el mismo lado. Sin duda ella y yo teníamos la misma dirección. Sin duda sabia que debía cuidar aquello que teníamos, pero no sabia como, y a veces eso hacia que me derrumbase.
Siempre he sido muy controlador, un manipulador compulsivo, tenia miedo de que se fuera alguien mas. Me encerraba en mi mismo pensando que no merecía la pena y que era normal que se alejara. Muchas veces quería irme, desaparecer para ver si me buscaba, pero me decía a mi mismo que jamás nadie haría eso por mi. Luego volví a pensar y llegue a la conclusión de que nadie debe buscarme. En toda relación los dos tienen que dar de su parte. Me repetía a mi mismo que no siempre podía ser igual y que habría temporadas en las que no fuera lo mismo. Al menos siempre había un mensaje por día. Ella seguía ahí, siempre ahí para cuando la necesitase, pero mi mente quería alejarme otra vez de aquello que quería. Ella hizo que quisiera ser mejor y pensar en positivo. Ella, un huracán que paso por mi vida, me dio algo que jamás nadie me había dado antes:
Paz.

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