Ángel

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Ryan Miller.

"Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto." 

El Espíritu había traído ese proverbio a mi mente hoy y no salía. Era la primera vez que se hacía esto o al menos, la primera que yo conozco y, encima, participo.  

Venir a la tierra en forma humana sin pasar el proceso de nacimiento que pasan la mayoría es algo... raro, también confuso, aunque eso es más por el bloqueo de la gran parte de los recuerdos que tengo en el cielo. En fin, el Espíritu coordino con unos hermanos el poder quedarme con ellos, lo cual fue fantástico porque ellos recuerdan gran parte de su vida en el cielo junto al Padre, pero como yo, no recuerdan su rostro, solo su voz. Claro que ellos visitaron el cielo por una muerte temporánea en la tierra y no tienen que pasar la incomodidad de ocultar las alas. 

Otro punto a favor de estar acá es que puedo ir a estirarlas de vez en cuando en una ruta por aca cerca e ir allí al anochecer era extraordinario.
No hace mucho que estoy aquí, así que cada noche trato de descubrir algo nuevo en la ciudad. Incluso había entrado a una ¿escuela? Sinceramente, ya había acabado mis estudios hace siglos en el cielo, pero aca en la tierra, el tiempo y espacio es diferente y tuve que empezar de cero. -sin decir que esto permitía que vigilara la misión de cerca-.

El aparato móvil con el que escuchaba música vibro en mi pantalón y transporte mis ojos de la biblia a su pantalla.

-Mary(. ❛ ᴗ ❛.): Ryan, baja, ya es hora. 

Suspiré y levantándome del asiento con mini ruedas en sus patas, me encaminé al espejo para verme una vez más y viendo todo listo cerré mis ojos y oré.

_Dios Todopoderoso, gracias por este día de vida; reconozco que tú eres el Dios vivo y que necesito de ti para hacer lo correcto ante tu presencia hoy. Espíritu de Dios, te ruego me guíes en este trabajo de llevar tu luz y cuidados al mundo. Amén. _ tomé la mochila del suelo y salí de la habitación para bajar y encontrarme con los dos adultos de rostros sonrientes.

_ ¿Está todo listo? _ consultó Juan Pablo con las llaves de su camioneta en su mano.

Hice un ademán de abrir la boca para responder, pero Mary se abalanzó encima de mí y me abrazó fuerte. 

_No puedo creer que haré esto otra vez _ murmuró refiriéndose a Zack, su hijo, quien ya hasta tenía esposa e hijos. Mary era muy emocional la mayoría de las veces; eso le encantaba al Espíritu de ella, su sensibilidad, su manera de apreciar hasta lo más mínimo, como lo que era, algo único.

_ Mary, ya hablamos de esto, _ apareció Juan al recate sacándome de entre los brazos de la mujer que ya me estaba sofocando. _solo se irá por unas horas y volverá. Con buenas notas ¿no es así?

Asentí sonriendo.

_ Mi amor, él traerá lo que pueda con respecto a la escuela, no olvidemos que está aquí para otras cosas. _ le recordó a lo que él asintió de acuerdo. _ No te olvides, no te entrometas en la vida de todos, eso te puede traer problemas, no andes con los auriculares todo el tiempo, le hace mal a tu cuerpo humano y puede traerte problemas con los profesores, si no entendés algo pregunta, ya sea a tus profesores, compañeros o al Espiritu. _ volví a asentir. 

_Bien, vamos que vas a llegar tarde a tu primer día.

La mujer en los finales de la tercera década besó mi frente y con eso salimos de la casa para entrar a la camioneta 4x4.

Ya en ruta, la música inundaba el interior del vehículo, pasamos unos minutos así, por lo que me permití perderme en mi mente un rato. Los recuerdos de las trompetas, las voces y la alegría del cielo vinieron a mí haciendo que mi rostro demuestre la nostalgia con una sonrisa a medias. La creación del Padre era maravillosa, pero no puedo evitar decir que la gloria después de esta tierra es magnífica e inefable... 

Somos el eclipse [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora