"Solo será una visita" le escribió en su momento a Jiang WanYin en esas primeras cartas que intercambiaron. "Solo un par de semanas". Desde que aterrizó por segunda vez en el Muelle del Loto, recién llegado de la Conferencia de Discusión que puso fin a la vida de Jin GuangShan, ya ha pasado un año. Aunque, si debe ser sincero —y siempre lo es, tanto como los Lan, solo que de una manera bastante más directa y menos recatada, por eso a veces su joven amante se revuelve abochornado entre las sábanas— no se arrepiente de nada. De absolutamente nada. Tendría que ser un idiota para hacerlo.
Un año viviendo en el Muelle del Loto. Un año caminando al lado de Jiang WanYin, con sus manos entrelazadas y una campana de claridad sonando en su cintura. Un año a salvo, sin sentir el gélido aliento de la muerte en su nuca a cada paso que da. Un año entre lagos y flores... y ya se siente como un miembro más de Yunmeng Jiang.
Los meses se le han pasado volando. Ha tenido que desaprender ciertas cosas, manías suyas y maneras de Qinghe Nie, pero también ha aprendido cientos de ellas, maravillas por las que da las gracias. Ha aprendido, para empezar, a vivir, a limitar sus gritos y sus exigencias y, a cambio, confiar en las capaces manos de los cultivadores que le rodean. Ha aprendido que no siempre puede llover a su gusto —aunque esto se lo ha enseñado Lan XiChen, que ahora bastante tiene con preparar su inminente boda como para preocuparse por el resto del mundo del cultivo— y que hay veces en las que su insistencia y sus juicios pueden perjudicar a aquellos a los que ama, y que de vez en cuando hay que ceder. Ha aprendido a contener el aliento y aguardar, aunque nunca a mirar hacia otro lado ante lo que considera que es injusto y está mal. El Muelle del Loto tampoco se lo permitiría, porque son los primeros en ponerse en la línea de batalla para defender aquello en lo que creen. Siempre siguiendo fieles a su líder, esa fuerza de la naturaleza que se desvive para que su secta brille con luz propia. Y así, Nie MingJue ha aprendido también a mirar, a valorar y a entender, y siente que su vida es un poco más fácil gracias a todas estas pequeñas cosas.
Y, por supuesto, a lo largo de este año sobre su joven amante también ha descubierto alguna cosa o dos. O muchas, y la mayoría de ellas le encantan. Algunas —que o bien ya intuía o bien ya conocía— no le hacen tanta gracia, como esa tendencia insana de esforzarse de más porque cree que tiene algo que demostrar o como la de ponerse a sí mismo en último lugar de manera sistemática. Pero otras... otras le hacen amarle cada día más que el anterior. Como las caras que pone cada vez que vuelve con Jin Ling de la Torre Koi, la manera en la que le brillan los ojos y las sonrisas que les regala a ellos dos en privado. Ha descubierto también que su amante es un nadador nato, un adicto al agua y a sus lagos —y ha tenido que sufrir que le enseñe a nadar, porque "no puedes pretender quedarte en Yunmeng Jiang sin saber sobrevivir en el agua, ChiFeng-Zun"— y que el verano es su estación favorita. Junto al pequeño Jin Ling, que a sus tiernos cuatro añitos ya nada mil veces mejor que él, durante esos meses de calor ha "sufrido" innumerables clases en las que Jiang WanYin, con la firmeza inapelable con la que trata a sus discípulos, le ha enseñado a manejarse en el agua. Ahora no es un nadador espectacular, duda que lo sea nunca, pero por lo menos sabe manejarse y sobrevivir entre las corrientes. Además, esas clases han tenido sendas recompensas. Como unas cuantas un poco más privadas... nocturnas y sin pantalones, o como el descubrimiento de que a Jiang Cheng le encanta cultivar con él en el lago.
Otros pequeños descubrimientos que ha ido haciendo han tenido mucho que ver también con el paso de las estaciones. En el festival de Medio Otoño descubrió que los dulces favoritos de su amante son los pasteles de luna —y ahora se las arregla para conseguírselos fuera de temporada— y en invierno que, pese a su elevado cultivo, por culpa de las elevadas temperaturas que suele tener Yunmeng, Jiang WanYin es todo un friolero que apenas aguanta las nevadas. Pese a que su energía espiritual debería bastar para mantenerle caliente, le ha visto cubierto bajo una gruesa capa violeta durante más de la mitad del invierno. Y, por las noches, le ha tenido hecho un ovillo a su lado, acurrucado entre sus brazos, y se ha sentido el hombre más feliz del mundo por poder abrazar a su amante así.
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Clarity Bell [MingCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionNie MingJue tiene un problema. O, mejor dicho, tiene muchos. Infinitos problemas, pero el mayor de ellos es su inminente desviación de qi, que va a estallar de un momento a otro y que, en cuanto se descuide, dejará a su hermano como el líder de Qing...