Un beso y una flor

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Horacio y Dex se habían conocido en la comisaría.

Apenas habían pasado unos días desde el cumpleaños de Horacio cuando Gustabo le propuso un plan para celebrar la mayoría de edad: se había enterado de que ese mismo fin de semana se organizaban unas carreras ilegales en el canal. Aunque no eran las primeras en las que participaban, si iban a ser las primeras en las que, como descubrieron más tarde, había policías infiltrados. Segundos después de acabar la primera carrera, se empezaron a oír sirenas y en cuestión de momentos la mayoría de participantes se vieron rodeados por un grupo de agentes. Horacio había podido ver como, entre la confusión, Gustabo conseguía escapar con una amiga mientras a él le ponían las esposas.

Los agentes, que ya conocían a Horacio de incidentes anteriores, también tenían un regalo para celebrar la mayoría de edad del chico: ¡su primera noche en el calabozo!

A la mañana siguiente lo liberaron sin cargos, y Horacio pasó por la garita a recoger sus pertenencias: una chaqueta vaquera negra decorada con parches, una cartera con calderilla, una navaja multiusos, un mechero, una cajita de papel de liar y... le faltaba el tabaco. Con un largo suspiro e intentando, sin ningún éxito) dar lástima al agente que le estaba atendiendo se guardó todo en los bolsillos de la cazadora y salió de la comisaría.

Una vez fuera miró a su alrededor, intentando ubicarse. Iba a tener que volver andando a casa, el poco dinero que llevaba encima no le daba ni para un billete de bus, pero tenía bastante hambre y no tenía ni un cigarrillo para pasar el rato. Poco tardó en fijarse en un chico que había unos pocos metros más allá, apoyado en una moto negra. Apenas era más alto que Horacio, pero era bastante corpulento, vestía unos vaqueros ajustados, una camiseta blanca y una cazadora negra de cuero. Parecía un poco mayor que él, pero tampoco demasiado. Entre los dedos sujetaba un cigarrillo que se llevaba lentamente a los labios, y Horacio mentiría si dijera que no le pareció tremendamente atractivo. Se acercó a él distraídamente.

-Hey, ¿tienes un piti? -preguntó, señalando el que el chico tenía en los labios.

Éste levantó la vista del suelo y esbozó media sonrisa al ver a Horacio. Se llevó la mano libre al bolsillo interior de la cazadora y le pasó la cajetilla. Horacio sacó uno y se la devolvió.

-Gracias tío -dijo Horacio, sacando el mechero de su chaqueta.

-De nada -respondió el otro con voz ronca, negando levemente con la cabeza.

Cubrió el mechero con la mano e hizo girar la piedra varias veces, pero no salía llama.

-Mierda... -murmuró, agitándolo un poco. Se volvió a dirigir al chico de la moto.- Oye, perdona que te moleste otra vez pero, ¿tienes fuego?

-Claro -sacó un mechero, pero en lugar de lanzarlo le hizo un gesto a Horacio para que se acercara a encenderlo. Cuando estuvo al lado, se puso el cigarrillo en los labios y le sujetó la mano al otro chico para acercarla un poco más. Horacio aprovechó para mirarle de reojo, tenía los ojos claros, barba oscura de varios días y llevaba una cadenita dorada con una cruz alrededor del cuello. Y olía bien, pensó el chico.

Horacio le dio una calada mientras se retiraba un poco y se apoyaba en la moto. Estaba decidido a hacer que ese fuera su medio de transporte para volver a casa. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo el otro chico le miraba alzando una ceja una ceja.

-Y bueno... ¿Cómo te llamas? -le miró, con una sonrisa encantadora.

-Puedes llamarme Dex -le sonrió de vuelta, y entre la sonrisa y la voz ronca Horacio pensó que se moría allí mismo.

-Yo soy Horacio.

-Horacio... -repitió muy lento, dejando colgada la O del final, como si estuviera valorando si le gustaba el nombre o no- ¿Y qué hace un chico como tú saliendo de la comisaría tan pronto, Horacio?

Un beso y una flor // Dexacio one shot (contiene +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora