Existen dos tipos de personas en el mundo, diferenciados por su forma de pensar, sentir y amar.
Los primeros son los realistas, los que no sueñan, los que no se pierden en sus pensamientos, los que desconocen el mundo de la lectura. Esos que recorren la vida con las manos en sus bolsillos y caminan apresurados sin detenerse para apreciar los pequeños detalles. Son esos los que piensan que las cosas buenas llegan por si solas y se apresuran en su camino esperando que de un momento para otro éstas aparezcan frente a ellos. Los realistas tienen un camino trazado y no se atreven a editarlo, creen que si lo hacen, lo bueno nunca llegará.
Luego están los románticos perdidos, los que se pierden entre libros y sueños, los que se imaginan escribiendo la gran historia de su vida. Esos que recorren la vida a paso lento, que no esconden sus manos sino que las usan para acariciar esos detalles que tantos ignoran, son los que no temen bailar en la calle sólo porque les apetece, los que cantan cuándo recuerdan la letra de una canción sin preocuparse que los escuchen, son los que leen, los que imaginan escenarios increíbles y sonríen. Son esos los que piensan que las cosas buenas de la vida están escondidas y deben encontrarlas, quizá en las páginas de un libro, en una librería, o escondidas entre un ramo de tulipanes, y caminan atentos en su búsqueda. Los románticos desconocen su camino y lo van armando paso a paso, por eso no temen desviarse y cambiar de acera, saben que si lo hacen, podrán encontrar las cosas buenas que se hayan ocultas en los lugares más inesperados.
Un realista ve esa chica que camina en la otra acera y lamenta que no hubiera tomado la que él, dedica solo un segundo a observarla y almacena su imagen junto a la de las otras chicas lindas que ha visto antes. Lamenta que ninguna se haya cruzado en su camino, pero está seguro de que en algún punto aparecerá la que sí. Mientras, se dedica a clasificar las que ha visto y a decidir que le ha gustado más de cada una.
Un romántico perdido ve esa chica que camina en la otra acera y sabe que ella es todo lo bueno que ha estado buscando, ella es esa chica especial, la protagonista de su historia. Sabe que la vida la ha puesto allí para que él la encuentre. Sonríe y no duda en cruzar la calle, está dispuesto a escribir su historia.
Un realista observa a detalle la chica que se ha cruzado en su camino, busca en ella algún defecto porque no cree que sea real, ha pasado tanto tiempo esperando que ahora no confía en la persona que tiene frente a él… e irremediablemente le encuentra los fallos ¡Joder, qué es humana!
Un romántico perdido observa a la chica como un artista a su musa, como ese chico de libro que encuentra la perfección en la chica, encuentra belleza en las perfecciones y admira sus defectos. Sabe que ella es el tesoro que ha buscado y ahora descubre que tiene rostro de mujer, y una hermosa sonrisa.
Un realista sigue su camino frustrado, seguro de que nunca encontrará a la mujer perfecta, y tiene razón.
Un romántico perdido invita a la chica a tomar un café, sonríe, seguro de que ha encontrado a la mujer perfecta, y tiene razón, hasta la curva de sus labios es hermosa.
El que no quiere ver la perfección, jamás la encontrará, y los que leen, sin duda, han aprendido a admirar los detalles de una hermosa obra.
ESTÁS LEYENDO
Lo dijo un personaje literario.
HumorEn un mundo donde nadie me entendía, abrí un libro y jamás volví a sentirme sola.