1. The beginning

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Me levanto con la misma sensación de siempre, lo que dormí no es suficiente, pero tampoco es como si pudiera seguir durmiendo, así que solo me queda la opción de mirar al techo hasta querer levantarme.

Cosa que no será fácil o rápido. El sentimiento de pesadez me invade y los pensamientos agobiantes recorren cada fibra de mi ser.

Otro día más de lo mismo, donde tengo que sonreír por más que la cara no me de para hacerlo.

El despertador sonó, haciéndome volver a la realidad y obligándome a levantarme de la cama.

Paso mis manos por mi cara, mientras me siento, aún con la alarma sonando, taladrando cada pedazo de silencio que inundaba mi habitación. Estiré mi brazo, alcanzando mi teléfono, y de forma habitual, la pospuse.

Debido a que se pospone cada 10 minutos, me sirve para saber la hora cada que suene sin mirar mi dispositivo.

Me levanto y en una búsqueda de eliminar los malos sentimientos obtenidos de las pesadillas constantes, opto por sacudirme un poco.

Funciona un poco, me da energía, cosa que necesito a estas horas de la mañana. Entro al baño, y sigo con mi rutina habitual, hacer mis necesidades y bañarme.

Con la toalla en la cintura y negado a secarme, ya que me gusta hacerlo naturalmente, empecé a lavarme los dientes, mirando los rulos en el espejo y cuestionándome que tanto me los dejaré crecer.

No, están muy largos, es hora de cortarme el cabello. Aunque de barba estoy bien, apenas me afeité ayer.

Suenan los primeros 10 minutos, vuelvo a posponer la alarma, para caminar a mi closet y mirar que ropa puedo usar el día de hoy, notando que la mayoría continua siendo negra o gris, pocas de colores, por más que mi mejor amiga intenta educarme a usar más colores, el resultado es el mismo.

Agarré una camisa blanca, con unos jeans negros, mis converse de siempre. Lo más sencillo, de todos modos, solo vamos a ver clase, no es como que vayamos a hacer algo más de lo habitual.

Mi pulsera compartida con mi mejor amiga, mi collar con la chapa militar de mi padre, y mi anillo que me regaló la antes nombrada por mi cumpleaños. Nada fuera de lo común.

Salí de mi habitación, mientras la alarma de los segundos 10 minutos sonaban, volviéndola a posponer. Toqué la puerta de mi hermano dos veces

—Andrew, levántate, ya es hora

Me dio su sonido de siempre, que significaba que ya se iba a levantar, aunque eso era una mentira, esta es la primera advertencia de tres.

Bajé a la cocina, empezando a preparar el desayuno de ambos.

Consecuencias de tener padres ausentes, el vacío en la casa es tremendo, por lo que me coloco mis audífonos inalámbricos, pidiéndole a Siri que coloque mi lista de reproducción habitual

Mis pensamientos divagaban, ¿cuándo volverán?, siempre dicen que pronto, pero jamás es pronto. Meses y meses.

Ya van cuatro. Pero ya no sé porque mi esperanza de que volverán pronto, cuando jamás se han dignado a aparecer antes de los 6 meses.

Pero da igual, nos hemos criado así, yo he criado a mi hermano. Yo. No ellos, jamás ellos.

Aún recuerdo aquel día que lo encontramos en el callejón, solo, tendríamos unos 6 años, no lo sé, pero recuerdo acercarme con una manzana en la mano. Mi manzana.

Cerré los ojos y con Let me down slowly sonando en mis auriculares me fue imposible no hundirme en aquel recuerdo. Sacudí mi cabeza, no, hoy será un buen día. No debo preocuparme.

𝙲𝚘𝚖𝚙𝚕𝚒𝚌𝚊𝚝𝚎𝚍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora