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FELIZ CUMPLEAÑOS

La primera vez que conocí a Blas estaba seguro que moriría.

Era viernes, último día de clases. Y mi mala suerte hizo acto de presencia desde el momento en el que abrí los ojos en la mañana. Mamá no estaba y me había dejado una nota:

Hubo una emergencia en la clínica y no quise despertarte.
Nos vemos en la tarde.

Te amo.
Feliz cumpleaños.

- Mamá.


Eso, más el incidente con el profesor de Filosofía cuando me insartó un reporte por fumar en la terraza.

 — ¿Por qué fumas? — me preguntó mientras escribía en la bitácora la razón de mi castigo. No porque estuviera realmente interesado en mi respuesta. Sino más bien para estar listo para soltar su opinión mordaz, para humillarme.  — ¿Te gustaría que tu padre se entere?

 —Mi papá murió hace dos meses.  —Solté después de que me entregara el reporte para la detención más extraordinaria de toda mi vida.  — Gracias  — Agregué. Disfruté su expresión de vergüenza. La disfruté demasiado. Edgar es un excelente maestro, pero una no muy buena persona.

Y aunque realmente usé la carta de "Murió mi papá, mirame distinto" para este fin no tan honorable; Lo extraño muchísimo. Era el mejor papá de todos.

Eran las 12 cuando Muppet me mandó un mensaje para que nos viéramos en la cafetería. Estaba un poco sola, con no más de cinco mesas llenas.

 — Hola ojitos  — tomó asiento frente a mi, mandandome un beso. Sonreí por el apodo que no ha logrado superar desde que escuchó a mi abuela llamarme así.  —Feliz cumpleaños  — y me extendió una caja negra.

Alcé una ceja que apenas y se ve por encima de mis lentes. Un poco sorprendido.

 — ¿Qué es esto?  — Sonreí.

 — Abrelo.

Sin más rodeos quité la tapa y me congelé. Sentí un vuelco en el estómago.

 — Oye...  — empecé pero mi voz se rompería si continuaba hablando.

Era un dibujo de mi papá y yo. Mi foto favorita de hecho, la misma que llevaba mi papá en su auto cuando tuvo su accidente y se arruinó, se deshizo entre las llamas.

Por suerte Muppet forma parte de mi vida desde que aprendí a caminar y gracias  a su buena memoria y su increíble talento, la replicó.

 — Mup- — cuando alcé la mirada, un río de lágrimas se extendía por su rostro  — Uh ¿Estás bien?

 —  Si  — apenas respondió y cuando me miró a los ojos, resopló — No  —
Lo abracé — Esto está mal. Yo debería de consolarte a ti, pero es que tu papá era un tipazo.

 — Está bien, tranquilo. Todo esta bien. Gracias. Me encanta.  — me sonrió de vuelta mirándome con sus ojos negros llenos de lágrimas. Carraspee.  — Ahora quítate o la gente pensará cosas.

 —La gente  —  regresó a su lugar con un puchero fingido  — ¿La gente o Elena Diaz?  — alzó ambas cejas, apenas visibles por su tono de cabello original. Es tan rubio que si lo ves por un buen rato te calan los ojos.

Se me erizó el cuerpo con la mera mención de su nombre.

 — ¿Iremos a lo de Sarah verdad?  — continuó con su intensidad matutina con la que me toca lidiar todos los días por ser su mejor amigo. Realmente no me quejo. Bueno, solo un poco.

Unas Cuantas Primeras VecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora