9. Suficientemente bonita

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—¿Que? —pregunte confundida.

—Lo que paso, se que se lo contaste.

Acaso el me vio... —Steve no se de que hablas —me cruce de brazos nerviosa.

—Mierda TN, se que lo recuerdas —se acerca a mi —la otra noche —hizo una pausa para tomar aire —la otra noche estuve a segundos de confesarte lo que sentía por ti.

Mi boca de abrió en forma de O, no recordaba mucho, sin embargo si recordaba al Steve sonriente de esa noche diciendo cosas que pensé que eran incoherentes.

—Steve yo... —me acerque a el —lo siento, claro que recuerdo, solo que pensé que la falta de sueño te había afectado.

Agacho la cabeza —pues no lo hizo.

Intente hablar pero de mi boca solo salían balbuceos, no sabia que decir.

—TN —levanto su cabeza —¿por que se lo contaste, por que no pudo quedar entre nosotros?

—Espera, enserio estoy confundida, ¿a quien le conté y que cosa?

—Robin, en la mañana no paraba de recordarme la mala suerte que tengo en el amor.

—¿Que? Steve, no le he contado nada, lo prometo.

—¿Entonces como lo supo? —pregunto mientras levantaba una ceja.

—Quizás nos vio, o no se...

Llevo sus manos a la cara para taparse. Sonrei al ver su reacción, desde que tengo memoria Steve siempre hace eso. Me acerque y despeine su cabello.

—Vamos, es Robin, siempre hace bromas con tu mala suerte —reí pero deje de hacerlo cuando el me miro mal.

—No vuelvas a despeinarme y no es gracioso TN.

—Ño ñe ñañoño ñeñeñe —lo imite.

Sonrió —cállate.

Sonrei y me acerque para abrazarlo —la hora de visitas ha acabado, ¿quieres ir a caminar un rato?

—Si, pero despidámonos de Max antes.

Asenti y entramos al hospital. Luego de rogarle a la enfermera que nos dejara despedirnos al fin acepto, entramos corriendo y nos despedimos de nuestra bella Max, salimos como entramos gracias a que un doctor empezó a decirnos que no era hora de visitas.

—¿Viste como se veía enojado? —pregunto entre risas.

—Es de las cosas mas graciosas que he visto —respondí casi cayéndome al piso por un muro que no vi.

Steve me sostuvo para que no cayera, voltee a verlo y ambos empezamos a reírnos como psicópatas. Después de un rato nos calmamos y salimos del estacionamiento del hospital. Steve se ofreció a acompañarme hasta mi casa asi que en cuanto llegamos el se fue. Subí a mi habitación y me tire en la cama, nadie estaba en casa, pues todos tenían diferentes cosas que hacer o que se yo.

Alguien llamo a la puerta, sobe mis ojos con las manos y me levante de mala gana, baje las escaleras refunfuñando y a la misma vez gritando un ya voy, parecía que la persona necesitaba con urgencia que le abriera la puerta, pues no dejo de tocarla hasta que llegue a ella.

Abrí la puerta y mis ojos se abrieron como platos, era Peter.

—¿Qué haces aquí? —pregunte sorprendida.

—Ya que estuviste de acuerdo en matarme, y yo fácilmente puedo matar a tus hermanos y amigos, te propongo un trato.

Lo mire de mala gana y luego mire la calle percatándome de que nadie estuviera pasando.

ES ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora