Día dieciocho: Llanto.

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Habían pasado algunas horas desde que la niña nació, un tiempo suficiente para que pudiera reponerse, poner en orden sus ideas y asimilar la responsabilidad que ahora tenía, y es que hasta ese momento, lo que se había imaginado se había desmoronado en el mismo momento en el que sus contracciones comenzaron.

Hasta ese momento no había estado solo, de hecho, dado que sería su segunda noche en la clínica, amablemente les dijo a sus dos acompañantes que se podían ir, sin embargo, ninguno de los dos acepto, uno porque sentía culpa por el desmayo en el quirófano y el otro porque ni loco le dejaba solo con él, sin duda, esos dos, se estaban ganando un espacio en el cielo, pero en fin, nuevamente ambos estuvieron toda la noche allí cuchicheando algo sobre una apuesta y unas figuras de colección, casi no durmieron, y es que incluso estaban pendientes de la hora pues, cada cierto tiempo, ya fuera Darek o Anna, llevaban a la pequeña para que pudiera comer, aunque una vez que terminaba nuevamente se la llevaban.

Y bueno, cuando podía escucharles, realmente no les daba importancia a aquellas conversaciones, después de todo, se suponía que cuando la beba no estaba con ellos, él estaba dormido aún, así que simplemente seguía pensado y rebuscando sobre ese asunto que no debía dejar pasar, y es que el nombre de la niña era algo que no debía dejar para el final... Pero sí que era difícil elegir un nombre adecuado, pues no quería ser el culpable de bullying o de qué su niña sintiera que su vida estaba arruinada por su nombre...

¡Agh, que fastidio! La noche se le fue pensado en ello y ni siquiera había llegado a una conclusión. Frustrado, y olvidando por un momento que supuestamente estaba dormido respiro hondo, que mala idea, pues después de eso, una leve tos le atacó, e inmediatamente una punzada de dolor se instalo en su abdomen.

—¿Yasu estás bien? — ay no, les había asustado

—Sí — aún adolorido, apenas y respondió — fue un ataque de tos. Pero no esperaba que la herida dolieran hasta para toser.

—Bueno es normal. Tienes una herida profunda en el abdomen, solo la sutura es lo que está impidiendo que esté abierto por completo — comentó Aki muy distraído.

Tanto Yasu como Daigo compartieron una mira asustada, y es que  ahora que lo pensaba bien ¿En qué se había metido Yasu al aceptar una cesárea? Y es que él no sabía con certeza porque dijo que sí, aunque tal vez la desesperación del momento le hizo actuar así, en fin... Tanto Daigo como Yasu estaban a punto de expresar su miedo ante ese dato que Aki les había dado, sin embargo, no pudieron decir nada, pues en el momento en que iban a responder una enfermera llegó al cuarto, aparentemente era necesario que Yasu se aseara, pues, en unos momentos por fin le llevarían a la niña y la dejarían más tiempo allí con el.

Gran noticia, pero por otro lado, en su vida, el asearse le había resultado complicado, hasta ese día claro, pues aunque la enfermera, Aki y Daigo le propusieron ayudarlo, él prefirió entrar solo, porque no se sentía cómodo y de todos modos debía acostumbrarse a hacerlo todo él solo, ¡Pero Dios! Si que estaba horrible aquel largo corte horizontal, ahora entendía porque le dolía tanto, era enorme, y sinceramente era fea, muy fea, y de no ser porque constantemente se recordaba que todo era por la niña, se hubiera desmoronado allí mismo, porque esa marca qué hora tendría de por vida era un golpe muy fuerte en su autoestima, y agradecía que no tuviera una autoestima tan frágil, pero bueno, eso no quitaba que estuviera fea y en ese momento le hiciera sentir feo, así que trató de ser lo más rápido posible en esa tarea, no quería estar más allí, porque de lo contrario si que terminaría mal emocionalmente.

Minutos después, salió ya limpio, del cuarto de baño listo para que la enfermera pudiese colocarle una venda que le cubriera la herida y que a su vez le sirviera de faja, y minutos después, le llevaron el desayuno, uno horrible por cierto, desabrido, sin color ni forma, pero al mal tiempo buena cara, además si quería salir de allí lo mejor era comportarse a la altura de la situación como el adulto de 32 años que se suponía que era. El lado bueno era que por lo menos ya no tenía el catéter intravenoso unido al suero, así por lo menos podía mover mejor la mano.

Mie [agosto de mpreg uwu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora