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13 de diciembre del 2018.
Pasó un tiempo desde la última vez que me senté en mi escritorio y tomé una pluma para escribir una carta.
Una carta para ti.
Me sorprendo a mí mismo de encontrar fuerzas desde lo más profundo de mis sentimientos para hacer esto, dirigirte más palabras aunque sean a través de un color blanco y tinta azul. Pero supongo que lo que me da fortaleza es el suponer que vas a leerme.
Y digo suponer porque no sé sí querrás leerme otra vez, Jungkook.
De igual manera, con el corazón en la garganta, quiero recordar contigo lo que fuimos alguna vez.
No sé sí querrás hacerlo, no sé sí vas a tirar cada uno de mis escritos a la basura como hiciste con mi amor, o vas a guardarlos y derramar lágrimas repletas de remordimientos como hice yo con tu corazón.
He dejado de entenderte hace mucho tiempo, Jungkook. Y algunas veces dudo de que realmente lo haya hecho alguna vez.
Un enigma envuelto en problemas, un hermoso desastre de emociones. Eso has sido siempre. Desde que te conocí en la galería de arte.
¿Recuerdas ese día?
No me gustaban las multitudes, a ti tampoco, era la única cosa que teníamos en común. Pero ahí estábamos, fui porque el artista era mi mejor amigo, Jimin. Sus pinturas eran hermosas pero abstractas, difíciles de comprender a simple vista. Tenía que mirar dos veces uno que otro cuadro para captar lo que quería demostrar, pero aún así le dije que todo allí era hermoso.
Tú no estabas de acuerdo.
Comenzaste a insultar a unos de los cuadros, algunas personas estaban de acuerdos contigo y otras te miraban mal por hacer tanto escándalo. Dijiste que su trabajo era mediocre, que tus pinturas merecían estar expuestas y no las suyas.
Te odié tanto en ese momento.
Jimin había llamado a seguridad para que te retires, dijiste "puedo irme solo" con tu tono altanero y arrogante que hizo mi sangre hervir. No podía dejar que te fueras, sí escuché tus quejas ibas a escuchar las mías.
Te busqué cuando saliste, las calles estaban oscuras y frías, los faroles hacían buen trabajo en hacerte ver hermosa. Iluminaban una pequeña parte de tu rostro, dejando la mitad en un misterio. Esperabas a que un taxi pasase, querías marcharte lo más rápido posible antes de que yo llegará a ti, lo noté.
Comencé a atacarte, diciéndote que eras un maleducado, que no eras nadie para atacar las pinturas de mi mejor amigo y sí las suyas estaban expuestas en lugar de las tuyas era por una razón.
Comenzaste a reír.
— Siento que discuto con un niño. — comentaste.
Te odié más.
Me di por vencido, no perdería mi tiempo discutiendo con alguien que no tiene seriedad. Me alejé, unos pasos, entonces gritaste:
— ¡Mi nombre es Jungkook!
— ¡No me importa!
Nunca supe lo que pasó al final de la exposición, Jungkook. No me dejaste volver.
Tomaste mi mano descaradamente, me miraste a los ojos y mi furia se había desvanecido.
Eras más hermoso de cerca, pero seguías siendo un idiota.
— ¿Qué haces?
— Disculpame, por favor.
Pedir perdón sin sentirlo realmente había comenzado a ser habitual en ti, ¿no?
Porque dijiste que te sentías mal, que querías arreglarlo y solamente aceptarías mi perdón si te volvía a ver. Era una locura, Jungkook, no nos conocíamos y aún así te dije que saldría contigo al día siguiente. Te negaste a ello rotundamente, querías verme, sí, pero no mañana.
Querías verme otra vez todo los días.
Verme de verdad.
Mentiría sí dijera que no me confundí, ¿qué pasaba contigo y conmigo? Primero me hacías odiarte y luego estabas mirándome a los ojos suplicando una oportunidad.
Esto también se volvió habitual.
El taxi llegó, y fue cuando me di cuenta de que no habías soltado mi mano ni un segundo. Quise irme, te dije adiós incluso, pero me volviste a agarrar y me ofreciste llevarme a casa.
— La exposición no ha terminado.
— No tienes nada que hacer ahí, ¿no? Ya has visto todo, no te impresiona.
— Es un día importante para mi amigo, no tiene porque impresionarme nada, soy su apoyo.
— Ya hay bastante gente a la que le gusta su trabajo mediocre, ¿no?
No soportaba que lo insultaras todo el tiempo, volví a querer irme, volviste a disculparte. Terminé aceptando que me llevases únicamente quería que me dejaras en paz.
Dije una dirección falsa, no quería que vieras mi casa, no te conocía. Sin embargo, le dijiste al taxista que te dejara a ti primero y me llevara después.
Nunca me llevó a mi casa, ni a la dirección falsa.
Bajé contigo, subimos por el ascensor, me besaste en la entrada de tu departamento.
Hicimos el amor toda la noche, Jungkook, te acuerdas de eso, ¿verdad? No querías verme de verdad, querías acostarte conmigo y acepté porque no había nadie más en mi vida.
Por la mañana te vi durmiendo completamente desnudo y supe que ahora estaba atado a ti de alguna manera.
Había tenido parejas de una noche muchas veces, había visitado muchas camas, besado a muchos hombres, pero con ninguno sentí lo que había sentido contigo.
Verdadera pasión.
Tomé mi ropa y quise irme, otra vez me lo impediste.
— Vamos a tomar café.
Desde ese día, amor mío que ya no me pertenece, comencé a enamorarme de ti. Enamorarme de tu pasión, quería que volvieras a tocarme, que volvieras a besarme.
¿Qué es lo pretendo exactamente con todo esto? Aún no lo sé. No sé que hago aquí sentado, frente a la ventana con la vista al edificio del frente, ese edificio que siempre he odiado. A ti te gustaba. Pintabas cuadros hermosos con un edificio oscuro en la mitad, cubriendo el sol, cubriendo árboles, metido donde no debería estar.
Decías que así te sentías siempre, metido donde no deberías estar.
¿Tú piensas que quiero recuperarte con mis cartas y nuestra historia? La verdad que no, no es eso lo que quiero. Sí vas a volver que sea porque lo deseas, no porque yo lo haga.
Las relaciones son de a dos, Jungkook.
Por siempre,
Kim Taehyung.
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