La familia Imperial , muchos les tienen respeto, otros desprecio, yo sinceramente lo que siento es admiración ante ellos, daría mi mano a torcer por ser leal a los De la Cruz, daría lo que fuera por ellos, solo por el digno respeto al Emperador y sus tres hijos legítimos al trono. O al menos que uno de ellos note mi simple presencia como una dama enamorada de un solo hombre en estas tierras, digno de amar, poseer y respetar como cónyuge. Nadie más como yo puede amar con cierta fuerza al segundo príncipe de los De la Cruz, y no porque sea sumamente atractivo, sino que hay una razón detrás.
- ¡Casta! - escucho una voz femenina gritarme a mis espaldas, sin pensarlo me volteo. - La emperatriz cita verte.
Sin poder evitarlo sonrío.
Asiento a Sarah y ella regresa por donde vino. No es de extrañar que la emperatriz quiera mi presencia, ella fue quien me cuido desde pequeña, tratándome como a una hija más aún que por obvias razones no podía asumir ese cargo, ya de por si es demasiado lo que han hecho por mi todos estos años desde que me encontrado a mis 8 años entre los barrios bajos del pueblo vecino, no recuerdo mucho de esa entonces, solo los copos de nueve y los brazos de la Emperatriz envolviéndome del frió del invierno.
Sacudo la cabeza al recordar pequeños fragmentos de esas épocas mientras mis pies se seguías moviendo al invernadero del palacio, nunca he querido recordar esos momentos que sé que fueron traumáticos a mi corta edad, solo prefiero evitarlo.
Sin darme cuenta ya está en frente de la gran puerta de cristal del invernadero, tomó aire para calmarme un poco y empujó la puerta con suma delicadeza, llegándome una brisa cálida de la primavera anunciando el abrir de las flores por su buen aroma. A lo lejos veo como la Emperatriz camina con su doncella y su caballero uno a cada lado mientras que ella disfruta de la fragancia de sus lirios, su cabello rubio cae como cascada de oro sobre sus hombros, brillando mucho más que el mismo sol.
Doy unos pasos más hacia ella y es como si sintiera mi simple presciencia que voltea a verme con sus ojos de un ambas tan claro que podría purificar tu alma. Ella sonrió de una forma tan dulce que hace que todo el nervio que pase hace un rato se fuese.
- Casta... - Murmura ella con tanta dulzura mientras que se acerca a mi y deja cae suavemente su mano sobre mi mejilla. - Cuánto sin verte...
- Es un placer volver a verla Su majestad. - Le devuelvo la sonrisa dulcemente.
Ella voltea los ojos y eso casi me hace soltar una carcajada.
- Por favor, Casta. No me sigas llamando así, sabes que puedes decirme Madre. - regaña ella volviendo a retomar su camino por el sendero de flores. - Puede retirarse, estaré un momento con Casta a solas. - Dice ella hacia su doncella, ella simplemente asiente con una reverencia y toma su camino hacia la salida. - Tú también Lander, cabalgas desde el Reino vecino debe ser agotador, tomate un descaso ¿si?
- Como usted ordene, su majestad –murmura de forma ronca pero segura, da una pequeña reverencia y comienza su andar a la salida, pero sin antes echarme una mirada-. Señorita Casta.
- Sir Medea –me inclinó ligeramente ante su presencia y me incorporé al escuchar como se aleja.
Vuelvo a ver a la Emperatriz la cual me sonríe y me invita a caminar junto a ella, no dudo ni un segundo en ir. En ese pequeño trayecto me estuvo comentando sobre su experiencia en el Reino vecino del norte aún que ya me había mencionado algunos temas por carta, pero es mi dicha escucharla hablar con tanta felicidad, hasta que llegamos a la mesa con unos bocadillos recién puestos allí. Ayudó a la Emperatriz a sentarse y ella me invita a sentarme con ella a su lado lo cual hago.
- Y cuéntame, como has estado estos días en el palacio ¿ya encontraste novio? - Pregunta sin más la Emperatriz.
Casi me ahogo con mi propia saliva y mis mejillas se ruborizaron, pude notar como a la Emperatriz le causaba gracia este acto y niego rotundamente.
ESTÁS LEYENDO
Castigo divino
Teen FictionCasta, es una simple sirvienta del reino de los Santos, orgullosa de ser parte de tal reino, enamorada del segundo príncipe tras salvarla de un horrible suceso, piensa en él día y noche, pero ¿que sucedería si alguien la descubriera una noche igual...