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Después del festival, Pedro y yo no nos volvimos a ver. Él tuvo que regresar a su isla para resolver algunos asuntos personales, mientras que yo tenía que volver a Madrid para prepararme para grabar una nueva canción, como me había ordenado Carlos.

Estaba concentrada cantando algunos versos en el estudio cuando mi móvil comenzó a sonar insistentemente, una y otra vez.

—¡Aghhh, ¿por qué no puedes poner el maldito móvil en silencio?! —exclamó Carlos, deteniendo bruscamente la grabación. Sus ojos estaban llenos de furia, sus manos apretadas en puños.

—Lo siento mucho, perdón —dije apresuradamente, colgando la llamada sin mirar quién era. Mi voz temblaba un poco, consciente del mal humor de Carlos.

Pero el móvil seguía sonando, y la tercera vez fue la gota que colmó el vaso. Carlos explotó, su cara roja de enojo, y exigió que le diera el móvil. Con temor, se lo entregué, lo cual resultó ser un grave error.

Carlos tomó mi móvil y lo estampó contra el suelo de la cabina con furia, dejándolo con la pantalla totalmente rota. El crujido del cristal resonó en la pequeña sala, y sentí un nudo en el estómago.

—¡¿Pero qué demonios has hecho?! —exclamé, perdiendo completamente la compostura mientras veía mi móvil destrozado.

Carlos ordenó a todos los presentes que salieran de la habitación. Nadie se atrevió a cuestionarlo; la tensión era palpable mientras me miraba con una mezcla de enfado y decepción. Los demás abandonaron el estudio rápidamente, sus miradas llenas de preocupación y miedo, dejándonos solos.

—¿Sabes, Lydia? ¿Recuerdas la vez esa en la que te advertí que siguieras mis indicaciones, porque si no te iba a ir muy mal? —dijo mientras me acorralaba contra la pared, su aliento caliente y agrio en mi cara. Yo, tragando la saliva por el gran nudo que se había formado en mi garganta, asentí. Mi corazón latía rápidamente, como si intentara escapar de mi pecho—. Creo que no has aprendido la lección aún —dicho esto, su mano impactó contra mi mejilla, enviando un dolor agudo a través de mi rostro. Segundos después, los golpes vinieron uno detrás de otro, cada uno más fuerte y doloroso que el anterior.

Me sentía débil en esos momentos. Me hizo recordar a mi relación pasada, cuando se suponía que era feliz y solo estaba cegada. Ahora se estaba repitiendo la misma historia, pero la diferencia es que el maltratador no era mi pareja, era mi productor.

Los golpes me hacían ver estrellas. Sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca. No pensé que él me haría algo más que solo golpearme, pero estaba muy equivocada. Tiempo después de que él estaba a gusto con sus golpes, se agachó a mi altura, obligándome a mirarlo. Sus ojos eran oscuros, llenos de una maldad que nunca antes había visto en él.

—Solo te dije que fueras buena y no lo fuiste, Lydia.

Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo desde mis hombros hasta mis piernas, acompañadas de besos en todo mi rostro y cuello. Quisiera poder retroceder en el tiempo y haberlo parado en ese mismo momento, pero los golpes que me había dado me hacían incapaz de moverme. Mi cuerpo temblaba, mis músculos rígidos por el dolor y el miedo.

Mis lágrimas recorrían los moretones ya notables de mis mejillas mientras Carlos me usaba como un juguete más. Sentía cada caricia como una quemadura, cada beso como un latigazo. Después de que él me había violado y maltratado, se levantó y se ajustó la ropa, como si nada hubiese pasado. Me lanzó una última mirada de desprecio antes de salir del estudio, dejándome a mí con un mar de lágrimas, odiando todo mi cuerpo y sintiéndome sucia una vez más después de mucho tiempo.

Me quedé en el suelo del estudio, abrazando mis rodillas y llorando. Cada sollozo hacía que mis costillas dolieran aún más, pero no podía detenerme. Las paredes del estudio, que alguna vez habían sido un refugio para mi música y mis sueños, ahora se sentían como una prisión, llenas de recuerdos amargos y dolorosos.

Me arrastré hacia un rincón, lejos de la puerta, como si eso pudiera protegerme. La desesperación y la tristeza me envolvían como una manta, y la oscuridad del estudio parecía reflejar el vacío que sentía por dentro.

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I know, se que es muy corto a comparación que los demás, pero este capítulo es importante y es necesario cortarlo aquí así que, besitosss hasta la próximaa.

𝙎𝙤𝙡𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙩𝙞́  - || Quevedo ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora