Epílogo

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De un momento a otro la deje de ver, la deje de sentir. Quería decirle que igual la amaba. Quería decirle que resistiré por ella. Quería decirle que estaba orgulloso de ella. Quería decirle que sabía que tendría un hijo porque la vigilaba a donde fuera ya que sin estar con ella la cuidaría. Pero llegó el momento en donde no escuche mis latidos y no sentí mis respiraciones, no sentí su tacto.

De un momento a otro vi todo negro y pude ver que iba hacía una luz, así que me aleje de ella para siempre, así que ya no la podré ver todos los días, ya no tendré una familia con ella. Así es como acabaré, morí acostado con cables en mi cuerpo. Sin decirle adiós por última vez. Mierda así acabo mi vida, vaya al menos estuve a lado de la persona que amaba y que sigo amando.

—Hermanito llegaste, por fin. — golpeándome en el hombro.

—¿En dónde estoy?

—En el paraíso, claro. — me dio una sonrisa de oreja a oreja.

—Vaya, me lo imagine más blanco como el color de las nubes.

—No, yo igual, pero es dorado, en serio es el mejor lugar que he visitado en mi puta vida.

—Oye esa boquita.

—Lo siento. — bajó la mirada, para después verme. — Mamá está aquí. — me dio una sonrisa sincera y tierna.

Al oír esa palabra se me formo un nudo en la garganta, mamá estaba aquí, la podía volver a ver, la podía volver abrazar.

—Ma-má está aquí. — se empezaban a nublar los ojos.

—Si, nos estaba esperando a todos, solo que te esperaba aún más tarde, sabes.

La podía volver a ver, la podía volver a dar esos abrazos que necesitaba de ella.

—¡Vamos con ella! — jale a mi hermana.

—Jake, no sabes dónde está. — se soltó de mi agarre.

—¡Indícame por favor la quiero ver!

—Ok. — rodeo sus ojos para después tomar mi mano para guiarme.

Mientras estábamos corriendo estaba pensaba en que por fin estaré a su lado otra vez, por fin le podre decir gracias por darme una vida, aunque ahorita no sonaría tan lógico ya que estoy muerto.

Me detuve, haciendo que Jeanette también se detuviera y la solté. Me quede paralizado, ella estaba enfrente de nosotros, ella estaba oliendo rosas rojas. Aún tenía su cabello largo, tenía un sombrero.

Al verla sonreí es que era ella, la volví a ver. Me acerqué más a ella, dudando en tocarle el hombro al fin de cuentas lo hice. Y volteó.

—Hola Jake. — dándome una sonrisa tierna, aún sus ojos tenían ese brillo.

La abracé mientras lloraba en su pecho. —Te extrañe, te extrañe demasiado. Las extrañe a las dos.

—Oh, cariño no te preocupes ya todo está bien ya estás aquí con nosotras. — me separó para limpiar mis lágrimas, pero seguía llorando.

—Perdón, perdón por no ayudarte.

—No fue tu culpa.

—Claro que sí. Si no me hubiera quedado parado ahí, aun seguirías con vida.

—Eras un niño Jake.

—Eras y eres mi madre no cambia eso.

—Jake lo que me pasó a mí, no tienes la culpa. Olvídate de todo eso, empieza a perdonarte por tratarte mal a ti Jake. Deja ese rencor de echarte la culpa siempre.

Sin ti (#3) ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora