Capítulo 8

458 52 2
                                    

Seishu tiene la cabeza inclinada hacia abajo. Parece que a través del inminente frío de su cuerpo y de la penetrante oscuridad, fue capaz de recordar los días de su juventud en que las flores de jazmín brillaban en sus manos. A la edad de diecisiete años, Hajime lo llevó a ver como los capullos se abrían en los árboles del bosque. Ese fue su regalo de cumpleaños. ¡El mejor presente de su vida!
El dulce amor de ese momento era completamente falso. Solo el dolor le martillea ahora.

Está cansado de sus memorias de hace 14 años. Cansado de ver jazmines, libros, fuegos artificiales y lámparas de aceite que formaban parte de algo que ya no existía.

No sabe cuánto tiempo estuvo abierta la puerta, tampoco conocía desde hace cuánto Hajime había estado observándole.

— Si no entras ahora, duermes afuera.

Seishu se levantó y entró a la casa sintiéndose verdaderamente triste, débil y humillado. Lo más doloroso es que nunca fue capaz de reclamarle nada. Siempre lo tuvo allí, para él, a su alcance.
Y ahora lo está perdiendo sin notarlo.
Hajime originalmente había querido hablar de una manera tranquila. Intentó sofocar los rastros de su ira y la inminente furia que se expandía todavía por su cuerpo. Quería darle a entender a Inui, que todo podía quedar atrás, olvidarlo, seguir. El tema de la ruptura podía ser tirado a la basura... Pero cuando vio la camisa de Inui, se sintió estúpido y pensó que había estado haciendo algo para provocarle sentir culpa y lástima.

Seishu tenía sangre.

Él entró sin mirarle, se encaminó al baño y puso a calentar el agua en un intento por lograr detener al menos los espasmos de sus dedos. Temblaba tanto. Hajime notó por primera vez que su ropa era muy delgada.

— ¿Qué has estado haciendo afuera?—Kokonoi señaló su camisa, su mirada era difícil de descifrar.

— Tuve una hemorragia nasal.

Seishu limpió débilmente las manchas rojizas en su cara con el dorso de la mano.

— ¿No sabes cómo llamar a la puerta? ¿Realmente crees que puedo evitar que entres en la casa?—Hajime le ayudó a desvestirse.

Tiró la ropa manchada de sangre sobre un cesto junto al lavamanos y después, cerró la puerta del baño y regresó para mirar detenidamente el cuerpo de Seishu. Pese a lo extraño de la escena, Hajime le robó un beso bajo la ducha. Acarició a Seishu, su mano le tocó desde el costado hasta su cintura.

De un momento a otro la frente se le arrugó con fuerza sin que pudiera evitarlo.

— ¿Estás tan delgado porque comenzaste a consumir drogas?

Seishu negó con la cabeza. No pensaba explicarle ni siquiera las cosas más simples de su condición.

A Kokonoi no le importó su silencio. Ajustó el flujo del agua y presionó a Seishu contra las baldosas de la pared para besarlo profundamente, y también, aprovechar para estirar y jugar con la parte sensible de sus memorias. Con ese hemisferio que todavía le amaba y le extrañaba.

Sdishu se estremeció por las baldosas frías, no tenía fuerzas para entender a su pareja. No podía ni siquiera negarse.
Observar los movimientos eróticos de Hajime sobre él le provocó sentir algunas náuseas persistentes. Aunque no investigó ni lo comentó, estaba seguro de las cosas que Kokonoi había estado haciendo en los últimos años. ¿Con quién? ¿Con cuántos?

— Vamos a detenernos, no quiero hacerlo. Estoy muy cansado.

Seishu giró la cabeza y cerró los ojos, agotado y extremadamente mareado.
Los movimientos de Hajime no se detuvieron. Le pellizco los pezones, le obligó a adoptar una posición en cuclillas y ejerció toda su fuerza contra él.

Los 10 años que más te ame - Kokonui/Drakenui (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora