Veintiséis centímetros

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-A-Ah... uff, mierda, Rodrigo...- Tomás suspira, entrecortado, apretando la sábana bajo su cuerpo entre sus dedos. Rodrigo lo mira, atento, hambriento, deleitándose con la excitada expresión que poseía el mayor en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios se encontraban muy húmedos y con porciones rojizas por las mordidas que él mismo le proporcionaba. Estaba hecho un auténtico y hermoso desastre, y él era el causante y eso le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Tomás, succionando intensamente fuerte y haciéndole apretar la expresión de su rostro soltando soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lamió un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones que le hicieron levantar a Tomás las caderas del colchón.

-Trágatela toda.- Demanda Tomás, llevando sus manos al desordenado cabello de Rodrigo. Éste sonríe levemente e ingresa solo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear al mayor. -Sé que podés meterla más profundo, dale.

Rodrigo gime al rededor del grueso falo en su cavidad bucal, aumentando la profundidad con la que lo succiona. Los sonidos húmedos hacen que, para Tomás, todo sea casi demasiado. Rodrigo sumerge el gran miembro hinchando del mayor en su boca, hasta donde más puede, y, con las dos manos abarca lo que no alcanza a entrar, masajeando con esmero y buscando hacer acabar al peliblanco en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo del ojimarrón en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir ese caliente semen derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuese abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Tomás a su garganta lo hacían sentir como si fuese una puta, aunque eso sólo lo hacía excitarse mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su propia erección, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquél detalle, el mayor gruñó, mirando a Rodrigo con los ojos líquidos en lascivia y muy enojados.

-Si querés correrte, haceme venir primero.- Le advierte, con la voz ronca como el infierno. Rodrigo gimió en desaprobación, pero aquello le hizo querer hacerle terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca, sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Tomás efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza del mayor hasta que éste movió efusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Rodrigo pensó, entonces, que se correría, pero Tomás se sentó de repente y le empujó de los hombros, apartándolo por completo de su erección.

Rodrigo le miró confundido. Tomás se limitó a besarle en los labios con necesidad. Una vez logró juntar suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca de Rodrigo, Tomás le obligó a ponerse de espaldas.

-Ponete en cuatro.- Ordenó, con la voz grave. Él obedeció, un poco aturdido. El mayor se ubicó debajo del cuerpo de Rodrigo, completamente acostado con su cabeza en la almohada y dejando el culo empinado de éste justo en su rostro. Rodrigo entendió lo que el mayor pretendía hacer cuando éste empujó su erección contra su boca, indicándole silenciosamente que siguiese chupándolo.

Y estuvo a punto de hacerlo, pero, en ese momento, Tomás ahondó en su entrada con su lengua de repente, como en la madrugada, y Rodrigo se retorció, arqueando la espalda.

𝐅𝐚𝐥𝐨𝐟𝐢𝐥𝐢𝐚 ♡ 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐭𝐨𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora