Aún recuerdo aquel día.
Íbamos juntos aunque no tomados de la mano, con las mochilas en los hombros y una sonrisa de conversación. No recuerdo sobre qué hablábamos, porque eso fue ya hace muchos años, pero si recuerdo el sonido de tu risa, que para mí siempre fue el timbre más bonito del mundo.
Caminábamos sonriendo, llegamos al cruce, llegamos a la estación. te volteaste a verme y me sonreíste, te sonreí, me abrazaste con un beso en la mejilla, gesto que correspondí, te acercaste a mi oído derecho y susurraste un te amo, yo te dije un también te amo y nos separamos.
Tú tomaste el camino a la izquierda y yo el de la derecha, pero en nuestro descuido dejamos tirado ahí el amor. Yo encontré el mío, que me persiguió para que no lo abandonara. Pero tú no, el tuyo se sentó en esa estación, no volví a verle en tus ojos, no volviste a decirme te amo.
Ahora la estación me atormenta, me culpa de haber dejado caer ese amor, y tiene razón. Pero las estaciones son lugares pasajeros, cuando volví para buscar tu amor, él se había ido en el autobús al olvido. Y así dejaste de amarme, con mi último te amo.
La imagen de la estación seguirá siempre en mi mente, en sueños hermosos y pesadillas. El lugar al que jamás volví, pero que nunca dejé atrás.
La estación donde te dije te amo.
