Prólogo

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Cada vez que rememoraba la noche de año nuevo, pensaba que había sido increíble. En aquel momento, me sentía realmente feliz porque comenzaba un nuevo año. El cual, presentía que iba a ser el año, mi año, donde solo cosas buenas me sucederían. 

Sin embargo, fue una total y completa mierda, el peor año de mi vida. Podría jurar que golpearía a esa versión de mí por ilusa, inocente, estúpida e idiota y podría seguir agregando muchas cosas más, ya que poseía una larga lista de adjetivos... pero no era el momento.

—¿Por qué me suceden estas cosas a mí? —interrogué llamando la atención de todos los presentes—. ¿Qué fue lo que hice mal? ¿acaso soy una mala persona? ¿quizá fui una persona horrible o despiadada en mi otra vida y ahora estoy pagando por ello? —comencé a preguntar intentando no llorar, mientras todos me observaban en silencio.

>> ¿Tú crees que soy una mala persona?, dime la verdad, por favor —vociferé.

Ella solo me miró fijamente a los ojos y negó repetidas veces. 

—Claro que no eres una mala persona, eres demasiado buena, tienes un gran corazón y solo se aprovecharon de eso, Sophia.  

—¿De qué sirve tener un buen corazón? —solté una risa sarcástica—. Si absolutamente nadie lo tiene en cuenta cuando te lastiman.

—Sophia, hermanita... nunca te arrepientas de tener un buen corazón porque todo lo bueno que das algún día regresará y se multiplicará para ti. 

Entendía que todos ellos solo intentaban animarme, pero por más que lo intentaran, no me creía ni una de sus palabras.

—Tu hermano tiene razón y no es tu culpa lo que pasó, nadie se hubiese imaginado que sucedería algo así. No te culpes por ello, eres increíble y si algunas personas; si es que se las puede llamar así, no supieron verlo... ellos se lo pierden y te aseguro que tarde o temprano se arrepentirán. 

—¡No me merecía eso!, yo no lo merecía, aún no puedo creerlo, estoy destrozada... rota en mil pedazos. Mi corazón ha muerto esa noche junto con mi confianza que tenía en mi misma y en los demás, me sentí usada y poca cosa —sollocé.

>> ¿Saben lo horrible que es sentirse así? Es como si estuviera en un abismo, del cual no puedo salir, me siento ahogada. ¡No puedo más!

Solté todas aquellas palabras mientras de mi ojos brotaban lágrimas como una especie de río. 

Necesitaba llorar, gritar y descargar toda esa mierda que llevaba dentro atormentandome hace meses, de alguna manera. 

—¡Hey, pásame esa botella! —bebí un trago y el líquido bajó por mi garganta; el cual debía quemar pero no.

Ya no sentía nada y no estaba segura si volvería a hacerlo. 

¿Servía de algo beber hasta dejar de pensar? ¿el alcohol cerraría las heridas que tenía mi corazón?
No, claro que no. Pero que más daba...
Quería dejar de pensar, de sentir como sea. Porque estaba cansada, me sentía devastada y nada, ni nadie podía ayudarme a aliviar al menos solo un poco mí dolor.

Una parte de Mi (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora