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    La luz matinal se filtraba por entre medio de las persianas. La habitación, blanca y pulcra, resplandecía un nuevo día. Los posters de la pared brillaban.
Jungkook, con los ojos cerrados y los cabellos despeinados, extendió su brazo desnudo hacia su izquierda esperando encontrarse con el cuerpo del chico con el que compartía cama. En cambio, palpó las sábanas vacías y arrugadas. Abrió los ojos, extrañado. Se sentó en la cama, estiró sus brazos para desperezarse. 
Enseguida, el olor a pan inundó sus narinas. Esbozó una sonrisa: adoraba ese aroma.

    Destapó sus piernas. Caminó en bóxer hasta el rincón de la habitación en el que estaba su maleta. Se puso una remera holgada y un pantalón deportivo. Aún descalzo, salió de la habitación estirando su espalda. Cuando llegó a la cocina, se encontró con Taehyung de espaldas a él cortando queso en cubitos en una tabla sobre la mesada. Se acercó a él sin hacer ruido hasta que rodeó su cintura, tomándolo por sorpresa. 

    —¿Me estás haciendo el desayuno? —preguntó Jungkook con la primera voz del día.

    Taehyung rió.

    —Me estoy haciendo el desayuno a mí —dijo dejando de cortar, dio media vuelta entre los brazos de Jungkook. Señaló el pecho del chico con la punta de la cuchilla, desafiante—, ¿ahora tengo que compartirlo contigo?

    —Está bien —habló Jungkook levantando las manos, divertido. Dio unos pasos en reversa hasta sentarse en uno de los bancos de la isla. Apoyó sus antebrazos en la superficie plana— ¿y qué es lo que vas a desayunar?

    —Lo que ves.

    Jungkook se asomó para ver mejor lo que había en la mesada. A un lado de la tabla donde Taehyung estaba cortando el queso, había un plato con aceitunas y rodajas de longaniza. Justo al lado de eso había una caja de vino tinto. 

    El mayor terminó de cortar el queso y lo acomodó en el plato. Clavó la cuchilla en la tabla con firmeza. Se llevó un trocito a la boca mientras dejaba el plato en la isla. Del mueble que había arriba de la mesada, sacó un par de vasos con una mano. Con la otra, agarró la caja de vino. Le tendió un vaso a Jungkook, quien lo sostuvo dudoso, el otro lo dejó al lado del plato. Levantó la caja de vino hasta la altura de su boca y rasgó el cartón con sus dientes para abrirla. Entonces vertió el líquido rojizo en el vaso de Jungkook.

    —¿Vino? —cuestionó el pelinegro.

    —¿Qué tiene? —preguntó Taehyung, pasando a servirse también un vaso.

    —Vino. De mañana.

    —Técnicamente es jugo de uva, es bueno para el colesterol —dijo dejando la caja de vino al lado del plato, volteó para abrir el horno.

    Jungkook rodó los ojos y tomó un trago de su bebida. Taehyung tomó el trapo que estaba colgado en la puerta para cubrir su mano y retiró la asadera. Humo empezó a salir del pan. Taehyung chasqueó la lengua, decepcionado. Levantó el pan con la punta de su dedo para mirarlo de abajo y lo soltó.

    —Ya se me quemó...

    —Raspalo.

    —¿Por? —se extrañó Taehyung.

    —¿No lo sabías? La parte quemada puede ser cancerígena.

    —Que bien: otra razón para morirme joven —bromeó.


    Cuando terminaron de desayunar, vestidos por completo y con un folio lleno de fotocopias, salieron del apartamento y fueron juntos hasta el ascensor al final del pasillo. Las puertas se abrieron, la chica que vivía al lado volvía de pasear a su perro. Se saludaron y el par se metió al ascensor. El panel marcaba el décimo piso. Jungkook estiró su dedo índice y presionó el botón que marcaba la planta baja. El ascensor se volvió a abrir en la recepción. Jungkook y Taehyung salieron del ascensor.

Para Siempre [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora