Maldito seas amor

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Estaban en su camino de regreso a casa después de otro largo día de escuela y prácticas de vóley. Sin embargo este día era distinto. Kuroo había notado que Kenma estaba muy diferente desde que se terminaron las clases. Por lo que él supuso que algo debía de haber pasado entre la hora del almuerzo y la de la salida, tiempo en el que no había estado con Kenma. Kuroo estaba casi totalmente seguro de que algo había sucedido, pero no se atrevía a decir nada. O bueno, lo hacía pero no de respecto al cambio de actitud del teñido. De todas formas, ellos habían quedado en pasar la tarde en su casa así que fuera lo que fuera que estuviera molestando al ojiambar, él lo averiguaría después. 

A Kenma le encantaba ir a casa de Tetsuro porque casi nunca había alguien además de ellos; lo que la hacía un lugar muy silencioso y esa calma le agradaba bastante. Incluso tenía ropa ahí para cuando se quedaba hasta tarde sin querer y viceversa. Por otro lado, la cabeza de Kenma estaba hecha un lio. No podía pensar ni en los videojuegos. ¿Por qué? Porque una chica lo había llamado para hablar en privado cuando las clases estaban por acabar. Él creyó que se le iba a confesar y planeaba rechazarla de la manera menos fea que se le ocurriera llegado el momento. Pero no fue así. La chica lo había llamado para pedirle su ayuda para acercarse a Kuroo. En principio, él no tenía ningún motivo para estar así de disgustado pero por alguna razón lo estaba.

"Las relaciones amorosas son un problema. Uff..." - pensaba - "Maldito seas amor... ¿Por qué solo existes para joder los pensamientos de las personas? Si no existieras no tendría que preocuparme de muchas cosas, como de decirle a Kuroo sobre la chica que está enamorada de él o entregarle la carta. Tampoco tendría que sentir esta sensación de molestia cuando pienso en que Kuroo aceptará y me dejará de lado. Uff... momento... ¿Me dejaría de lado? ¿Por qué pensé eso?" Kuroo y él solo eran amigos; entonces por qué no quería que él tuviera novia. Kuroo se lo merecía pero nadie merecía a Kuroo. Ni él... y... ¿Si Kuroo aceptaba? ¿Estaría solo de nuevo? No... ¿O sí? Entonces ¿Le decía a Kuroo de eso? De la chica o de que lo iba a dejar si tenía novia. "Ahhh... ¡Maldito amor!" seguía maldiciendo internamente.

Kuroo estaba ciertamente curioso pero ahora también estaba preocupado. Kenma había estado haciendo muecas todo el camino y no había cogido su videojuego para nada... eso era muy extraño...

Ku: Kenma ¿Hay algo que quieras decirme?

Pero él chico estaba tan metido en sus pensamientos que no lo escucho ¡No prestaba atención ni a los vehículos al cruzar las pistas! Aunque esto último no era exactamente nuevo. Kozume le confiaba su vida a Kuroo siempre. El pelinegro se encargaba de jalarlo a todos lados, evitar que se chocara con algo y que lo atropellaran.

Ku: Kitten, vas a venir a mi casa ¿verdad?

Estaba esperando el típico golpecito que le daría por llamarlo "kitten" pero este nunca llegó. Le decía así para fastidiarlo desde siempre. Kenma era como un pequeño gatito, igual de flexible, de inteligente, de intrépido en algunos momentos, de cauteloso, de territorial y especialmente, era igual de flojo que un gato. Eso sí, si se comprometía a hacer algo, él lo haría y bien. Esa era una de las tantas cosas que le gustaban de su amigo.

Ku: ¿Kitten? - ok... lo que fuera que había sucedido debía ser grave. El golpecito nunca llegó y solo escuchó un:

Ke: Sí Kuroo

Ku: ¿Estás seguro que estás bien, Kitten? No me des sustos por favor – Dijo ya más preocupado mientras tomaba de la mano a su amigo para que no lo atropellara un carro que acababa de pasar por su delante y este ni cuenta de su casi inminente muerte. Kuroo pensó que ahora le iba a soltar la mano o empujar pero nada. ¡NADA! En su lugar la apretó un poco y así siguieron hasta que llegaron a la casa del menor. Tetsuro simplemente lo dejó en la puerta y le dijo: Te espero en casa Kitten – Ahora se preguntaba ¿Estaba bien que lo dejara solo en esas condiciones? ¿Y si algo le pasaba? Ya estaba sobre-pensando, así que movió su cabeza y siguió su camino.

Kenma entró a su casa, se bañó rápido, se cambió con algo sencillo y salió aun pensando seriamente en todo el asunto para la casa de su amigo. Kuroo había llegado, ordenado unas compras que había en la encimera de la cocina y recién se disponía a tomar una ducha luego de haber cagado a gusto. De modo que, cuando llegó Kenma él todavía no salía de bañarse.

Casi nunca había alguien en su casa y esta vez no era la excepción. Kozume tenía una llave de esa casa también. Sin prensarlo mucho abrió la puerta y subió al cuarto del mayor. Como era costumbre se acostó en la cama. Sin un videojuego que jugar solo atinó a abrazar la almohada de Kuroo. Olía a él... era un olor muy familiar y reconfortante. En eso estaba... oliendo la almohada y pensando en cómo empezar la conversación cuando el responsable de todo este asunto hizo acto de presencia con solo una toalla en la cintura.

Kuroo miró desconcertado como Kenma no tenía un videojuego en las manos. Su esbelto amigo  vestía un polo blanco con un short holgado de color negro que le permitía muy bien ver los boxers que llevaba por la posición en la que estaba. El peliteñido tenía una de sus almohadas totalmente abrazada, el cabello despeinado y la mirada perdida.

Ku: Kenma... - Kenma volteó y se sonrojó al verlo sin nada más que esa toalla que para colmo de males se estaba cayendo. Kuroo se la sacó y la acomodó como si su amigo no estuviera ahí, enfrente ¡Viendo! - ¿Qué está pasando? - se sentó en la cama así como estaba y cogió a su amigo como a un gatito hasta que lo dejó sentado de costado sobre sus piernas. Eso sería algo extraño para otros, pero ellos hablaban así de cosas importantes desde siempre. Era como su manera de saber que tenían la confianza y total atención del otro. Kenma se sonrojó más y se recostó en el pecho de Kuroo tratando de esconder su cara - A ver... me puedes decir todo ¿Lo sabes? - Kenma asintió aún escondido en el pecho de su amigo -  

Siempre juntos - KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora