Capitulo 3

1 0 0
                                    


Lucielle

Estoy ansiosa, demasiado diría yo. Me encuentro en el aeropuerto viendo a la multitud salir esperando que uno de ellos sea Jaiden, tenemos semanas sin vernos y estoy que no quepo de la emoción por volverlo ver. Verlo por una video llamada no me es suficiente

Hace ya dos días ya desde que Harold se fue de viaje y había estado desanimada, pero apenas mi amigo me llamo para informarme que llegaba hoy mi estado de ánimo mejoro en un pestañear.

Llega ya estupidooo, hasta para cruzar una tonta puerta te hace el importante.

Me rio internamente de mi propio pensar, pero es que estoy muy feliz...

Jaiden es como mi hígado, sin el estoy muerta, estoy segura que me mataría si llegara a saber que lo acaba de comparar con hígado.

¿Por qué las personas no confían en una amistad sincera entre un hombre y mujer?

Desde muy jóvenes la gente decía que él y yo terminaríamos casado, inclusive una vez a los dieciséis nuestros padres no sentaron porque tenían la duda de si éramos novios, Jaiden y yo hicimos una mueca de asco, digna de fotografiar.

Hasta no llegaron hacer dudar, pensando de que nuestra amistad no era normal, ¿Y si tal vez estamos escondiendo nuestros sentimientos? Nos cuestionamos una vez. Pero luego de conversar nos dimos cuenta de que realmente el amor es de hermanos y que estar junto seria insecto literal.

Los dos somos hijos únicos, de ahí la protección y el amor. Es como mi mellizo nos contamos todo, con una mirada nos entendemos, no existe ni vergüenza, ni tabú.

Le he visto el pene, créanme que solo lo veo como mi hermano.

Haciendo una mueca de asco al llegar ese recuerdo, veo la silueta de mi amigo asomarse haciendo que olvide todo, chillo como una loca haciendo que la mayoría vuelquen su mirada a ver qué sucede, corro hasta envolverme en su cuello, mientras Jaiden me atrapa en el proceso riéndose.

- Si quieres un autógrafo te sale en 100$ en efectivo, acosadora – cuando termina de hablar, le atino un zape por idiota, provocando que suelte una carcajada fuerte en el proceso.

- Salvaje – me vuelve a hablar, aun con una gran sonrisa impresa, esta vez devolviéndome el abrazo, mientras sigo enrollada en su cuerpo como un mono.

La gente nos observa, como si fuéramos un par de enamorado. Por estas cosas es por muchos años han sacado ideas tontas de nuestra amistad.

Jay- jay ha llegado ya no estaré tan sola.

No cabo de tanta emoción, Jaiden es quien suele a pasarse la tarde en casa y traslada su trabajo a mi hogar, según el para que lo ayude a organizar sus documentos ya que es un poco bastante desordenado.

Pero sé que es para que no me sienta tan sola en aquella casa, ya que mi esposo muy pocas veces esta, Jaiden aprovecha para compartir conmigo casi todos los días, haciéndome sentir acompañada y útil. Ya que lo puedo ayudar a organizar su trabajo.

Acabando mi día, me dirijo a casa. Hoy son de eso día que siento está bien compartí todo mi tarde y parte de la noche, poniéndome al día con Jaiden.

Y eso recargo mi energía al 100%.

La mañana siguiente, me levanto con la mejor energía, entro a la cocina dedicándole una sonrisa sincera a Ana.

- Buenos días Lucí, me gusta el semblante que se le ve hoy - me comenta devolviéndome la sonrisa – me gusta verla feliz.

- Gracias Ana – le contesto

Debes de tener una cara muy patética todo lo días, como para que Ana nos diga esto.

****

Paso mi día tranquilamente, como suele a ser cuando Jay–jay se encuentra en la ciudad, estuvo en casa desde el almuerzo, ayudándolo a organizar su agenda. Como si fuera su secretaria no pagada.

Debería cobrarle a este idiota.

Cuando mi amigo se va retirar de la casa, lo acompaño hasta la puerta, estando afuera veo a mi marido salir de su auto con su maleta brindándome una sonrisa, caminando hacia la entrada y saludando a Jaiden cuando lo nota.

Mi amigo le da un asentimiento, se despide y lo veo desaparecer en su auto.

Ya estando solos, abrazo a Harold fuertemente por el cuello dándole a entender lo mucho que lo extrañe, el solo me da cortas palmada en la espalda, separándome del abrazo regalándome un corto beso en los labios.

Lo extrañaba. verdaderamente lo hacía, ojalá algún día me deje acompañarlo a uno de sus viajes de trabajo.

Pasando ya a la casa, lo ayude a dejar sus cosas y guardar algunas en el despacho, que muy poco usa, ya que prefiere trabajar desde su oficina en la empresa.

Y lo respeto.

****

Cenamos y me invita a pasar a la sala, compartimos una película, aunque lo reparo distraído, preocupada por el decido paralizar la película y hablarle.

- Hey cielo, ¿estás bien? Te noto distraído – hablo preocupada por el - ¿Problemas?

Saliendo de su trance me dirige una mirada que no sé cómo descifrar, solo me observa sin responder, preocupándome más.

- Mhm... si Lucielle – se digna a contestar neutralmente – todo bien, sabes que problemas siempre hay, más si es en el trabajo.

Me quedo en silencio, dándole su espacio, porque sé que hablara cuando él quiera.

No es la primera vez que pasa.

Luego de un rato de silencio mientras él se queda observando un cuadro de la sala, yo solo vuelvo a poner la película sin insistir en que me diga la verdad.

- Estoy frustrado – lo oigo decir de repente, haciendo que ponga en pausa nuevamente la película – Quiero que un arquitecto se encargue de realizar el diseño de nuestra nueva sucursal en florida, y simplemente no responde mis correos ni acepta ninguna de mis reuniones.

- Realmente quiero que acepte, pero no me la está poniendo fácil – Termina de acotar, haciendo que me gire para observarlo.

Me sigue conversando acerca de lo que quiere para este nuevo proyecto y que este hombre no se la hace fácil.

Aquí es cuando entiendo cuando mama me dice que tengo que ser su fortaleza en los días malo.

No me gusta que mi esposo se sienta así.

Converso con él un rato, dándole algunas opiniones para que pueda obtener este trato, me agradece por darle nueva idea, me abraza por buen rato, para comenzar un beso tierno y delicado.

Extrañaba tanto esto.

Nos dedicamos a ir a descansar, aprovecho abrazarlo esta noche, ya que no sé cuánto duré esto, pero si pensé que estos días no me podía ir mejor, hoy cerré con broche de oro.

****

La mañana siguiente Harold me espera para desayunar mostrándose contento, trasmitiéndomelo a mí, promete llegar a cenar. Abandonando la casa para ir rumbo a la empresa.

Cuando lo veo desaparecer por la puerta, suspiro como una tonta con una gran sonrisa en mi semblante, instantes así confirmo que en mi matrimonio todo está bien, Harold siempre conversa conmigo cuando algo la aflige o preocupa, y me gusta estar ahí, escucharlo, aconsejarlo.

Demuestra que nuestro castillo se fortalece cada día más, porque somos un matrimonio montado sobre una roca. Ni la peor tormenta lo podrá derribar.

Que tonta fui...

Castillo de Arena ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora