Capítulo 14

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Baji Keisuke.

Por suerte Ax ya se encontraba mejor, ya no se molestaba por cualquier cosa. El vómito y mareos habían terminado, pero un nuevo enemigo apareció: insomnio. Y con ello también un poco de mal humor pero nada que no pudiera aguantar.

Su energía era incleible, ya llevaba dos horas saltando una cuerda que le presto Mikey, trate de decirle que ya era suficiente pero decía que no podía quedarse sin hacer nada porque el cuerpo le empezaba a doler y se le dormían las extremidades. Si no fuera por esos leggins pegados que llevaba que le hacían un trasero grandioso, ya la hubiera detenido. La vista era MUY buena.

-¿Cuánto tiempo vas a seguir? - pregunté por décima vez.

-Baji no puedo parar - me miró, sus labios se veían apetitosos.

-¿Cuánto tiempo llevas encerrada? - había pasado mucho tiempo en el proceso que se desintoxicaba. Ni siquiera había ido a las reuniones de Toman.

-Casi cinco meses, desde diciembre.

-¿Cuánto tiempo vas a seguir aquí?

-No lo sé, hasta que no quiera matar a cualquier persona que veo pasar.

-¿A mí me quieres matar?

-Si, pero con menos ganas - sonrió divertida.

-¿Vendrás al cumpleaños de los Kawata? Deberías salir a distraerte.

-Supongo que para ese entonces ya estaré mejor, así que lo más seguro es que si.

-¿Vemos una serie?

-No. - Ya me había dicho que no a esa pregunta unas veinte veces.

Dejo de brincar la cuerda para mirarme, hace tiempo que no me veía a los ojos. Creo que desde que confesamos lo que sentíamos pero gracias a estos casi cinco meses juntos nos habíamos conocido más, solo estaba esperando el mejor momento para hacer la gran pregunta.

Miró mis ojos, mis manos, a otro lado y luego mis labios.

-Baji, encontré algo con lo que me quiero distraer.

-¿Qué?

¿Por qué nunca captaba las indirectas? Dejó caer la cuerda al piso, camino hacia mi hasta quedar enfrente de mis pies.

Acurrucó mi cara en sus manos, se agachó para besarme. La primera y última vez que lo hizo fue en navidad, en año nuevo estuvimos encerrados porque se la paso toda esa semana sentada en el piso del baño porque no dejaba de vomitar.

La jale de la cintura para pegar su cuerpo al mío, se sentó a horcajadas en mi regazo con las rodillas recargadas en la orilla de la cama. Se restregó en mi, sus besos eran apasionados, agarre su trasero apretándolo; ella ni siquiera se quejo.

Mi amiguito estaba apunto de despertar cuando se separó de mí para poder respirar, su cabello estaba pegado a su cara, sus labios entre abiertos, sus ojos clavados en los míos.

-¿Quieres seguir? - pregunto.

-¿Tú quieres seguir?

-Solo te advierto que no te desharas de mi hasta que vuelva a la normalidad.

-¿Es una amenaza?

-Una advertencia sexual. 

-Me gusta. - dije entre nuestros labios que no tardaron en unirse otra ves.

Baje hasta su cuello echo la cabeza para atrás para darme un mejor acceso. Sus manos daban masajes en mi nuca y su cadera no dejaba de moverse.
Soltó un jadeo cuando sintió mi bulto palpitante entre sus piernas, se movía con más sensualidad, más lento que se hacía más placentero para ambos.

Bajo sus manos hasta el borde de mi playera jalandola hacia arriba para quitarla, me separé para ayudarla y aventarla lejos.
Cada prenda fue desaparecido de nuestros cuerpos dejándonos vernos el uno al otro sin nada puesto.

-¿No se te olvida algo? - susurro entre nuestro beso.

-¿Qué? ¿Eres virgen?

-No idiota.

-¿No eres virgen?

-No hablo de eso, hablo de que necesitamos un condón - lo había olvidado.

-Mikey debe tener por aquí - se quitó de arriba de mi, me levanté a esculcar entre sus cosas. En la cómoda encontré un paquete. - ¿Plátano?

-¿Plátano qué?

-Son de plátano, jamás lo he echo con uno.. - me interrumpió.

-Creeme que no me interesan tus anécdotas de los sabores que has usado.

Le mostré mis colmillos cuando sonreí, sabía que la volvía loca cuando lo hacía.
Abrí la bolsita amarilla brillosa del condón lo coloque para volver a la cama, la tomé por la cintura poniendola sobre mi. Me coloque en su entrada y fui bajando lentamente, un jadeo salió de mis labios cuando la sentí estaba caliente por dentro, me succionaba.

-Si sigues aparentando así acabaré rápido - le advertí.

-Si sigues hablando te daré un puñetazo - comenzó a dar brinquitos sujetándose de mis hombros, su voz ya era un delirio para mí ahora con sus gemidos sentía que me llevaba al cielo.

-Esa es mi chica, tan romántica como siempre.

-Calla.

Me beso para que no volviera a hablar.

Con fuerza sujete su cintura estrellandola contra mi, los sonidos obscenos resonaban por toda la habitación.

Levanté la mirada para dejar de ver sus pechos brincando con cada movimiento que hacía, era una lujuria tenerla así, si seguía moviéndose así en cualquier momento perdería la cordura.
No parecía cansarse cuando mis piernas comenzaron a acalambrarse por su peso, gire mi cuerpo para quedar sobre ella.

-Ese es mi chico, tomando el control.

Empuñe su cabello en mi mano obligandola a callar, con la otra me sostenía para no caer sobre ella.
Mis embates eran más brusco y profundos.

-Si no te callas vendrá Mikey y me golpeara - sus gemidos eran más fuerte.

A ella no le basto con una ves, nos acabamos el paquete de cinco condones que tenía Mikey, solo por eso me dejo descansar: porque ya no había condones. Me deje caer a su lado en la cama tratando de recuperar la respiración, nuestros pechos subían y bajaban.

-¿Te gustó? - le pregunte.

-Del uno al diez diría que ocho - me hice el ofendido.

-¿Ocho? Pero si fue de veinte.

-Un polvo de ocho, no más.

-Oye, oye - la jale hasta que su cabeza quedó en mi antebrazo, la acurruque en mi pecho. - Nosotros no echamos polvos.

-¿Entonces que fue eso?

-¡Hicimos el amor! - me queje.

-¿Cuál es la diferencia? - su voz ya sonaba tan normal.

-Los polvos son sin amor - acaricio mi pecho con las yemas de sus dedos.

-A veces eres tan cursi.

-Y tú tan fría.

-Mejor vamos a la ducha Romeo.

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QUEDATE CONMIGO (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora