Muestras de afecto.

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El Fandom de InuYasha y sus personajes no me pertenecen.


1


Había estado toda la mañana discutiendo lo mismo con sus amigas; el afecto que le daba su novio. Ellas decían que él no era lo suficientemente amoroso con ella, que parecía que Kagome ponía más en la relación que él y que definitivamente era un tempano de hielo. Higurashi se quedó callada en toda la plática, escuchando atentamente lo que decían que debía de hacer su novio.


Escuchó con total atención todos los ejemplos que le dieron, hasta trató de no rodar los ojos cuándo sus amigas se pusieron demasiado cursis hablando de sus novios.


Kagome salió de esa cafetería completamente harta del tema a tratar. Tal vez no lo tomaría tan mal sino fuera porque todos parecían ponerse de acuerdo para decirle ese tipo de cosas. Ella sabía que su novio no era el chico más tierno del mundo, sabía que nunca le llegaría con un ramo de flores y mucho menos chocolates —y ni siquiera pensar en una serenata—, tampoco le escribiría cartas de amor o le dedicaría una canción. Simplemente porque ese no era el estilo de Sesshōmaru.


Suspiró, no era cómo sino deseara que él fuera un poco más cariñoso. ¿Quién en su sano juicio no esperaría que un día tu novio te diga cosas románticas al oído? ¿O qué te tome todo el tiempo de la mano? ¿O que te permita abrazarlo sin fruncir el ceño? Kagome también deseaba que Sesshōmaru fuera un poco más dulce con ella. Pero no se quejaba tampoco, lo había conocido desde mucho antes, conocía su forma de ser y era eso mismo lo que lo hacía él; una persona única. Pedirle que cambiara sería algo muy tonto de su parte, porque de esa forma lo conoció, de esa forma se enamoró de él y nunca de los nunca cambiaría a Sesshōmaru por alguien más.


Cuándo llegó a su casa saludó a su madre y a su hermano, no cenó —había comido en la cafetería— y se metió directamente al baño para posteriormente tirarse a su cama a dormir. Revisó su celular y de repente las palabras de Ayumi volvieron «mi novio me da las buenas noches siempre». Movió la cabeza de un lado a otro, desechando esas ideas.


Aunque debía de admitir que un mensaje no estaría nada mal...


Suspiró de nuevo y abrazó la almohada con fuerza. Sabía muy bien que Sesshōmaru la quería, ¿pero era mucho pedir una muestra de afecto directa? ¿Un te quiero mínimo? Con ese pensamiento se quedó dormida.


2.


El sábado definitivamente había sido uno de los días más raros de toda su vida. Había empezado normal, se había levantado, arreglado su cuarto, se había bañado, cambiado y bajado a ayudar con el desayuno. Su madre ese día optó por un desayuno sencillo ya que tenía que salir. Sota, su hermano, se fue con sus amigos a jugar un rato. Ella iba a quedarse sola toda la tarde haciendo lo primero que se le ocurriera hasta que le llegó un mensaje a su celular de su novio.


Justo en ese momento empezó lo raro.


El mensaje decía «Quiero verte. ¿Te parece hoy a las 4 en el parque de diversiones?» era el mensaje más largo que Sesshōmaru le había mandado y es más, parecía otra persona completamente distinta. Se obligó a sí misma a parpadear un par de veces para saber si lo que decía ahí era real y entonces finalmente contestó aceptando la cita.

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