Katsuki abrió la puerta de un solo golpe, aunque era bastante normal que así fuera, esta vez tenía un humor especialmente malo encima debido a su nerviosismo y miedo abundando en el interior de su cuerpo.
Su madre lo noto de inmediato desde su cama e intentó encararlo para reprocharle, sin embargo; al instante el rubio se acercó y la tomó por los hombros, empujando un poco para regresarla a su posición inicial sobre la cama.—¡¿Que crees que haces?!, ¡¿Estás loca?!
—¡¿Que crees que haces tú tratando Así a tu madre?!
Ambos se miraron con aparente odio mientras Masaru suspiraba estando ya acostumbrado a la relación entre su hijo y esposa, escuchando como ella le exigía una explicación del porqué de su mal humor, y él le reprochaba el que hubiera intentado levantarse aún estando tan terriblemente enferma. Masaru sabía que Katsuki tenía razón, pero también sabía que su esposa era una mujer tan terca que no iba a permitir que la conversación terminara sin antes responder sus dudas y "ganar" el debate.
—¡Estás enferma!, ¿Que parte de eso no entiendes, loca?, ¡tienes que quedarte en cama!— gritaba el pobre muchacho con las venas marcadas en su frente.
—¡Eres un maleducado, mocoso! ¡Más te vale que me expliques ahora mismo por qué vienes más inquieto de lo normal!— reprochó ella como respuesta de la misma manera, sin ceder a recostarse nuevamente.
Muy en el fondo, Katsuki sentía un ligero alivio de que su madre actuara así, pues esa misma mañana no había podido ni levantarse a desayunar de lo débil que estaba.
Pero al parecer ya estaba mejor y con fuerzas para gritarle todo el tiempo otra vez, y eso era algo que Katsuki había extrañado demasiado, pues desde que su madre se enfermó, la casa se mantenía en completo silencio salvo algunas preguntas y respuestas que se intercambiaban los varones sobre los problemas del pueblo.—¡Eso no es asunto tuyo, vieja!— exclamó el joven alterandose aún más—. ¡Ultimadamente ¿A ti que más te da? Solo enfocate en recuperarte!— concluyó Katsuki desde el fondo de su corazón.
—¡Claro que es asunto mio!—. La mujer se acomodó nuevamente sobre la cama, sintiendo algo de sueño por el ambiente —. ¡Soy tu madre! — finalizó ella, regañando y tapándose con la colcha, a lo que Katsuki solo giro los ojos con frustración y se dio la vuelta para irse a su cuarto, pues debía prepararse para su próximo viaje que bien sabía él; amenazaba con ser el último.
Con miedo de arrepentirse, tomó su bolso de tela y empezó a llenarlo rápidamente en un intento por no darse tiempo a sí mismo de pensar más las cosas. No necesitaba mucho, así que termino tan pronto como había esperado y escondió la bolsa debajo de su cama. Se quedó sentado mirando el piso pensando en lo que iba a hacer y en si realmente valdría la pena... Después de todo su madre ya estaba mejor ¿No?
¡No!
Era imposible que su madre estuviera mejor si ni siquiera había probado las hierbas de las que el doctor les había comentado.
Su madre estaba muriendo.Katsuki salió de su habitacion para echar un vistazo a sus padres, encontrándolos a ambos conveniente y profundamente dormidos. Mitsuki; obviamente tendida sobre la cama, y Masaru en la silla junto a ella.
El joven rubio admiró la imagen por unos momentos y luego salió de casa para dirigirse al huerto de vegetales.
Cosechó todas las papas y las separó minuciosamente, dejando las mejores sobre una canasta, y envolsandose las demás.La cena esa noche fue como todas; su padre hirvió un par de zanahorias con sal y cebolla y las sirvió en los mismos platos de madera de siempre.
Katsuki bajó la vista; observó el plato como si estuviera obsesionado con el y mientras más miraba su contenido, más se convencía de que debía hacer algo pronto para salir de la miseria llegando incluso a la conclusión dañina de que ese tesoro era la única opción a la qué recurrir.Al llegar la completa oscuridad de la que la noche era dueña; Katsuki tomó la canasta de papas y la llevó a la mesa; acomodó el bolso con sus pertenencias sobre su hombro y con extremo cuidado de no despertar a sus padres; salió de la casa. No fue tan fácil, pues la puerta; cómo toda la madera de la casa, rechinaba cómo la risa alargada de una bruja, provocando así que Katsuki tuviera que jalar solo unos cuantos segundos y detenerse justo cuando su padre amenazaba con despertar para luego seguir jalando una vez que se percataba de que eran simples movimientos peligrosos.
Salió de casa Una vez la puerta estuvo completamente abierta y atravesó el umbral sin preocuparse por dejarla como estaba, pues sabía que iba a ser más tardado. Empezó a caminar sin mirar atrás, decidido a internarse en el bosque para cruzarlo y llegar a su destino.
Había estado pensando en todo, pero principalmente en deku.
¿Por qué ese maldito nerd se preocupaba tanto?El rubio caminó y caminó hasta llegar al bosque y empezó a adentrarse en él sin dudarlo y al cabo de unas horas; cuando el sol comenzaba a salir, sintió como las tripas se le retorcian gritando por atención.
Atendiendo a su "llamado" reunió algunos leños y se dispuso a formar una fogata con la cual hervirla las papas que llevaba en su bolsa.Luego de consumir lo que sería la única comida que esperaba necesitar durante el viaje, se puso de pie para continuar.
Después de horas había llegado a la parte del bosque en la que se encontraban las criaturas mágicas de las que su mamá le contaba historias cuando era niño. No quería admitirlo, pero muy en el fondo esperaba con todas sus fuerzas encontrarse con alguna de esas criaturas y era irónico, porque las historias de dragones eran sus favoritas.Sacudió su cabeza dejándose de "estupideces" y diciéndose a sí mismo que debía concentrarse, pues estaba por arriesgar su vida de una manera aparentemente estúpida.
Tan concentrado estaba, que no se dio cuenta de que varias de esas criaturas mágicas lo miraban, todas escondiéndose de la molesta lluvia de cuerpos que se volvió poco a poco una costumbre que todos los que vivían en los árboles, arbustos y piedras, aborrecía. La mayoría sabía que más pronto que tarde el rubio caería achicharrado desde lo alto de la montaña.
Pero había un grupo de animalitos en ese bosque que vieron algo del muchacho. No se sabía que, no se sabía porqué, pero algo en ese joven les daba esperanza.
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𝕰𝖑 𝖙𝖊𝖘𝖔𝖗𝖔 𝖞 𝖘𝖚 𝖉𝖗𝖆𝖌𝖔𝖓
عشوائيUn joven valiente miembro de una familia muy pobre escucha el rumor de que en lo alto de la montaña más grande, en la cueva más oscura y escondida, existe un tesoro custodiado por un Dragon. El rumor crece tanto que varios de los hombres más fuertes...