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    —Yo nunca, nunca, me enamoré —dijo Jungkook, haciendo que todos en la ronda tomaran un shot de vodka.

    —Vos también tenés que tomar —se quejó Namjoon.

    —No, yo nunca me enamoré —se defendió Jungkook.

    —Ah, dale —soltó Taehyung, incrédulo—, le das a todo: alguna vez tuviste que haberte enamorado de alguien.

    Jungkook lo pensó unos segundos, dándole vueltas a la bebida en su mano. Miró a Taehyung, quien estaba expectante por su respuesta, y se sintió extraño —como un extraterrestre, más bien—.

    Un tipo como Jungkook, no pensaba mucho en el amor. Desde que sus padres se habían separado, poco después de que naciera su hermana menor, entendió que involucrarse con alguien —más allá del sexo— solo podía traer problemas y dolor.
El "amor romántico"... él evitaba eso a toda costa.
Sí creía, sin embargo, en la amistad; sus amigos eran romances que nunca llevaría a cabo, los quería pero jamás podría tener sexo con ellos. Y, para él, eso era equilibrio y se sentía correcto.

    —No, de verdad que nunca me pasó —terminó por concluir.

    Jungkook era sincero, muy transparente. Jamás había fantaseado con alguien en un contexto alejado de la cama y la lujuria y, así como lo sentía, se lo hacía saber a sus parejas sexuales.
Salía con chicas, a veces con chicos, se veían un par de veces y —después de brindarles los mejores deseos— él se apartaba para siempre. Ese había sido su patrón de toda la vida, un donjuán. 

    Aseguraba que no le hacía falta enamorarse. Estaba bien así; soltero hasta la tumba.
Era cierto que alguna vez llegó a anhelar ser como el resto y disfrutar de una cena romántica. Lo había intentado una vez, hacía mucho tiempo, pero lo dejó cuando se dio cuenta de que ese tipo de relaciones no tenía cabida en su vida de vínculos pasajeros. No encajaba con él —un veinteañero que disfrutaba de los placeres sin ataduras—.
Le gustaba ser como era.

    —¿Qué hora es? —preguntó Namjoon buscando su celular, Taehyung encontró el suyo primero.

    —Las nueve, habría que ir yendo —Se acomodó la campera—. ¿Qué hacemos con lo que quedó del vodka?

    Jungkook agarró la botella y le hizo "fondo blanco" a lo poco que quedaba.

    —Resuelto —dijo cerrando los ojos mientras la fuerte bebida bajaba por su esófago. 

    —Entonces vámonos —propuso Namjoon.

    Todos se abrigaron y se aseguraron de que llevaban todo lo que necesitaban. Salieron de la casa y comenzaron a caminar por las frescas calles nocturnas del centro de la ciudad. Se dirigían a un club en el cual darían un toque de varias bandas de rock de la zona. 
Era indudable que estaban cerca cuando la mayoría de personas que caminaban por los alrededores llevaban chaquetas de cuero y largas cabelleras sueltas. Eso no pasaba todos los días.

    La vereda frente al club estaba llena de gente. Algunas personas fumaban, otras tomaban cerveza, otras hablaban entre sí con las manos en los bolsillos. 
Jungkook, Taehyung y Namjoon se quedaron en grupo contra una pared a esperar a entrar al local.

    Jungkook jugaba rotando sus anillos alrededor de sus dedos mientras esperaba. Todos esos los había encontrado tirados en conciertos y carnavales, cada uno narraba una historia distinta de excesos y goce.

    Pasados unos minutos, una camioneta grafiteada paró frente a ellos. Primero se bajó un joven de musculosa, con los brazos tatuados y la barba en una trenza. Él abrió las puertas de atrás y se bajaron dos personas más con equipos de música, era una de las bandas. Un chico de cabellos rubios se bajó del asiento del copiloto y fue hasta la parte  de atrás a buscar su guitarra, el resto ayudó a bajar los tambores de la batería.  La gente les dió paso y se adentraron al club.

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora