CAPITULO UNO
¿Es culpable por amar tanto? Jennie ha estado enamorado todos los días de su vida, simplemente es culpa de ellas, las mujeres son su perdición, son una droga que no puede evitar consumir, es un adicta a sus cuerpos, a sus fragancias, a sus caricias. Era una noche como cualquier otra, su vuelta a Corea fue hace menos de cuarenta y dos horas, pasó por su hogar, ver al pequeño TaeYong dar sus primeros pasos fue algo que le alegró tanto que considero ser merecedor de una celebración, una en privado, ella y las hermosas mujeres del mejor club de la ciudad. Entre risas bebe de la copa llena, perdió la cuenta entre el paso del tiempo cuántas veces fue llenada, pero no le disgustaba, estaba feliz de ser tan bien atendida.
La zona vip ya no parece ser tan grande, hay tantas personas, tantas mujeres jóvenes dispuestas a volverse una de sus tantas amantes, tratando de escalar por sus pantalones en busca de una salida del infierno que consideran vida. Jennie lo sabe, es la envidia de muchos hombres y mujeres, todos quieren ser ella por la simple razón de tener todo a bandeja de oro, puede tener a la perra que quiera en el momento que quiera, ganar millones y ser una madre de familia al mismo jodido tiempo. Ríe, puede que sea la coca haciendo efecto tras ser inhalada en la mesa del centro con su Black Card, no lo sabe, no le da atención.
Los vicios en su mundo son cosa fácil, desde que era adolescente experimento placeres del bajo mundo. Nunca creyó que se casaría unos años después, apenas a los veinte, era joven, más que ahora. Lalisa le dio miedo la primera vez que la vio, tenía una expresión taciturna en su rostro, lucía un moño bajo en su cabello y un vestido color melocotón con diferentes joyas incrustadas. Era, honestamente, la mujer más hermosa que jamás vio, pero lo que tenía de linda tenía de malvada.
¡Era tan aburrida! Intentó diez noches seguidas poder darle un beso, sus palabras al negarse fueron: 'No daré ningún paso hasta el día de la boda.' Y así fue, no le dio un primer beso hasta su casamiento, en el altar, frente a los ojos misericordiosos de Dios. Incluso entonces se sintió vacío, la quería tanto, estaba loco de amor por ella.
Viendo a la chica frente a ella, bailando entre sus piernas abiertas de lado, también la ama, ama a todas las mujeres a su alrededor. Era el paraíso en la Tierra.
— ¡Señora! —la puerta fue golpeada, con pasos acelerados uno de sus asistentes entró deprisa, galopeo hasta estar a su lado, en el sofá, medio desnuda con partes de su traje esparcidos por la habitación, vio lo que él hombre mostraba desde su tableta. Las bailarinas se detuvieron, asustadas— Su esposa ha estado en la empresa, las cámaras la muestran caminando a su oficina.
— ¿Mi oficina? —era el único lugar donde las cámaras no llegaban, además de los baños— Mierda. —se levantó— Prepara el auto, volveré a casa.
— Pero Señora, aún no hemos terminado. —la delgada mano de Nina se extendió por su pecho desnudo en busca de una reacción.
No podía dejar que se fuera sin darle uno de sus regalos, siempre dejaba algún fajo de billetes adicional. Jennie tomó su mano, y con una seducción propia de ellal, la besó. La sonrisa que se podía descubrir en su rostro era suficiente para hacer fantasear a las damas desnudas en el cuarto, suspiran, ¿Es la magia de la Kim? Definitivamente lo es.
— Prometo volver mañana, cariño. Mientras tanto… —de su saco dejado en la cama del centro, toma un fajo de dólares, al menos, unos veinte billetes de cien— ¡Invito los tragos para todas!
Media hora después, la mujer sacude su cabello, se despeina más de lo que estaba en el club. Las ideas de lo que podría haber ocurrido estando afuera del país la persiguen, ve a la ciudad detrás de la ventanilla, como las luces de los edificios alumbran el paso. Pasaron cinco años desde que se casó con su actual pareja, y hace dos tuvieron un heredero, Jennie lo ha dicho muchas veces, pero ella realmente ama a su hijo, es un amor diferente al que siente por los demás, tiene la verdadera intención de cuidarlo.
No ha estado en muchas etapas de su crianza, se perdió de momentos importas, aún así, TaeYong siempre lo recibe de brazos abiertos cuando llega a casa. La que nunca lo hace es Lalisa, suele observarla desde la sala, con sus atuendos prolijos, nunca la ha visto mal arreglada o sin la cara limpia, procura verse bien en todo momento. Tal vez de esa forma la diferenciarla de las otras mujeres, la que él ve en la calle.
— ¿Tienes información sobre que hizo? —cuestionó, sus dedos se mueven ansiosos sobre el soporte.
— Dicen que no ha hecho mucho, pero vieron a una mujer extraña entrar.
— ¿Una mujer? ¿Quién? —gira la cabeza a un costado para verlo, los asientos traseros de sus autos personalizados suelen tener espacios para dos, con un medio que nadie utiliza, no tienen permitido estar tan de cerca al jefe.
— N-No lo sabemos aún, Señora.
— Esa perra… —su mandíbula se tensa con furia— ¿Cómo se atreve a meter a otra mujer en mi oficina?
—Las cámaras no grabaron conductas extrañas, ella ingresó a las siete y diez, salió quince minutos más tarde. No era de la empresa, ni de alguna otra, además, si ella hubiera mantenido una relación, ¿Por qué lo haría a plena vista? Conoce más que bien sobre la existencia de las cámaras, ella misma pidió instalarlas en el pasillo cuando usted asumió el cargo.
Cierto, Lalisa estaba en todo.
— Averigua quién es esa mujer para mañana mismo.
— Sí, Señora
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GOD IS A WOMAN | jenlisa
FanfictionGOD IS A WOMAN Lalisa sabe lo que quiere, siempre lo ha sabido. Ella tiene el poder de triunfar sobre su esposa -producto de un matrimonio arreglado-, y ni siquiera es capaz de darse cuenta. Ahora, la verá caer en lo más profundo con total de tener...