Única Parte

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—Ésto es jodidamente lo más aburrido que he estado en mi vida..

—Estás exagerando, Kacchan—. Dio leves palmadas sobre la cabeza del cenizo que se apoyaba a su hombro.

—¿Por qué acepté venir aquí en pleno fin de semana?

—Me lo habías prometido. Ahora deja de quejarte, pareces un niño haciendo un berrinche. —Soltó una leve risita, pasándole otros envases de comida rápida.

Llevaba seguramente apenas media hora en ese sofocante, claustrofóbico y aburrido centro comercial, pero se sentía como una maldita eternidad.

Había despertado temprano a petición del peli-verde, pero se arrepentía amargamente.

—Es Domingo, Deku. Podríamos haber dejado ésto para después. —Dejó escapar un suspiro.

—Claro que no, también vamos a comprar el regalo para la boda.. ¿lo olvidas?

—¿Boda?

—Kacchan..— Regañó al mayor dedicándole una mirada fulminante, logrando que éste solamente pusiera los ojos en blanco.

—Ya sé que Kirishima y el Cara de tonto nos invitaron a su boda—. Liberó un ligero bostezo. —Pero faltan días para eso.

—Éstos días tenemos trabajo acumulado que terminar, no habría tiempo. —Habló de manera monótona, caminando ahora en dirección a la zona de productos lácteos.

Katsuki empujaba el carrito de compras con desánimo, estaba agobiado, mayormente por ver a tanta gente a su alrededor.

—Fuiste tú el que dijo que quería unas vacaciones ¿o no?

—No pensé que sucederían tantas cosas en nuestra ausencia.. tenemos que arreglar muchas cosas con el personal y los colaboradores/socios. —Recordó con un deje de preocupación, soltando por error la lata de frijoles que estaba sosteniendo, luego de sacarla de la parte alta de uno de los estantes de productos.

Esperó por el impacto contra su piel, pero nunca lo sintió.

—¿Eres idiota? Ten más cuidado, podrías haberte lastimado. No estoy de humor para estar en un hospital tan pronto.

Entreabrió los ojos, el cenizo había logrado atrapar el envase antes de que cayera encima suyo. Se sintió aliviado.

—Lo siento, Kacchan.. Te lo agradezco, me salvaste la vida. —mencionó, dedicándole una de sus adorables e inocentes sonrisas. Algo que podría ser un arma de doble filo.

El de ojos carmesí había empezado a sentir debilidad por esa expresión que le hacía sentir que en cualquier momento le daría diabetes.

—Cállate. Es la promesa que hice el día en el que decidí que pasarías el resto de tus días junto a mí—. Recordó demandante, sosteniendo la muñeca derecha del menor, observando con detenimiento el anillo plateado que se encontraba apresando el dedo anular de éste. —El día en el que te puse éste anillo.. ¿Qué lo haz olvidado?

—Por supuesto que no, pero no digas cosas así tan de repente.. —Apartó su mano, escondiendo su rostro en el torso de su pareja. —Aún no me he acostumbrado..

—¿Te arrepientes?—. Acarició suavemente la cabeza que reposaba sobre su pecho, enredando sus dedos entre ese cabello esponjoso.

—Sabes que no.

—Entonces acostúmbrate de una vez, ya ha pasado un mes y falta mucho más. Vas a tener que aguantarme el resto de tu existencia.

—Si.. —Parecía disfrutar del calor ajeno y los latidos del corazón de su contrario. —Te amo, nunca lo olvides. Tú también vas a tener que aguantarme por el resto de tu vida, Kacchan. —Bromeó, soltando una pequeña risa que había estado reprimiendo por la expresión que hace segundos había puesto el mayor.

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