Trataba de atender las palabras de Milk, sin ningún buen resultado. Concéntrate, ordenó a su mente por tercera o cuarta vez, ¿Por qué mierda se puso las pinzas en sus pezones esta madrugada? Se cuestionó una vez más, desde que empezó está plática. Sin embargo, aunque las pinzas en sus tetillas no eran tan incómodas, no podía ignorar el vibrador en su ano...
Esa mañana, se levantó temprano y le preparo el desayuno a su esposo. Cuando despertó, su humor era bueno, pero había algo que olvidó mencionarle a su pareja, que le costaría aquel castigo ese día.
- No es que me queje - comento el sayia de la melena de flama - me encanta que me prepares el desayuno - declaró, mientras mordía otra tostada con cierto deleite en el rostro - pero, ¿Qué hacemos levantados tan temprano en domingo? - interrogó casi juguetón.
- Bueno, es que quería desayunar contigo, ya que no se hasta que hora me tenga Milk, hablando - respondió como si nada, mientras comía una nueva tanda de bollos calientes.
Vegeta lo miro con atención un momento, casi con un pequeño tick en el ojo.
- ¿Qué tienes que ir dónde? - interrogó modulando su tono, lo mejor que podía.
- Milk, me pidió que nos reunamos hoy, para hablar de algo - contesto aún tranquilo y no dándose cuenta de la situación.
- Ya veo... - susurro casi letal y llamando por fin la atención de su pareja - y me avisas recién, ¿por qué...?
El alma se le cayó a los pies, mierda, se había olvidado de avisarle a su señor de que se ausentaría.
- Yo... - comenzó nervioso - l-lo siento, lo siento... Vegeta, digo, yo, m-mi señor - no podía dejar de tartamudear y trabarse, si lo miraba de esa manera.
- Si bueno, sabes bien, que como tu esposo, soy comprensivo - comenzó, relativamente tranquilo, cosa que hizo que se alterará aún más - pero como tu amo - indicó, ahora con ese tono amenazante y ronco, que hacía temblar sus piernas - no puedo dejarte ir, sin un debido castigo - declaró, cada vez más peligroso - arrodíllate.
No era una sugerencia y lo sabía, con lentitud se arrodilló en frente suyo, bajando la cabeza y mirando los pies de su señor, en actitud entregada y absolutamente sumisa.
- Esto me decepciona - comenzó con gravedad - creo haberte dicho que me avises cuando vas a salir - empezó sin moverse - ni siquiera que me pidas permiso, si no que me avises - aclaro con ese tono cada vez más seco - ¿Es mucho pedir? - le cuestionó, ahora peligrosamente haciéndolo temblar - contestame - ordenó ahora, jalando su quijada para que lo viera a los ojos.
- No, mi señor - indicó de inmediato - se me olvidó, un error imperdonable y aceptaré mi castigó.
- Bien - acepto más amenazante - al menos eres conciente de tus faltas - susurro dando vueltas a su alrededor - así que no te entretendre demasiado - aseguro con calma - quítate todo lo de la cintura para abajo - atajo de inmediato - cuando vuelva, quiero verte trasero arriba, pecho al piso y no te atrevas a moverte ni un centímetro después de posicionarte - ordenó con más seriedad, mientras lo dejaba solo en el comedor.
Con las manos temblandole ligeramente, desató el cinturón de su gi, se quitó el pantalón junto con la ropa interior. Se arrodilló como le había ordenado y apego su pecho al piso, sin dejar de temblar. Seguramente, su señor no había tardado más de unos cinco minutos, pero a él le parecieron horas en esa posición tan expuesta.
Su amo, volvió por fin, pudo ver sus pies desnudos acercarse con calma y lentitud.
- ¿Sabes?, pequeño Kakarotto - comenzó con voz suave, que solo le provocó más temblores en las piernas - estás cositas - indicó, haciendo sonar ligeramente, lo que parecían ser un par de paquetes - eran para divertirnos, tal vez recompensarte en tu cumpleaños o algo así, sin embargo creo... que también sirven como un buen castigo.
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Castigo
FanfictionMi querido juguete, creí que ya habías entendido las reglas de nuestro juego. Pero descuida, precioso mío, tu señor, está más que dispuesto a enseñartelas, las veces que sean necesarias. Sin embargo tú y yo sabemos, que cada error conviene a un buen...