3, Destellos de realidad

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—Halley , buscaré a tu familia, ¿De acuerdo? Escúchame Halley…

No puedo responder… No puedo hablar… y tampoco puedo respirar, intento hacerlo, pero mis pulmones no responden a mi grito de auxilio.
—Halley, quédate conmigo, Halley.  
Me acomoda en el suelo, se que corre, oigo sus pasos , pero todo es lejano, no estoy aquí, estoy perdida en alguna parte turbia de mi mente, un lugar donde todo está pequeño, y no encuentro nada, ni una pequeña luz, ni una salida, solo estoy ahí luchando para no ahogarme.

Tedy…  
Tedy…. 
Te…dy…
Repito una y otra vez sin saber qué significa, su nombre sigue haciendo eco una y otra vez.
Un pitido comienza a zumbar en mi cabeza, y estoy aturdida, siento los brazos de Terence intentando con desespero despertarme de mi trance, pero es en vano, nada funciona, y sigo allí, inmóvil, asustada, intentando con todas mis fuerzas seguir luchando para obtener tan solo un poco de oxígeno.

Comienzo a ver destellos que no logro distinguir, uno tras de otro, son pequeños fragmentos de algo que no puedo armar, estoy mareada, sigo asfixiada, no puedo pensar.
—Halley, quédate conmigo —La voz del doctor tiembla.
Me acomoda en el suelo, y sé que corre, escucho sus pasos alejarse, pero todo es lejano, muy lejano.

Sigo escuchando el nombre de Tedy en mi cabeza, y escucho la risa de un pequeño, sé que es de él, e intento sujetar ese fragmento, pero se desvanece, mi boca está seca, aún no llega nadie para ayudarme, y comienzo a sentir miedo, mucho miedo.
Los destellos comienzan a tomar forma, son imágenes difusas, se deslizan una tras otra, como si de una película se tratase, intento sujetar alguna pero no puedo, van de un lugar a otro, y así continúan apareciendo hasta que logró diferenciar una, es una casa blanca con ladrillos, estoy justo frente a la puerta, sujeto la manilla y justo cuando abro, la imagen desaparece.
Logro descifrar otra imagen, comienza a tomar nitidez, ahora estoy amordazada, puedo distinguir mi rostro lleno de lágrimas, y mi cabello envuelto en una maraña de sucio, está pegado a mi cuerpo, llevo puesto un suéter azul, y un short negro, mis zapatos están llenos de barro, estoy en lo que parece ser un sótano, hay cajas con una cantidad absurda de carpetas, estantes llenos de archivos, observo también algunas herramientas de soldadura, y un montón de piezas de autos, hay restos de comida regados por el suelo, y hojas secas… Escucho la manilla girar, quiero que se abra la puerta y ver quién es el causante, pero la imagen desaparece…

Escucho la voz de Jeanne, también logro oír otras voces pero no las reconozco, están sujetándome y aplicándome primeros auxilios, pero no es suficiente, me colocan oxígeno y siento como lentamente va entrando a mis pulmones, me inyectan algo, y a medida que va pasando el líquido mi cuerpo comienza a sentirse más cansado que hace unos minutos, hasta que caigo por completo en un sueño absoluto.

Despierto, mis ojos intentan acostumbrarse a la claridad, intento reconocer el lugar pero fallo en el intento,  todo está blanco, muy blanco, cortinas blancas, cama blanca, observo la mesa y hay un ramo grande de rosas, a mi lado está la rubia que sostiene mi mano, mamá está del otro lado dormida, hay una revista en sus piernas y veo varias tazas de café vacías, mi cuerpo está bloqueado, no reacciona, mi mente está… No sé dónde está.
Intento procesar todo lo que vi, lo que sentí, estoy en un estado de somnolencia, supongo que lo que sea que me inyectaron sigue en mi cuerpo, miro a la rubia, ella solo sonríe y me da un suave apretón en la mano.
—¿Cuánto tiempo llevo acá? —pregunto aún intentando digerir todo.
—Ya perdí la cuenta, pero al menos nueve horas. —responde con un deje de preocupación en su voz.
—Quiero irme. —pronuncio. Mi voz se siente diferente, desconocida ante mis oídos.
—Halley, —susurra con suma delicadeza y acaricia mi cabello—, te quedarás acá un rato más, deben observarte, sufriste un ataque de pánico, pero todo estará bien, confía en mí.
¿Un ataque de pánico?
No.
Fue más que eso, mucho más. 
La rubia sonríe, pero no puedo devolver la sonrisa, probablemente también acabo de olvidar como sonreír… o quizá mi corazón se terminó de congelar, y ahora no hay registro de ese gesto tan simple pero valioso.
Mamá se levanta, y se acerca.
—Mi pequeña —dice con lágrimas en sus ojos—, ¿estarás bien, no es así?
—Lo estaré, supongo.
—Bien mi pequeña, debo trabajar, Jeanne, por favor, cuídala.
Me besa nuevamente y se va.
—¿Es así siempre? —pregunto al oír la puerta cerrase.
—Lo siento —responde Jeanne con nostalgia.
No respondo.
La rubia me sonríe con complicidad, y lo entiendo, sé que ha traído la libreta, pero no puedo escribir, no puedo reaccionar…
—Ru…bia —hablo con dificultad. Mis palabras se quedan atoradas, mí tráquea se cierra al recordar todo, y siento como mis pulmones están colapsando nuevamente.  
—Shhh, reposa, ya habrá tiempo para anotar.  
—Rubia —respiro— Dámela, por favor, es importante. —digo con dificultad.
Ella no insiste, no hace más preguntas y lo agradezco, coloca la libreta en mis manos, se aleja un poco, y suspira.
Tomo el boli, e intento escribir todo brevemente.
Nota: La fotografía familiar, buscar.
Rebeka mayor, Tedy, menor, sus ojos caramelo.
Continúo haciendo anotaciones, e intento escribir detalladamente las imágenes que vi.
Más dudas, más y más grietas… Y muy poco cemento.

