Introducción

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Os voy a contar mi historia, no es una historia cualquiera es una de las más terribles historias que pueden conocerse. Las horribles acciones de los nazis durante el holocausto, el odio hacia los judíos y yo creo que también hacia la humanidad. Fueron una vergüenza para los seres humanos, como esos humanos podían hacer semejantes barbaridades.
Como encerraban a judíos o a cualquiera que no fuese de las ideas de derecha o de la misma religión e incluso a los que tenían alguna relación con judíos, por muy alemanes que fuesen. Como los enviaban a campos de concentración en todas partes de sus dominios y allí los mataban de hambre y a los moribundos que quedaban, los ahogaban en las famosas cámaras de gas, una clara matanza y un intento de extinción a la raza humana.
Yo fui uno de esos niños, mi padre y mi madre eran judíos yo con esa edad, no podía saber nada, era demasiado pequeño, no tenía la sificiente edad como para saber a qué religión pertenecía.
Vivía en la maravillosa ciudad de Berlín, la famosa ciudad de la puerta de Brandeburgo.
Mis padres eran unos adinerados judíos eso para empezar. Nos podíamos permitir todo tipo de caprichos, yo por ejemplo, me compré una máquina de escribir y luego me cansé de ella, pero como todo el mundo ¿no? Se la regalé a mi amigo Wilheim, éste alemán de pura cepa y cristiano.
Pasando un poco de este tema, mi padre era un prestigioso prestamista de toda Alemania. Mi padre me enseñó su oficio cuando yo tenía 10 años, a manejar grandes cantidades de dinero, a escribir rápido con su máquina de escribir, que luego me dí cuenta que necesitaba la que había regalado, pero me daba igual. Mi padre me enseñó a prestar dinero con distintos tipos de intereses y pude manejar las matemáticas como un verdadero profesional.
Me llamo Isaac, y mi infancia fue mi peor pesadilla.
Vivía feliz en Berlín. Con mi padre Abraham y con mi cariñosa madre Sarah. Tenía dos hermanos más, Edni y Aaron que murieron en las cámaras de gas del campo de concentración de Bergen- Belsen, la Baja Sajonia, uno de los más duros campos de concentración después que el de Auswitz, éate ya en Polonia.
Murieron el 5 de marzo de 1945, cada año en esas fechas sigo recordando estas penurias. A mi padre, lo llevaron a Auswitz, el peor campo de concentración nazi en el que murieron más de dos millones de personas por falta de alimentos o ahogados en las cámaras de gas. Cuando morían, los enterraban todos juntos en un cochambroso agujero.
A mí, en cambio, me mandaron a Chelmno, aunque, era un horror como todos y encima lo llamaban Campo de Exterminación. Nos daban unas asquerosas migajas de pan o de lo que fuesen y cada día adelgazábamos más y más hasta que llegaba el punto que nos moríamos de hambre. Aquello era inhumano, y nos encerraban solo porque éramos de religión judía.


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