Diez años después...
Jiang WanYin alza la mirada para comprobar la última de las redes ata-deidades de las cuatrocientas que han dejado colocadas por toda la montaña Dafan para esta caza nocturna. Todo está en orden, listo y preparado para que Jin Ling pueda alzarse si no con el mejor de los trofeos, con una cuantiosa cantidad de ellos. El líder de secta Jiang, serio, arrogante y severo como siempre se muestra en público, asiente y se cruza de brazos. A su lado, su esposo esboza una media sonrisa socarrona.
-¿No crees que le estás poniendo demasiadas facilidades al chico?
Con una de sus miradas fulminantes —una de esas que, tras diez años de exitoso matrimonio no tienen efecto alguno en él— Jiang WanYin asesina a Nie MingJue, aunque tan solo con la vista. La sonrisa de ChiFeng-Zun, antaño el intransigente líder de secta Nie, se vuelve más ancha y más burlona. Están solos en mitad del bosque, lo saben bien, así que no se molesta en ocultar sus intenciones tras la careta que usan en público para salvaguardar las apariencias, la de cultivadores honorables de renombre. Si quiere acercarse a su esposo, tan solo necesita dar un paso al frente. Si quiere rozarle, apenas una mano en la cintura. Jiang Cheng no demuestra malestar alguno ante sus gestos, después de todo.
-Solo me estoy asegurando. -Masculla Jiang WanYin al notar la calidez del primer venerable a su lado-. Jin GuangYao insistió.
-Pero si ya habías encargado todas estas redes antes de que GuangYao sugiriese poner algunas trampas.
-Calla.
-Solo si me callas.
Jiang Cheng pone los ojos en blanco, pero ningún comentario mordaz sale de esa boquita suya. Al fin y al cabo, bien sabe que su esposo es un cultivador cursi como pocos, y que en cuanto baje la guardia se va a encontrar a merced de sus halagos, sus alabanzas, sus motes cariñosos y sus toques y caricias, y ya nunca le pillan desprevenido. Esto, sin embargo, no causa que le gusten menos. Le encantan; después de todo alguna razón debió tener para hacer las tres reverencias junto a él en el Salón Ancestral del Muelle del Loto. Por eso —y no por ningún otro motivo, como, quizá, que le quiera o quiera besarle— al final es él quien se inclina en dirección de los labios de Nie MingJue y los atrapa en un beso impaciente y fiero. Y uno que acaba por cortarse tan rápido como empezó, porque a Jiang WanYin le encanta dejar a su esposo con la miel en los labios, nunca mejor dicho.
-¿Contento?
-No del todo, fierecilla...
-Estamos de caza nocturna, mastodonte. -Le bufa-. Contrólate.
-Cuando me besas así, es francamente difícil. -Y tanto que debe serlo. Al fin y al cabo, las manos del honorable ChiFeng-Zun están ahora apoyadas en su cintura, su boca en su cuello, y presiona la espalda de su compañero de cultivo contra el árbol en el que descansa colocada la red ata-deidades-. Sacas lo mejor de mí, A-Cheng.
-¿No será lo peor?
Nie MingJue ahoga una risa en su cuello. Después, su lengua le recorre la piel expuesta, y él no puede más que estremecerse.
-Depende de por dónde quieras mirarlo. -Murmura contra su esposo mientras comienza a llenar de besos la definida línea de su mandíbula. Jiang WanYin suspira, indefenso ante estos ataques que recibe gustoso, y de pronto las manos de Nie MingJue ya no están en su cintura, sino en su trasero, los dedos apretados sobre la tela, tan firmes que le arrancan un jadeo-. ¿Qué te parece si...?
-Ming-ge, no. -Masculla, aunque la forma de llamarle tiene otras intenciones-. Te recuerdo que A-Ling está de caza justo aquí. Deberíamos estar vigilándole.
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Clarity Bell [MingCheng] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
Fiksi PenggemarNie MingJue tiene un problema. O, mejor dicho, tiene muchos. Infinitos problemas, pero el mayor de ellos es su inminente desviación de qi, que va a estallar de un momento a otro y que, en cuanto se descuide, dejará a su hermano como el líder de Qing...