No puedo agradecer, estoy tan cansada que me duermo…



Han pasado unas horas desde que llegué a casa, Jeanne y yo cenamos juntas, en silencio, mamá no ha llegado aún… no hago preguntas sobre dónde estará, porque presiente que Jeanne tampoco sabrá.
Me encuentro en mi habitación, y estoy luchando contra mis ojos, mis párpados están cansados, pero no quiero dormir… No puedo dormir aún, necesito hablar con él, y no sé cómo encontrarlo.  
Hasta que leo de nuevo… Cada noche… Cigarros, encendedor. Claro…  
Comienzo a caminar por toda la habitación, me doy varias bofetadas, no puedo dormir aún… Estoy cansada, mis ojos están por perder la batalla, pero entonces escucho la puerta abrirse, y se siente como si acabasen de abrir las putas puertas del mismísimo cielo.

—Estás… Estás despierta —No puede ocultar su sorpresa, pero no tengo tiempo para eso. No hoy.  
—A ver escúchame puto castaño, —me acerco de prisa, y me sitúo delante de él. —Y pon mucha atención. —sentencio. 
—¿Pasa algo? —Sus ojos se agrandan, y su rostro refleja preocupación.  
—Cállate y escúchame , ¿Estás enamorado de mí, cierto? —pregunto aún sabiendo la respuesta. 
—Bueno, es que… 
—Responde, mierda, sí o no. —grito desesperada. Estoy dando mi último suspiro de aliento. Es aferrarme a esto, o perder para siempre la única esperanza que he tenido desde hace mucho.  
—Si, te amo tanto Halley, desde que…  
—Bien bien, bien mierda ,bien ,me amas, escúchame con atención, castaño. —Sé que estoy siendo grosera, que no lo merece, pero estoy alterada.  
—Te escucho.  
Está asustado, esta ansioso, sé que quiere decir mucho, sé que quiere que yo sepa quién es… pero primero debo saber quién soy yo.
—Vas a ayudarme, ¿Lo entiendes? Vas a ayudarme a saber qué mierda me pasó, y voy a desbloquear ese puto trauma, al costo que sea, voy a recuperar mi puto historial, y tú me vas a ayudar, por favor, ayúdame…
   Mis últimas palabras son una súplica, un grito de ayuda desesperado…
—Halley, el psicólogo ha…  
—¡A la puta mierda las recomendaciones mierdas del puto psicólogo! Eso no me ha ayudado en nada, ahora será a mi puto modo, ¿Vale?  
Él ríe, y mi paciencia se agota…  
—¿Cuál es el puto chiste?  —pregunto exaltada. 
—Que no olvidas lo grosera que eres.  
—Menudo imbécil… —susurro, pero no puedo evitar reír.  
—¿Dijiste algo?  —pregunta con picardía.
—No, para nada.  —respondo.
—¿Cómo te ayudaré? —pregunta.  
—Desde mañana, me dirás todo lo que sabes de mí, todo lo que sabes de lo que me pasó, todo, puto castaño, lo entiendes, todo, por favor, quiero saber todo. —Estoy desesperada, mis manos están temblando de nuevo, mi cuerpo está como una gelatina, voy a caer de nuevo… Pero está vez unos brazos firmes me sujetan.
—Shhhh, sé cómo te ayudaré, todo estará bien.
Susurra en mi oído, y me sujeta, me acomoda en la cama, y me arropa. 

—Voy a ayudarte. —pronuncia, y besa mi frente.
Escucho cuando sale de la habitación, y sonrío, sé que no recordaré esto mañana, y tampoco quiero anotarlo, pero por un segundo sentí esa chispa, ese pequeño momento en el que entiendo por qué estoy con Tayden, por qué lo elegí, y quisiera tanto poder recordarlo….
Mis ojos están cerrándose, pero recuerdo algo importante, muy importante de hecho… así que corro hacia la libreta, y escribo rápidamente.

NOTA , No decirle nada al doctor. Nada. No puedo confiar en él.   
NOTA , El castaño me ayuda , es bueno (al parecer)
NOTA, Decirle al castaño de Rebeka y Tedy.  

Antes de cerrar la libreta sonrío, y entonces escribo…

NOTA , Realmente podría perderme en los ojos del castaño.

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