segunda carta.

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29 de diciembre del 2018

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29 de diciembre del 2018.

Al día siguiente me quede contigo, Jungkook, igual que el día después de ese, y el día siguiente, y el día siguiente, hasta que se me hizo costumbre llegar a tu departamento con café descafeinado, té verde y tres media lunas, una dulce para mi y dos saladas para ti.

No nos volvimos a besar, a penas sí nos dábamos un pequeño toque accidental, pero seguí yendo a pesar de que fueras una idiota. Por tu culpa Jimin me llamó enojado por haberme ido, le mentí diciéndole que me había agobiado de tanta gente.

La primera mentira de muchas.

Siempre me has hecho mentir, me convertí en un mentiroso por ti. ¿Por qué tengo esperanzas aún de que vas a cambiar, amor mío que ya no me pertenece?

Es el cumpleaños de Jin y aún así estoy aquí escribiendo algo que seguramente no vayas a leer. Estoy en su habitación, piensa que estoy cambiando de ropa y arreglando un poco mi maquillaje, o que tal vez esté aquí con alguien más mientras el se divierte ahí abajo en la fiesta.

No podría volver a tocar a alguien que no seas tú, Jungkook. Por eso jamás toqué a Jin, no de esa forma. Te lo dije mil veces y seguías sin querer creerme.

La primera vez que te enojaste conmigo por el fue un sábado que te dije que no volvería con el desayuno porque tenía una cita con un chico que conocí justamente cuando lo compré hace unos días, Jin trabajaba en la caja registradora.

Estaba atado ti, Jungkook, pero tú no a mí y no iba a obligarte a estarlo. Sí no me habías vuelto a hacer el amor era por una razón, solamente me necesitabas como un amigo porque no tenías a nadie más.

No hiciste nada, soltaste un seco "bien" y me pediste no volver más sí no quería, no me obligabas a que me quede. Tenías razón, nunca me obligaste a quedarme, sin embargo, lo hice.

Pospuse mi cita y golpee tu puerta como cada mañana, no abriste, no dijiste nada. Esperé una hora, dos, el café estaba frío, el té igual. Era medio día ya y acepté que no estabas en casa ni me ibas a abrir, tiré todo en el tacho de basura que había en ese pasillo y me retiré al ascensor.

Cuando pulsé el botón, tu puerta se abrió.

Pero no eras tú.

Un chico sonriente de cabello negro salió cerrando la puerta detrás de sí, se paró a un lado de mi esperando también.

No abriste porque él estaba en tu cama.

Dejé a Jin por ti porque pensé que no tenías a nadie más, y ahí estaba el hombre que tocaste como me tocaste a mí.

Estaba enojado, molesto, porque por más rabia que me diera no podía reclamarte nada. Dijiste que me fuera sí lo quería, como estúpido no hice caso.

¿Qué hubiera pasado sí no me hubiera quedado ese día, Jungkook? Aún me lo pregunto muchas veces.

Tal vez no hubiera vuelto al día siguiente por estar en la cama de Jin, tocando a él como tú tocabas al pelinegro.

No me rendí contigo, probé volver a llevarte el desayuno el lunes, el martes, el miércoles. No me abrías pero el pelinegro seguía siendo el único en salir de ese departamento.

El jueves le pregunté su nombre, era YoonGi. Dijo que seguías viviendo ahí, escuchaba cada vez que golpeaba la puerta y tú le decías que no abriera porque yo nada más estaba loco y hacía eso con todos los vecinos.

¿Como crees que me sentí, Jungkook?

Cuando YoonGi se fue en el ascensor volví a golpear la puerta una y otra vez, grité tu nombre también. Pero no como antes, cuando lo grité con pasión. Lo grité con rabia.

Abriste, te tire el café frío en la cara.

El ciclo comenzó a repetirse de nuevo, yo queriendo irme y tú pidiendo perdón.

Sólo que esta vez estabas llorando, soltabas lágrimas aferrado a mí y suplicando que me quedase. ¿Cómo decirte que no? Estabas roto y solo, YoonGi era con quien hacías el amor pero no te escuchaba, no como yo lo hacía en el desayuno.

¿Recuerdas esos primeros días? Resultaste más que un idiota arrogante. Me contabas con emoción los mil y un viajes que habías hecho a lo largo de tu vida. Cuando probaste el café de Colombia, cuando fuiste a un concierto en Australia, cuando pintaste el atardecer de Italia.

Ese día me dijiste que te sentías solo porque extrañabas a tu mamá en Japón, tu país natal. Nunca fuiste bueno haciendo amigos, nunca mantuviste a alguien en tu vida más de un corto periodo de tiempo. Admitiste que yo era lo único hermoso en tu vida además de tus cuadros.

Nunca dejaste de amarlos, ni siquiera cuando te odiabas a ti mismo.

Me quedé de nuevo, Jungkook, e hicimos el amor con pasión igual que la primera vez. Volví a verte dormido y volví a pensar que estaba atado a ti.

Me resultaba gracioso pensar en como terminé acostado sin nada de ropa junto al chico que había llamado mediocres a los cuadros de mi mejor amigo.

Debí darme cuenta de que era enfermizo, Jungkook, debí haberlo visto una y otra vez.

Un enfermizo capricho era lo que me tenía aferrado a tu ser. Porque el desayuno seguía estando, comenzamos a hacer el amor todos los días, me empezaste a pedir que me quedase a dormir. Y yo empecé a posponer la cita con Jin, rechazaba las llamadas de Jimin y faltaba al trabajo sin ninguna excusa coherente.

Pero dime, ¿algo en nosotros fue coherente alguna vez?

Aún pienso mucho en ti, todos los días, recordando nuestra historia y su final. Pude haber abierto los ojos, pude haberme dado cuenta de que necesitabas una ayuda verdadera y no solamente mi compañía y quizás no estaría en esta situación.

Fuimos enfermizos, Jungkook, porque dejé todo por ti y tú no dejaste nada porque no tenías algo que dejar.

Por siempre,

Kim Taehyung.

Kim Taehyung

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𝐥𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮 愛 𝐤𝐨𝐨𝐤𝐭𝐚𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora