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-Hey...- Habló, su voz estaba rota y tenía un nudo en la garganta que no la dejaba hablar, frunció sus labios formando una delgada línea con ellos.- ¿Cómo estás? -volvió a hablar, intentando no quebrar su voz.

Volteó con el entrecejo fruncido, los ojos hinchados y rojos y con lágrimas secas por toda su cara.
-¿Cómo debería estar? -Preguntó, retandolo con la mirada e intentando desatarse.
-Lo siento... Se que hice mal, mis acciones serán castigadas algún día, tal vez ya estén siendo castigadas, ¿Será el dolor y la miseria psicológica considerado castigo?
-Tal vez ser tú es un castigo...-Respondió, aún intentando desatarse sin éxito.
El se paró y elevó su mano, lo golpeó en la cara tan fuerte que la sangre acumulada en su mejilla la hacía ver más roja de lo normal.
-Tienes un espejo atrás de ti... Idiota.- Dijo, arrastrando las palabras.
Bajó la cabeza y no dijo nada, quería llorar, las lágrimas acumuladas en sus ojos amenazaban por salir antes de que el pudiera hacer algo para evitarlo.
Hubo un silencio incómodo antes de que escuchara pasos y la puerta abrirse y cerrarse, alejando así los pasos de poco a poco.

¿Cómo fue que llegó a ésto?