“Eres la chica más hermosa que he visto.” Fue lo primero que dijo el apuesto hombre, eso hizo que el frágil corazón de la chica latiera fuertemente dentro de su pecho, nunca se había sentido así, un pequeño tallo salió en su pecho, una pequeña semilla de amor.
“Te traje un regalo, preciosa.” De su espalda saco un gran oso de peluche, ella estaba emocionada, lo tomo entre sus manos y lo presiono contra su pecho, el tallo crecía cada vez más, siempre tenía dulces detalles para ella, eso realmente la emocionaba.
“¿Estarás ocupada este fin de semana?” Como todos los viernes por las tardes preguntaba lo mismo, definitivamente la hacía feliz, le emocionaban los fines de semana porque podría pasar tiempo con él, el pequeño pimpollo parecía querer abrirse en su pecho.
“Eres el amor de mi vida.” Le susurro tiernamente al oído, llevaban bastante tiempo saliendo juntos, eran una pareja feliz, él era un poco celoso, pero no le importaba tanto ya que pensaba que eso era porque no quería perderla, él era lo que quería, él pimpollo se abría cada vez más.
“Ven a vivir conmigo, hermosa” La idea era emocionante, vivir con el hombre que quería, ella claramente no dudo y acepto la propuesta, estaba un poco nerviosa por los gastos porque él le había pedido que deje su trabajo, pero le prometió que todo estaría bien, ella le creyó.
“¿Quieres casarte conmigo?” No había pasado mucho desde que se habían mudado juntos, lágrimas de felicidad caían de sus ojos mientas lo abrazaba, en su pecho algo cambio, una rosa, una hermosa rosa roja, todo iba a cambiar para la chica, pero no como imaginaba.
24 de Julio, el olvido su aniversario de bodas, ella quiso recordárselo, pero él volvía del trabajo y parecía cansado, pero pensó que era importante, cuando estaba por decirle él solo la ignoro, volvió a seguir intentando, de repente grito: “¡SOLO CALLETE DE UNA MALDITA VEZ!”
Las cosas empezaron a cambiar.
“No iras y espero que quede claro.” Su madre le había invitado a cenar, pero otra vez le había negado salir, su familia empezaba a preocuparse, llevaban meses sin verla y el nunca dejaba que saliera a ningún lado, ella pensaba que solo quería protegerla, la rosa estaba tan ciega.
“¿Quién es Juan?” Tomo con fuerza su muñeca, un mensaje de un numero desconocido había llegado a sus notificaciones, ella no sabía quién era, pero su marido al no tener repuesta
alguna solo grito con enojo y tiro con fuerzas el teléfono al suelo, este se destrozó en el impacto.“Te ves como una prostituta, no saldrás.” Llevaba un vestido hasta los muslos con los hombros abiertos, se veía hermosa, ella quiso hablar, pero el hombre violentamente la tomo del cabello logrando que la chica gritara de dolor, él solo decía que era una maldita zorra.
Pequeñas gotas salían de los ojos de la chica, lo había perdonado una vez más, siempre lo hacía, él se llenó de ira porque había saludado a un viejo amigo en la calle, guardo silencio hasta llegar a casa, pero cuando llegaron la empujo fuertemente contra la pared, ella solo escuchaba lo que gritaba mientras intentaba ocultar el dolor, ella empezaba a perder su voz.
“Estoy embarazada.” Estaba feliz, formaría una familia con el hombre que amaba, a pesar de las ultimas diferencias que había tenido no podía estar más feliz por la noticia.
La golpeó violentamente, grito que no quería un bebé, que lo odiaba, ella perdió su embarazo a causa de los golpes, ella estaba destrozada, no tenía más de un mes de embarazo, había perdido a su hijo, que aun por el poco tiempo que lo tuvo lo amo como nunca.
El delineo sus dulces ojos de color morado y negro, pero no con el morado de las hermosas flores de azafrán ni con el negro de las silenciosas y relajantes noches, sus ojos estaban pintados bruscamente por el morado de la inferioridad y del negro de frialdad e intimidación, sus tercios labios estaban rotos, carecen del rojizo que antes los destacaba, su voz no podía salir de su interior, su voz estaba atrapada entre sus cuerdas vocales.
Antes tenía hermosos detalles para ella, pero estos fueron cambiados por palabras crueles y brusquedad, la rosa lleva tiempo sin recibir una gota de cariño, estaba secándose poco a poco, pero aún seguía manteniéndose, aún tenía la esperanza, aun lo amaba.
Su cuerpo solía tener sutiles marcas, marcas producto de dulces besos, pero eso había cambiado, las marcas ya no eran hermosas, las mascas de sus brazos le hacían recordar el dolor y la tristeza, las prendas anchas la ayudaban a ocultar el dolor, se sentía débil.
“Solo caí de las escaleras.” Mintió nuevamente, la enfermera del lugar dudo, pero prefirió evitar seguir hablándole del tema, solo le dio unas pastillas para el dolor, y se fue, pero si solo supiera que el hombre que la esperaba afuera era quien la había empujado.
La rosa de su pecho empezaba a desfallecer, los pétalos caían, pero la rosa perdura en busca del cariño del hombre que había conocido, aun lo amaba, pensaba que él podía cambiar.
Un día entro a la que era su habitación matrimonial, estaba por dejar un par de sabanas nuevas, pero al mirar a la cama pudo ver al hombre que alguna vez la amo con otra mujer, no pudo evitar llorar, silenciosamente salió de la habitación, pudo escuchar unas horas más tarde como alguien salía de casa y fue donde su esposo, estaba dispuesta a confrontarlo, mala idea.
Estuvo una semana en el hospital, el amenazó con matarla si hablaba, pero ella ya no encontraba sentido a vivir, todo empeoró al volver, ella solo deseaba morir.
La rosa de su pecho perdía sus pétalos, ella estaba rota, inmóvil del dolor, en una esquina, él había vuelto a beber, la había acusado de engañarlo otra vez, ella había intentado ser lo más complaciente posible, pero no aguantaba más, su cabeza sangraba debido a los golpes, cada vez le costaba más ingresar aire a sus pulmones, se estaba apagando lentamente.
Él no era malo para ella, el solía ser cariñoso y bondadoso, pero los demonios que había dentro de él eran más fuertes que el amor que algún día sintio por ella, eso lo hacía tomar malas decisiones y dañarla, pero no solo a ella, si no a esa dulce rosa que una vez floreció en su pecho, pero ya era muy tarde.
La rosa esta marchita y ella ha dejado de respirar.
Angelica Diaz: 28 años.
Casada con Antonio Rey, 31 años.
Muerte por derrame cerebral,
Encontrada en su domicilio
con signos de abuso físico y sexual.
Antonio Rey: Desaparecido.
07/07/2019.
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MARCHITAR🥀
Short Story•Angelica conoce a quien cree es el amor de su vida, aun que las cosas no son como se las imagino. •Basado en variedad de casos de la vida real. •Capítulo único. •Sin copias y/o adaptaciones.