14. Charlie me pide que mate por ella

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Nota: Holii. Antes de comenzar a leer quería aclararles una cosa. Decidí cambiar el trabajo de Charlie y hacer que ahora trabaje en una cafetería del campus, así que hagan de cuenta como si eso fue lo que dijo en el capítulo de la cena con los padres. Más adelante cuando edite toda la historia voy a arreglarlo. Besitos.

-.-.-


Los entrenamientos de la semana fueron una pesadilla.

Desde que Tania me había ordenado que ocupara su lugar como defensora, estuve teniendo problemas para seguir el ritmo de las otras chicas. Especialmente porque no podía evitar desconcentrarme cada vez que ella me gritaba para que no saliera corriendo con la pelota.

—¡Andy!

Una de las chicas mayores señaló al frente justo cuando intentaba escuchar qué me gritaba Tania. Alana estaba delante de mí con su palo extendido, lista para recibir un pase. Tomé una bocanada de aire y corrí para marcarla, pero ella fue más rápida, levantó su palo y dio media vuelta para rodearme con la pelota en su canasta.

Alcanzarla era casi imposible, no porque fuera rápida, sino porque a ella le encantaba cambiar de mano o dirección cada vez que intentaban rodearla.

Corrí detrás de ella lo más rápido que pude. Sabía que Tania me estaba gritando algo desde las gradas, pero lo único que podía escuchar era a mi respiración mientras clavaba los pies en el caucho de la cancha. El suelo estaba mojado por culpa de la lluvia de esa mañana y me veía obligada a bajar la velocidad para no resbalarme.

Golpeé su canasta con la mía justo cuando ella cambió de mano.

—¡Ole!

Alana rio y aceleró. Se acomodó para lanzar al arco y yo me arrojé sobre ella.

Mi plan era rodearla y atrapar la pelota a mitad de camino, pero en lugar de girar acabé resbalándome y choqué contra su espalda, justo después de que lanzara.

—¡Mierda!

Las dos caímos al suelo con el sonido de los aluminios chocando entre sí. Su cadera se clavó mi estómago y por unos segundos vi borroso.

Tosí y rodé fuera.

La entrenadora anunció el gol e hizo sonar su silbato para dar por terminado el partido. Las chicas corrieron a nuestra ayuda.

Dejé escapar un débil "lo siento" a Alana con el poco aire que me quedaba. Ella se apartó el cabello del rostro y levantó el dedo pulgar para indicar que aún seguía con vida.

—Era marcarla, no matarla —me regañó la entrenadora cuando llegó a nuestro lado.

Ella nos tendió una mano a cada una para ayudarnos a levantarnos. Luego llamó al resto de las chicas y todas se acercaron formando un círculo alrededor suyo. Tania se colocó a su lado. Aún llevaba el yeso en su brazo derecho, liso, sin ninguna firma.

Inmediatamente comenzó a remarcarnos todo lo que hicimos mal. Pasamos los siguientes diez minutos escuchándola hasta que finalmente le dio la palabra a Tania.

No quería oírla. Desde que me había enterado de lo que hizo, sentía que cada vez la soportaba menos. Antes, al menos, le tenía respeto por ser mi mayor y tener más experiencia en el juego, pero la experiencia no necesariamente significaba que ella tuviera más conocimiento que nosotras sobre cómo jugar o llevar adelante un equipo.

—¿Me estás escuchando, Andrea?

Levanté la cabeza y me sequé el sudor de la frente con el reverso de mi mano.

The girl in red (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora