Las antípodas de mis ojos

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Un día me contaste que viste a un pájaro que golpeaba tu ventana, yo juraba que el universo había predestinado a morir a sus polluelos dentro de tu apartamento, pero un día que yo estaba en la cornisa de tu edificio, me dijiste: "¿Y si vió su reflejo en la ventana?", me bajé.

Le quiero dar una probada a la vida, solo un poco, no soportaría morir por sobredosis, en ciertos instantes me da miedo porque mi mente tiene anestesia, adormecida por una falla del sistema, al menos eso solías decir, es una semilla que plantaste en mi psique, que yo era una pieza suelta que alguien se olvido de poner, nunca comprendí muy bien lo que me decías pero solía llorar.

Por eso creo que nunca me conocí, pero tu si me conociste a mi, y por eso me acostumbré a sentarme en el parque esperando a que llegue el nirvana del que tanto me hablaste, dandole migas de pan a una pájaro, con el cual hablamos por un tiempo y como mi lengua está enredada a mi cabeza, pregunté por ti. Por supuesto no sabía de ti entonces opté por sentenciar su muerte, mi alma olvidó perdonar, me volví a sentar y justo después la muerte llego como oportuna mensajera para contarme de ti, habías probado vida.

Cuando me dijo eso solo una pregunta había quedado estancada en mi mente; ¿a que sabrá la vida? Me da miedo preguntar y no recibir respuesta, así que fui a buscar la respuesta a una pregunta que no me hecho, a donde la muerte me llevo, la que mejor conoce la vida, a la antípoda del barrio donde crecimos. Fue un viaje para no regresar, con un anhelo de ser olvidado, recorrí caminos que había imaginado gracias a historias oídas y yo ocupaba el papel de viajero errante en mi vida mientras mi reflejo me observaba, intentando descubrir que se ocultaba en las antípodas de mis ojos, pero supongo que no pudo hacerlo.

Cuando mis pies me empezaban a doler llegue a un lugar donde la simetría y belleza estaban por equivocación, a la orilla del mar, entre a una casa olvidada por la dueña que la habitaba, tome café con ella y me contó historias del pueblo, eran históricas según ella pero era irónico, cada persona me contaba algo completamente distinto, no se conocían, dudo que alguien alguna vez se haya encontrado con su reflejo, así que año tras año han ido perfeccionando el arte de la descripción, pero es imposible, cada persona ve su propio reflejo en los ojos de los demás pero no se han percatado. Me pidieron que los describiera, pero mi mirada es demasiado pesada y mis pupilas todavía siguen intentando descifrar qué hay debajo del suelo, así que deje a mi imaginación hacer el trabajo, les cree una realidad ajena a lo real, vivieron en esa mentira muchos años, era doloroso ver como cada día perfeccionaban esa mentira, no llegaron a conocerse.

No soportaba estar en un lugar así, así que decidí irme por un camino que no tenía final mientras que mi mirada no comprendía el arte de mirar, me rendí y salí a mitad de camino. Me descubrí en un lugar desconocido, frente a mi había un hombre desgastado tomando, lloraba tanto pero se veía tan feliz pero nunca me digne a darle atención. Un día le estaba dando migas de pan a un pájaro, el me llamó por mi nombre, no era el nombre por el cual el mundo me conocía, era un sonido que me resultó tan cercano que no lo pude ignorar. Me ofreció tomar, no encontré las palabras para decir no, así que cerré los ojos y tomé de esa totuma, vi mi propia muerte, en una estación de tren por la tarde.

Me di cuenta de que ya no te recordaba, es complicado recordar una memoria olvidada; por lo que me fui a la estación de tren, con muchas ansias, me entregué. Dure tanto tiempo allí, me sentía tan feliz esperando mi muerte, la vida no sabía ser, ya no era única, nunca lo había sido en realidad, la gente ahora tiene impregnada en su cerebro la extraña idea de que el que tenga una sonrisa en la cara por más tiempo sabe vivir, y yo ya no sé pensar, no sé hablar, hablo para que no me escuchen, en consecuencia dicen que estoy demente, los entiendo. Nunca pasó, lloré pero me veía feliz, comprendía que el destino me había abandonado y gracias a eso sentía que mi movimiento no tenía peso, me sentía leve, así que decidí hacer el mismo favor que me hicieron a mi, llame a la primera persona que descubrí mirando a un lugar donde no sé posicionaban sus ojos, llene mi totuma y le convidé, cuando terminó tomo el tren y se fue; días después leí en un periódico que ese tren se había descarrilado, moriré con la incertidumbre de saber si él supo que ese era su final.

Días después leyendo una libreta donde escribí todo me di cuenta que como viajero errante creo que tome el camino errado, me propuse volver a comenzar, regresé por el mismo camino que me fui, llegue a tu edificio, me subí a la cornisa, cerré los ojos y vi mi reflejo, me dijo: "¿Y si si vió su reflejo?", te encontré.

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