CAPÍTULO 2.

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Era el año 1990, transcurría el mes de Marzo cuando me mudé a este pueblo, no sé cuantas casas habían, ni cuentos habitantes. Lo que si sé, es que eran pocas casas y pocos habitantes, una calle principal que se ramificaba en cuatro calles, esta era una de ellas ; también había un pequeño ambulatorio, asistido por un médico y una enfermera que consultaban tres días a la semana; una escuela, unas tres o cuatro bodegas de alimentos y un pequeño comando de la Guardia Nacional, que se encargaba del control de animales y algunas actividades forestales. Un sargento poco amigable y cuatro guardias, que bajo sus órdenes estorcinaban a aquellos que cometieran alguna falta. Eran la única autoridad del pueblo, además del Jefe Civil.

Justo en este lugar, había una pequeña casa que alquilé por recomendación de mi excuñada, la hermana del padre de mis dos hijas menores. Yo era una madre soltera de treinta y cinco años y buscaba una casa que pudiera pagar con poco dinero. Era una casa de techo de zinc, con dos habitaciones, un baño común y una cocina comedor que también utilizamos de sala, esta tenía dos puertas: una de entrada y otra puerta trasera, que daba acceso al patio donde estaba un tronco muy grande de un árbol que habían talado y dejado olvidado. Además, un poco más atrás había una Quebrada, que si no me equivoco aún debe estar allí.

Era una Quebrada con un caudal poco profundo, rodeada de árboles y arbustos que le daban un poco de humedad y frescura; pero al mismo tiempo una oscuridad tenebrosa...
No sólo eso __ se levanta y se asoma por la ventana. __ ,detrás de la quebrada, detrás de esta... La Gran Montaña, ¡Imponente!¡ Desafiante!¡Impenetrable!...

__Ahí, parada en la ventana, mirando hacia la Gran Montaña, continúa su relató con mucha tranquilidad; pero con una inmensa tristeza en sus palabras.

__Ocupé la casa con mi hija mayor: Lila, que para ese entonces tenía quince años, una linda chica: delgada, de ojos y cabellos negros muy largos; no estudiaba ya que la escuela no ofrecía el bachillerato, por lo que me ayudaba en los quehaceres del hogar. De igual manera vivían conmigo mis hijas menores: Milen y Michelli

Milen, una niña de cinco años, rubia, traviesa, cariñosa, hermosa. Y Michelli, la más pequeña, de tres años, también rubia como su padre; alegre, traviesa y muy curiosa. Puedo decir, que desde que ocupé la casa, a partir de ese día comenzó mi calvario...

Bajo del camión de mudanzas y hago un estiramiento de mis brazos mientras aspiro y expiro un poco de aire para relajarme.
__ ¡Bajen niñas, ya llegamos! __ Ellas bajan del camión y corren hacia la casa. Contentas, alegres con la curiosidad impresa en sus inocentes rostros.
__ ¡Vamos!__ dijo Milen.
__ Quédense aquí, voy a buscar la llave que la dejaron en la casa de al lado.

Cojo mi bolso y camino hasta allá y al tocar la puerta...
__ ¡Holaaa...!
__ Hola. __ Me responde al abrir la puerta, un hombre de mediana estatura, trigueño, con una voz fuerte, vestido como trabajador de campo.
__ Hola, soy Mina, busco la llave de la casa blanca, ¿ La dejaron aquí?
__¡ Aaah! Eres la que va ha ocupar la casa.
__ Si, ya tengo toda la mudanza para bajar.
__¡ Ok... soy Juan! Juan Carmona __ busca en uno de los bolsillos de su pantalón. __ y aquí tiene su llave, si Ud. quiere le ayudo con el camión.
__ Gracias, no quiero molestar.
__ No, no se preocupe, ya somos vecinos, y Ud. sabe, debemos ayudaros.___ El Sr. Juan me acompañó hasta el camión y me ayudó con la mudanza. Ya con todo instalado, le ofrecí un café en agradecimiento.
__ ¿¡Le gustaría tomar un café!?

__ Si, le acepto su café. __ El Sr. Juan se sienta en una de las sillas moviendo su sombrero de lado a lado, aprovechando el viento que este producía para refrescarse del sofoco y el calor después del trabajo de la mudanza, para luego preguntar. __¿ Y su esposo?
__ Soy madre soltera, Sr. Juan. El padre de mis niñas hace mucho tiempo que no sé de él,
__ ¡Entonces con más razón, va a necesitar ayuda! ¡Siempre que lo necesite, cuente conmigo!
__ ¡Gracias Sr. Juan! tome su café. Me vine hasta aquí porque la Sra. Rosa Pereira me contrató para trabajar en su casa. ¿ Sabe Ud. dónde es?, debo presentarme mañana temprano.
__ Si lo sé, si Ud. quiere la acompaño mañana. Y así le muestro el pueblo.
__ De acuerdo, y gracias de nuevo, es Ud. un buen hombre.

llega la noche y justo cuando enciendo las luces, explota la cajera de los fusibles, ocasionando un circuito y quedamos a oscuras. No podíamos dormir así, y menos el primer día en un pueblo donde aún no conocíamos a nadie; tenía que resolver, como siempre lo había hecho o por lo menos intentar solucionar el problema.

__ Lila, quédate con las niñas que yo voy a buscar ayuda__ Lila se quedó en la cama con las niñas. Caminé en medio de la oscuridad, tratando de tocar los muebles para no tropezar. Cuando logré salir, busqué al Sr. Juan para pedirle su ayuda; él, sin vacilar y muy voluntariamente vino a mi casa a revisar con una linterna.
__ Sra. Mina ; pero la cajera está quemada, hay que cambiarla y ya será para mañana.
__¡ Aaah! Sr. Juan, entonces estaremos a oscuras toda la noche?
__ Así es, le dejaré la linterna, mañana compre los fusibles y se la arreglo.
__ Gracias Sr. Juan.

Después que el Sr Juan se fue, con la linterna pude hacer de comer. Luego acosté a las niñas y Lila y yo conversamos hasta quedarnos dormidas. No sé a que hora de la noche me despertó un ruido que escuché en la parte trasera, creo que eran golpes en el tronco; me atreví y alumbre con la linterna por la ventana .Sin embargo, no vi a nadie y pensé que era algún animal que andaba suelto: una vaca, un caballo ; no sé, cualquier animal por la cercanía de las haciendas que rodeaban al pueblo.

Me recoste de nuevo en mi cama apagando la linterna, la habitación quedó totalmente oscura, cuando minutos después volví a escuchar los ruidos y me asusté un poco, me pregunté: ¿Quizás será alguien que quiere llevarse algo? Pero, ¿Qué? No dejé nada de valor allí, seguí pensando que era un animal, para tranquilizarme y que en la mañana lo sabría.

   LAS HIJAS DE MINA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora