Colgando en tus manos

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"¡Bien! Felicidades a Valentino y Mariela, ahora es el turno de... ¡Ryan Reinhardt y Lena Estelle Rodney!" Anunció la maestra de ceremonia, todos aplaudieron,  los compañeros y profesores del programa de música estaban en el teatro para presenciar las pruebas finales de los alumnos de primer año. "Dios, que nervios" susurró Lena, soltándose el cabello, "Vamos con toda" respondió Ryan agarrando el micrófono. Se apagó la luz y cuando se volvió a encender estaban los dos en escena, el con una camisa blanca de botones, pantalón negro de vestir, una boina, mocasines  y tirantes y ella con un vestido negro corte de sirena. "Quizás no fue coincidencia encontrarme contigo..." Ryan sonrió, "Tal vez esto lo  hizo el destino..." respondió Lena acercándose sensualmente, "Quiero dormirme de nuevo en tu pecho" Ryan cantaba y ella se acercó y puso su mano en el pecho de el, para luego voltearse y responder que después la despierten sus besos, acercándose mucho a la boca de Ryan, mientras interpretaban la canción se acariciaban, el le dio una vuelta, ella no perdía oportunidad para tocarlo en el pecho y sus brazos, al terminar la canción los ovacionaron de pie, al salir del escenario se abrazaron. "¡Lo hicimos!" Chillo Lena y sin medir distancia saltó a sus brazos, enredó sus piernas en el torso de el, Ryan la alzó agarrándola fuerte con una mano en su trasero y la otra en la espalda, pero como lo empujó cayó contra la pared y quedaron muy cerca, sus pechos se contraían, una mezcla de euforia, deseo y emoción los invadía, ambos están sudados, hay poca luz y nadie los ve, "Si, Lo hicimos..." Ryan susurra nervioso, corta el silencio y la besa con pasión, con hambre, con ansias acumuladas por tantos años de amarla en silencio, Lena corresponde, deja entrar su lengua que recorre su boca sin pudor mientras se pega completamente a el, quien pasa a ponerla contra la pared, acorralándola sin cortar el beso, ella se movía, estrujándose contra Ryan mientras el le partía la boca. Se separaron por falta de aire y el bajo el rostro, soltándola, ella agarró su cartera y salió corriendo, ambos suspiraron.

Ni besos, ni flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora