𝟎𝟏. where are your eyes

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❝the smile has left your eyes❞

❝the smile has left your eyes❞

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LAS OLAS ondeaban el agua del mar de una manera brusca, el viento azotaba con fuerza y removía la arena. Me quedé quieta, frente a la escena, observando cada detalle. Mis brazos cruzados sobre mi pecho, provocando entrar en calor, no era la mejor época del año, aún así, caminar por el lugar era extremadamente tranquilo. Provocaba en mí una paz que realmente necesitaba.

-¡Heather! Ven aquí -logré oír la voz de mi padre a la distancia, me di media vuelta recogiendo mis zapatos y comenzando a caminar hacia él-. Llevo llamando durante más de un cuarto de hora.

-Lo siento, no te oí -respondí aún sin mirar su rostro. Noté una leve caricia sobre mi mejilla.

-Cariño, ¿estás bien? -su pregunta removió por completo el interior de mi estómago, al igual que me resultó extraño, ya qué, nunca sueles escuchar algo así proveniente de un padre. Quise gritarle y decirle lo mucho que odiaba sentir culpa, sentir odio y tristeza, pero con mucha dificultad no pude responder mucho más que un simple sí.

-Sólo estoy un poco cansada -añadí segura. Retomé mis pasos oyendo un largo suspiro de su parte pero pisando mis talones. Llegamos a casa, mi madre se encontraba en la cocina preparando algo para cenar.

-Hasta que aparece -habló, tajante, sin ni siquiera mirar en mi dirección. Puso algo sobre la mesa y comenzó a caminar hacia su habitación. Suspiré para luego perseguirla-. Y ahora qué.

-¿Podemos hablar? -pregunté, fijando mi mirada sobre la suya. No dudó en mostrar indiferencia ante mi pregunta, no se molestó en responder-, mamá.

Negó, simplemente negó.

Me quedé ahí, parada, frente a la puerta recientemente cerrada por ella. Bajé la mirada a mis pies descalzos, me retiré de ahí a mi habitación. Lloré, lloré cómo cada noche, lamentaba recibir aquél trato de mi madre, odiaba sentirme de esta forma.

Sólo deseaba que dejara de doler.

━━━𔘓━━━

INICIO DE semana. Comenzaban las clases de nuevo, después de un pequeño descanso de dos días. Por cada paso que daba, buscaba con la mirada a mis amigas, pero no encontraba ningún rastro de ellas.

Lejanamente logré encontrar la cabellera de Liv, corrí tras ella haciendo el mejor intento de esquivar a cualquiera que interrumpía mi paso.

-Rubia, -pronuncié segundos después de llegar a su lado, sonrió hacía mí-, ¿ocurrió algo?

-Nada de lo que preocuparse cariño, -confesó-, ¿que te ocurrió a tí?, tienes muchas más ojeras de lo normal.

-Mala noche.

-Ven aquí,- abrió sus brazos, sonreí con una niña pequeña, los acepté y me uní a ella-, oye, puedo dejar pasar la cicatriz enorme, pero tengo que tapar esas ojeras.

Entramos al baño y en menos de dos minutos me encontraba cómo nueva. Avanzamos el camino hacia las taquillas para sacar todo lo necesario para nuestra primera clase del día. Sentí un codazo sobre mi estómago, Liv mirada de frente ladeando su sonrisa.

-Ese chico de ahí no te ha quitado el ojo -anunció, o más bien bromeó. Fruncí el ceño cerrando mi taquilla, negué.

-Te mira a tí, rubia, créeme.

-Vamos a comprobarlo -murmuró. Entré en pánico por unos instantes, pensando que caminaría hacia él y le preguntaría directamente. Pero no fue lo que hizo exactamente. Se movió a un lado para comprobar que el chico no la seguía con la mirada, y efectivamente, no lo hizo-. Bingo, te mira a tí, rarita.

Liv y yo nos conocíamos hace aproximadamente un año y medio, desde ese momento, comenzaba a llamarme de esa forma, sólo por la cicatriz de mi cara.

-Apuesto a que lo hace por la cicatriz.

-Bueno, al menos te mira, ¿no?

-Soy rara -afirmé.

-Lo raro enamora, cielo -confesó segura de si misma. Me encogí de hombros levemente.

-¿Qué se supone que debo hacer ahora?

-Ir, hablar con él, preguntarle por qué no deja de mirarte, ¿simple no?

-Oye, no. No lo haré -me sentí idiota, conocía a Liv, sabía perfectamente que haría caso omiso a mi comentario. Salí corriendo tras ella, en un intento de freno, pero algo chocó contra mí, provocando que casi cayera al suelo.

-¿Dónde tienes los ojos? -preguntó groseramente, la persona frente a mí. Fruncí el ceño, ofendida.

-Lo siento, no quería chocar contigo.

Arrugó su nariz, pero prosiguió su camino. Negué pesadamente, estaba a punto de seguir con mi camino cuando algo brilló en el suelo, me agaché lentamente teniendo en mi mano un pequeño arito. Lo observé para luego buscar con la mirada a aquél chico, pero perdí su rastro por completo.

Lo guardé con un propósito, volver a devolvérselo. Lo que no sabía era que, la chica de ahora agradecería eternamente ese acto en un futuro.

𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 𝐎𝐅 𝐘𝐎𝐔| Luke HowlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora