¿QUIEN SOY?

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Al escuchar los gritos de guerra, sabíamos que había llegado la hora del encuentro de estas dos pandillas.

Una vez más, mi esposa y mis cinco hijos, salimos a mirar ese escándalo, parecía una película en vivo, ya que nuestra casa está ubicada en zona vip, y de allí se ven los detalles de cada batalla.

Los actores estaban listos para comenzar, y nosotros con rapidez nos asomamos a las ventanas del segundo piso; solo faltaban las palomitas de maíz y las gaseosas para sentir que estamos en el cine.

Ahí estaban aquellos muchachos con pañoletas en la cabeza, y en algunas manos se veían cadenas que agitaban y golpeaban contra las veredas.

Otros tenían sables improvisados, hechos de metal que arrastraban en la calzada, y que daban escalofríos, escucharlos.

Solo les falta la armadura, el escudo, y el caballo; y bueno... las espadas, ya las tenían, parecían verdaderos gladiadores.

Estas peleas siempre se daban, como el pan de cada día.

Pero esta vez el alboroto se tornó demasiado fuerte, las tiendas y los negocios cerraban sus puertas, y se veía cómo los trabajadores se escondían esperando que la batalla termine.

Por un momento una banda perseguía a la otra lanzándole piedras que llegaban a caer en algunos cuerpos de estos guerreros.

Luego dos o tres compañeros ponían a salvo a los heridos, mientras otros tomaban los puestos de los caídos.

Cuando se le agotaba las municiones de un grupo, el otro se abastecía de las mismas piedras que caían, y con esas rocas perseguían al contra encante, haciéndolos retroceder.

Era un van y vienen entre ellos.

Y nosotros en medio de la batalla, el bullicio, las piedras, los metales que resonaban, los lamentos de dolor de los soldados heridos, los carros que se detenían tratando de retroceder para no ser alcanzado por algún misil que lanzaban estos soldados.

Y por fin apareció la policía. Esto se puso mejor. Si... era toda una película de acción cómica, ya que las autoridades no podían capturar a ningún gladiador, ¡Los muchachos sin polos se les resbalaban de las manos! Y veía cómo los uniformados dispararon al aire.

Pero nada amedrentaba a estos cientos de demonios enfurecidos que eludían a la ley con tal agilidad que no los podían capturar. Eran jóvenes con todas sus facultades físicas, enfrentándose a policías obesos, y encima los accesorios que llevaban; su pistola, su vara, la radio, no les permiten desenvolverse con la rapidez de sus contrincantes.

Mientras mirábamos esa comedia, las carcajadas salían de nuestro vientre a todo dar, hasta que... en medio del alboroto, surge una pregunta de Elías. Si... El menor de mis hijos — Papito, papito, ¿Quiénes son los buenos, y quiénes son los malos? — Ese inocente comentario, me dejó sin aliento, y una lágrima resbaló por mi mejilla.

Mientras la bulla continuaba, algo me trasladó a otro lugar, a otra realidad, mi alma ya no estaba ahí, ahora estoy en otra dimensión; y observó como mi familia sigue riendo, pero no escucho nada, tengo un nudo en la garganta. ¡Eduardo, Eduardo! Repite mi esposa. ¿Estás llorando de risa? ¿Te sientes bien? ¿Por qué tienes los ojos tan grandes?

Para esto la batalla ya había terminado, y con ese nudo en la garganta, me fui a dormir, con un sentimiento profundo en mi alma.

Recostado en la cama, le pregunté a Dios: —¿Señor, que se puede hacer con esta juventud? — Y así me quedé dormido. A media noche, entre sueños, oí una voz potente: — ¡SUS TALENTOS! — Y desde lo profundo de mi ser, me levanté exaltado, y le hablé: ¿Cómo?... ¿Sus talentos? ¿Cómo que sus talentos? Y esa voz me dijo: — ¡SI ELLOS SUPIERAN EL VALOR DE SUS TALENTOS, NO ESTARÍAN EN ESA CONDICIÓN! —

Estaba tan agotado, qué vuelta me quede dormido, luego, a eso de las tres de la madrugada, me desperté, porque escuché sonidos de agua, qué salía de alguna parte de mi casa, con rapidez me levanté de la cama y fui al baño a revisar, camine al patio, y no encontré nada, no había ni una gota, y dije: —De seguro que oí mal—.

Al día siguiente, sucedió lo mismo, y a la misma hora, escuchaba que las aguas que pasaban por mi lado, como si estuviera cerca de un río. Salí con rapidez; Hay, dije: —El agua se está saliendo, y en cantidad... revisé los caños y los baños ... Y nada, todo estaba bien.

Al tercer día, oí los mismos sonidos de agua, pero esta vez no me levanté de la cama, y dije: — No caeré en su broma—.

En la mañana, mi esposa se despertó, y pegó un grito: —¡El apartamento se inunda! —

Dios mío, a baldear la casa. Mientras barría, mire al cielo, diciendo —Qué buena broma—. Luego se dibujó una gran sonrisa en mi rostro, y sentí que él también se reía. Él y yo, como se ríe un padre con sus hijos, fue precioso ese momento, porque entendí que me quería transmitir algo.

La siguiente noche, volví a escuchar los mismos sonidos, pero ahora, había algo más, los sonidos llegaban con mensajes, era algo nuevo para mí.

Aquellos informes llegaban tan seguidos que hasta cuando manejaba mi auto los recibía.

Tenía que detenerme para tomar nota, y apuntar con rapidez, porque si no lo hacía, a los pocos segundos se me olvidaban, ya que venían uno sobre otro, y cada vez más interesantes que el anterior.

Era como llenar varias vasijas de agua, y si no ponías los cántaros, estas perdían, y eso es lo que menos quería hacer.

Al momento de dormir, tenía un cuaderno de apuntes a la mano, de esta forma no dejaba escapar ninguna información.

Sabía que esa fuerza sobrenatural me levantaría a cualquier hora para escribir, luego intentaba dormir, pero llegaban más y más mensajes; era agotador.

Había tanta información que mi mente no soportaba, era como si mi memoria era de pocos gigas, a comparación de los datos que se me estaban introduciendo en mi memoria.

Fue ahí cuando mi cuerpo comenzó a saltar y temblar de una manera inexplicable, pude sentir en carne propia, cómo se siente un USB cuando le introducen mucha información, hasta el extremo de marcar un color rojo cuando se satura.

Al cabo de quince días continuos, la lluvia de información cesó.

Cansado y ojeroso, comencé a revisar el primer blog, para ver que escondían estos mensajes, Me di cuenta de que se trataba de la instrucción de cómo Dios nos ha diseñado, Eran respuestas a las preguntas que me estuve haciendo por mucho tiempo.

Seguí verificando los mensajes que tenía en mis manos, pero no entendía nada, parece que no era importante.

Poco a poco, comencé a darme cuenta de lo que Dios me quiere decir con los mensajes que me había enviado.

El Todo Poderoso había descargado en mi memoria los informes detallados de cómo descubrir quiénes somos, de dónde venimos y para qué estamos aquí.

Por eso lo que les traigo en este libro, que viene con espíritu. Ahora quiero desmenuzar paso a paso lo que el señor quiere para su pueblo, él no nos abandona, él dice que nos enseñará cosas grandes y ocultas que no conocemos.

Hay un párrafo en la biblia que me hizo entender los sucesos que me habían acontecido, donde dice: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Juan 7:38)

De esta forma, es que comienza la historia de este libro. Ya que pude tomar conciencia del mensaje que quiere dar Dios para el mundo.


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⏰ Última actualización: Aug 24, 2022 ⏰

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