Prefacio.

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La gran puerta de la vieja rechino con la llegada de alguien, algunos miembros presentes dispersos por el recibidor y la entrada miraron con intriga a su líder quien había regresado demasiado pronto de su recorrido matutino.

Los pocos presentes a esta hora fueron testigos del nuevo alpha cargando entre sus brazos a una mujer.

— ¡Oh por la luna!

— ¿Alpha, quien es ella?

— ¿Esta bien?

— ¿Es...?

Varias voces junto a diferentes cuerpos trataron de agruparse a su alrededor, el lobo apretó ligeramente la pequeña figura entre sus brazos y continuó caminando hacia las escaleras sin que nadie verdaderamente se metiera en su camino.

A excepción de una mujer de cabello rojo quien lo miro con curiosidad entre sus facciones ligeramente marcadas por la edad.

— Harleen, permiteme.

— ¿Es tu pareja, Colton? — increpo la mujer.

Por la forma tan protectora que la sostiene es una conjetura con sentido, sin embargo se negó aclarar o desmentir; la preocupación de su estado arrastro a su parte más salvaje a la superficie dejándolo ver en su mirada dorada.

— Que la médica venga lo antes posible a mi habitación.— pidió hacia Harleen.

La mujer asintió y este continuó su camino por los intricados pasillos de la inmensa y vieja mansión.

A pesar de todos oír por su elevada audición los pasos del alpha en alguna parte no pudieron evitar murmurar entre ellos.

— Nunca he visto a esa chica antes, ¿Ustedes creen que sean...?

— La diosa te oigan, si el alpha consigue una pareja ahora...

— ¿Sera buena para criar? No creo que haya llegado a la edad adulta, se ve tan pequeña.

Las voces se acumularon hasta hacerla negar con una sonrisa. Harleen sabe que Colton escucha lo que murmuran...

— ¿Qué esperan? — indagó la mujer calmando las aguas.— La médica no vendrá por arte de magia.

Dos presentes se ofrecieron a ir por la médica y el resto se puso en disposición de buscar lo que se pudiese necesitar para atender a la recién llegada.

Por su parte el alpha abrió la puerta de su ala con la fuerza casi exacta para romperlo, gracias a la diosa esto no fue el caso y pudo continuar hasta llegar a su cama donde la deposito con el mayor cuidado posible que haya tenido en su vida entera.

Miro detenidamente a la pequeña chica de rasgos finos como una muñeca y de una espesa melena tan oscura como el momento antes del preciado amanecer con ondas que incluso cuando trata de alizar vuelven a formarse.

Acarició su cabello pasando el tacto hacia su rostro ligeramente fruncido, su temperatura es rara. Directamente no puede percibir una pero tampoco puede decir que este helada.

—¿Yo te habré perturbado tanto? — increpó mirándola con sus ojos dorados, su instinto le dice tantas cosas que no sabe como interpretar nada.

Su olfato percibió un olor a muerto pero sus ojos hallaron a una chica en pijamas a orillas de la cascada inconsciente, en el momento que esta levanto la mirada sintió como todo le dio vueltas.

Trato de tranquilizarla con su tacto cuando empezó a removerse como si sufriera de una pesadilla.

— G..g..r...e.....gre...

El susurro a pesar de haberlo oído no pudo darle una interpretación.

— ¿Qué te pasó, pequeña? — ladeo la cabeza con intriga. Volvió aspirar en su dirección, el olor a muerto se mezcla con algo dulce y embriagador que lo lleva a mostrar sus caninos.— Dile todo al alpha.

Próximamente en abril de 2023.

Dunkel Blood ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora