»𝐀𝐥𝐚𝐬 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐢𝐚𝐬࿐ [terminada]

୧•Lágrimas de sangre•୨

Tan solo era un chico que había cumplido sus 20 años y sentía como todo a su alrededor se le iba hacia abajo. La dulce y hermosa familia que había formado después de haberse ido de casa, se le había sido arrebatada, su querido esposo había muerto en un incendio en su trabajo.

Y la dulce y hermosa niña que ambos habían adoptado fue asesinada por un maldito enfermo que salió de un bar, totalmente ebrio, estando fuera de si.

Felix ahora lo único que buscaba era venganza, venganza para su hija, su tierna niña, tan sólo tenía diez años y se la habían quitado. Aún así sabía que ella estaba junto a él hermoso hombre que amo y cuido como nada en el mundo.

Su día de vengarse por fin llegó, después de meses y meses de tratar de ubicar a aquel hombre que mato a su hija, por fin lo encontró. Tenía todo preparado en su mochila, un arma, una navaja y si era necesario una soga.

Tenía puesto su chaqueta negra de cuero, junto a unos jeans igualmente negros, una gorra y gafas de sol junto con un cubre-bocas para no ser descubierto. Tenía que ser hoy, no podía esperar más tiempo.

La noche callo y se dirigió hacia su víctima, él cual vivía en un edificio ya viejo y algo feo, entró y directamente tomo las escaleras, no tenía la necesidad de preguntar cuál era su departamento, él ya lo sabía perfectamente.

Dio tres golpes a la puerta, esperando a que abrieran. "¿Quién es?", Se escuchó al otro lado, Felix dio de nuevo tres golpes, hasta que abrieron. Un hombre de unos veinticinco años se encontró Félix, el hombre iba hacer la misma pregunta, pero Bok lo tomo del cuello haciéndolo retroceder y cerrando la puerta de golpe.

Las lágrimas se desbordaron, mojando totalmente su rostro, sus ojos estaban llenos de irá, soltó al hombre, este calló al piso, asustado, intento hablar con el chico que tenía frente a él, pero ya era demasiado tarde, Félix había sacado de su mochila aquella arma que tenía guardada, la acomodó entre sus manos y sin preámbulos jalo del gatillo.

El fuerte disparó asustó a todos en el edificio, gasto todas las balas que aquella pistola tenía, a excepción de una. Terminó su trabajo, guardo su pistola y salió lo mas rápido posible del edificio, bajo por las escaleras corriendo, llegó hasta un callejón y ahí tomo la pistola de su mochila.

La acomodó en su frente, con lágrimas en sus ojos, jalo el gatillo, la bala salió disparada traspasando el cráneo, este calló al piso, formando un gran charco de sangre. Pero al fin estaría reunido con su hermosa familia, al fin estaría tranquilo y rodeado de aquel amor y cariño que tanto extraño.