La vida que soñe

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Bogotá 5 de mayo de 1996

6:10a.m.

La luz de la luna aún podía apreciarse alumbrando con vigor y esplendor, el canturreo de los búhos y el alarido de los grillos era agradable al oído, más que el llanto de la pequeña niña que permanecía en la cuna; su llanto era irritado y molesto, nadie iba por ella y eso provocaba que cada segundo que pasaba intensificara más su rabieta.

Los demandantes gritos lograron efectuar en uno de los padres que dormía en la cama junto a la cuna.

Un soñoliento Sebastián se levantó de la cama bostezando y frotando sus ojos, a su paso también tropezándose con algunos juguetes que quedaron esparcidos en el piso. Al llegar hasta donde se encontraba su pequeña accidentalmente pisó un patito de hule qué provocó un chillido. Maldijo internamente, sabía que Sara tenía la somnolencia muy ligera y despertaba con facilidad.

Pero en esta ocasión no fue así, Sebastián agradeció al cielo en silencio. Sabía lo agotada que se encontraba su mujer y no quería que nada perturbara su sueño. Su pequeña Lucia era muy demandante y al finalizar el día siempre dejaba a su madre totalmente absorbida.

-Venga con papá, princesa -la tomó entre sus brazos cuidadosamente.

La oji verde con sus pequeñas manitas se aferró con fuerza a la playera de su padre, soltando un pequeño bostezo después.

-¿Tienes hambre, mi amor? -dijo mientras la arrullaba en sus brazos.

La pequeña solo lo observaba curiosamente, sus preciosos ojos aceitunados se encontraban cristalizados por las lágrimas.

Sebastián tomó el chupete que estaba en la cuna y trató de hacer que lo tomará, más ella lo rechazó rompiendo nuevamente en llanto.

Instintivamente Sara despertó al escuchar los gritos de su pequeña, se sentó en la cama y frotó sus ojos muy soñolientos.

-¿Hace mucho que despertó? -le preguntó a su esposo.

-No, hace apenas unos minutos, tranquila cielo -respondió dulcemente.

-A ver dámela, debe de estar hambrienta -dijo, echando a un lado las sabanas algodonadas que la cubrían.

El delgado se acercó a la cama y posó a la pequeña en el regazó de su madre.

Sara deslizó suavemente el tirante izquierdo de su bata de satín azul cielo y sacó su seno colocándolo en la boca de la pequeña.

-Eso era todo lo que necesitaba -exclamó él con una sonrisa al ver como la pequeña se calmaba y succionaba la lactancia de su madre con deleite y deseo.

Ella sonrío en contestación, acariciando la pequeña manita que sostenía su dedo índice haciendo cierta presión en el.

-Los encantos de papá no funcionan cuándo tiene hambre -añadió con burla, viendo a su pequeña comer.

-Ya veo que no -entrecerró los ojos levemente y se sentó en la cama acariciando los pequeños piececitos de su hija.

-Pensé que no despertaría hasta más tarde, anoche antes de dormirla la alimenté bien -comentó.

-Es una pequeña tragona -él sonrío, viéndo a la pequeña con terneza.

-Mmm, ¿a quién habrá podido salir? -respondió la castaña sarcásticamente.

-Ya se por donde vas -negó con una sonrisa y se levantó de la cama. -Iré a la cocina por una taza de café, ¿quieres algo?

-Una taza de té estaría bien, por favor.

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⏰ Last updated: May 27, 2023 ⏰

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