Dauiel Blaimer

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Dauiel era un alegre niño de buenos sentimientos, tez clara, con un lacio cabello rubio medio, no muy alto y de complexión delgada. Vivía con Montserrath, su madre; Trixy, su hermana menor, y su abuelo, en la ciudad de México. Todo en su vida era perfecto. Como le ocurre a cualquier niño de cinco años, su abuelo era su mejor amigo, platicaba mucho con él y lo aconsejaba sobre las cosas buenas o malas.

Tenía muchos amigos y era querido por todos en su colegio, aunque durante el próximo ciclo escolar ya no estaría en México, se iría a vivir a la casa de Alexander, su padre, en Estados Unidos. Dauiel no recordaba a ese hombre, era de Londres, pero en ocasiones vivía en Norteamérica.

Cuando su mamá le explicó, no quiso irse, deseaba quedarse con ella y con su abuelo, quien tenía una enfermedad peligrosa. Varias veces vio peleando a su mamá con él porque tampoco quería que se fuera. Por desgracia eso la hacía llorar.

Cerca de la fecha en que debía partir, Montserrath le manifestó a Dauiel que su abuelo estaba muy enfermo y si no se iba a vivir con su padre, este no pagaría las operaciones necesarias para salvarle la vida ni seguiría aportando dinero a su familia, además de que, por ley, debía mudarse.

Dauiel no entendía por qué le correspondía abandonar su hogar, pero sí que ya no iban a tener dinero para medicamentos, tratamientos o doctores. Además de que no quería ver a su mamá triste, así que le dijo que no se preocupara, le limpió las lágrimas y prometió adaptarse a convivir con su padre.

Se despidió de su abuelito y de Trixy. Ella no quería separarse de él, deseaba acompañarlo, mas no la dejaron. Dauiel sintió miedo de llegar a un hogar desconocido, pero trató de no mostrárselo a nadie, al contrario, fingió entusiasmo, aunque no sentía ni un poco.

La gran mansión en el extranjero no se comparaba en nada con su casa ubicada en la Ciudad de México. Ahí descubrió toda clase de tecnología, así como muchos empleados que no se veían amistosos. Pensó que estaría esperándolo su padre, no fue así. Primero conoció a su medio hermano Jostting, tres meses mayor que él, era un niño malcriado y grosero, de ojos grises, tez blanca y cabello negro. Desde el principio no se llevaron bien. La madre de Jostting tampoco vivía en la residencia.

A la mañana siguiente conoció al señor Blaimer, un hombre alto, pálido, de cabello negro, ojos azules, bastante joven, pero muy serio. No se mostró alegre por volver a ver a Dauiel, se limitó a informarle las reglas del hogar sin exponer un solo gesto afectuoso. Le preguntó si de verdad era su padre, a lo que él respondió: «por desgracia sí». Le presentó al personal que estaría encargado de cuidarlo, no obstante, el niño solo quería volver a su casa cuanto antes.

En ese mes llegaron de visita sus otros medios hermanos. Lynda y Fabián, mayores por tres y cuatro años respectivamente. No le hablaron ni a Dauiel, ni a Jostting. Lynda era una hermosa niña inglesa de cabello rubio oscuro y ojos azules, con una envidiable complexión delgada. Fabián poseía gran carisma, inteligencia y atractivo para sus diez años, compartía el color de cabello y ojos con sus hermanos, además, estaba por ingresar a Almanaque.

Almanaque era una institución militar que se encargaba de ayudar a todos los seres humanos para enfrentar las mutaciones derivadas de la Tercera Guerra Mundial causadas por amenazas biológicas, grupos terroristas, constantes desastres naturales y criaturas que se escapaban de lo que vendría siendo el infierno. Estaba por encima de cualquier otra autoridad, solo por debajo de la PU, una organización conformada por muchos países que controlaba el gobierno a nivel mundial.

A mitad de la fiesta de Fabián, los escoltas que cuidaban a Dauiel lo llevaron a su recámara y lo encerraron justificando que acababan de llegar los abuelos y no deseaban que se incomodaran con su presencia.

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