Judy conoció a Marnie en una cafetería, irónicamente. Era una cafetería que prestaba libros que quedaba cerca de la universidad. Solía frecuentar mucho ese lugar entre los huecos de su horario de clases. Nunca tuvo muchos amigos y pasar el tiempo a solas nunca le molestó.
Marnie fue por supuesto la primera en hablarle. Tenía una personalidad brillante y espontánea que le hacía fácil hablarle. Así que las tardes en la cafetería se volvieron encuentros previamente acordados.
Fueron amigos al principio. Muy buenos amigos en realidad. Judy solía buscarla cuando él tenía un mal día. Estar cerca de ella hacia que los problemas se volvieran insignificantes. Ella se volvió su fuente de esperanza. En momentos de desesperanza, solo necesitaba unas pocas palabras de ánimo de Marnie y sentía que de repente era invencible.
El sentimiento no hizo más que crecer. Lo notó cuando su corazón desbordaba de felicidad cada vez que sus manos se rozaban, cada vez que se abrazaban e incluso cada vez que se encontraban. Todo acerca de ella era bonito y atractivo. Desde sus pequeñas manos, hasta la sombra de sus pestañas sobre sus mejillas adorablemente sonrojadas. Sus esponjosos labios rosa solo invitaban a besarla y un día habiendo recogido el coraje suficiente, se paró frente a ella y tímidamente se inclinó hacia ella.
Judy esperaba que pasara de todo. Que lo golpeara y saliera corriendo. O que se riera en su cara. ¡O que le escupiera! Pero para sorpresa de Judy, Marnie solo sonrió cerrando el espacio entre sus labios, acercándolo por el cuello.
Todo en ellos encajaba perfectamente. Hasta qué Judy comenzó a envidiar pequeñas cosas.
Judy amaba a Marnie, pero a veces envidiaba lo bien que se le veían los vestidos. Lo pequeña y adorable que lucia en ellos. Envidiaba la delicada forma de sus manos, su cintura, su estatura. Envidiaba como le quedaba de bien el maquillaje. Como lucia tan bien y natural en ella. Enviaba la naturalidad tan femenina de Marnie.
Algo tan enfermizo comenzó a crecer dentro de él, que empezó a ser odioso con ella. A veces era cruel, insensible y crudo con sus palabras, o criticarla. No fue a propósito por supuesto. Solo que a veces sentía que no quería estar cerca de ella. No quería decepcionarla cómo a su padre, ni que pensara que era un "bicho desviado".
Mirando atrás, Judy se destesta por ello. Él la había marchitado, había acabado con su brillo y la pisoteó hasta que ya no fue la misma. Podía verlo en años recientes.
Ya no más. Hier tenía razón. Es mejor borrar a Marnie de su vida. No por él, sino por ella.
No había querido separarse de Marnie porque egoístamente pensaba que solo ella podría calmar las pesadillas. Marnie lo hacía sentir bien y nunca fue capaz de hacer lo mismo de vuelta.
Salir de la vida de Marnie es el acto más desinteresado que podía ofrecer.
